El gobierno local de Escocia está en manos del Partido Nacionalista Escocés (SNP) y el domingo la Nueva Alianza Flamenca (NVA) se convirtió, por primera vez, en la primera fuerza parlamentaria a nivel de toda Bélgica.
Ambos partidos quieren romper con sus respectivas monarquías para crear repúblicas o Estados independientes. Su visión, al igual que la de los que también quieren separar pacíficamente a los vascos y catalanes del norte de la corona española, es la de mantener a la Unión Europea pero con una mayor diversidad de Estados más nacionalmente homogéneos.
Sin embargo, entre el independentismo escocés y el flamenco hay una gran diferencia.
Los primeros tienden más hacia la izquierda. El SNP quiere que Escocia siga un modelo socialdemócrata como los de los países escandinavos que están al otro lado del Mar del Norte.
Los segundos, en cambio, van en dirección opuesta. El NVA es una derecha anti-inmigrante tipo la de la Liga Norte de Italia.
Mientras el SNP es abierto a recibir a gente para que pueble su poco habitado país, el NVA quiere reducir la inmigración a su pequeño y muy poblado territorio y obligar a todos (incluyendo a los belgas franco-hablantes) a que se expresen en flamenco.
En las elecciones generales belgas del 13 de junio el NVA fue la única fuerza que superó el millón de votos. Para el Senado nacional sacó casi un quinto de los votos y 9 de sus 40 miembros.
Los separatistas más radicales en Escocia son los socialistas pro-trotskistas (SSP), pero en Flandes son los ultra-derechistas del Vlaams Belang (VB). El crecimiento de los nacionalistas ‘moderados’ ha disminuido a ambos extremos. El SNP logró acabar con toda la bancada socialista mientras que en estos últimos comicios belgas el NVA hizo que los xenófobos del VB bajen del 12% al 8% de los votos a nivel nacional.
Si hoy en día el SNP se opone al gobierno conservador del Reino Unido que demanda una reducción radical de la inmigración y del gasto público, el NVA pide, en cambio, que el Reino Belga adopte medidas más duras que sus pares británicos con respecto a su endeudada economía y contra los extranjeros no europeos.
Isaac Bigio