Tiene una memoria privilegiada y una vitalidad dialéctica digna de un atleta. Su sinceridad escénica ha provocado que más de un espectador -los más susceptibles- interpreten sus críticas como una ofensa personal a su dignidad; y sin embargo, los vicios humanos que él plantea en escena son tan globales, que pocos se dan por aludidos.
Y es que -en esta sociedad un tanto desgastada donde la mediocridad la frivolidad, el egoísmo y la ‘ruindad’ se interpretan como factores de éxito bajo el punto de vista de personas que se consideran “hors norme” y exclusivas- la ceguera intelectual limita a sus miembros a un plano meramente instintivo y manipulable con visión de túnel, donde se busca la felicidad constantemente en lugares equivocados.
Moncho Borrajo intenta, en cada uno de sus espectáculos, despertar conciencias; aunque su propia satisfacción no depende de conseguirlo o no. Su éxito personal radica en poder expresar con libertad, acierto, coherencia y sentido crítico, unos comportamientos innatos a la condición humana que parecen transgredir cualquier época histórica. Su frustración es nula, pero su prepotencia también. Borrajo ha conseguido el equilibrio personal y ha encontrado en el teatro su forma de expresión.
En su obra “Golfus Hispanicus”, que se representa durante este fin de semana en Barcelona -en el marco del Arenas Festival– Borrajo retrata las miserias del poder, de los políticos y de los corruptos; siempre presentes en la historia de España o Hispania que no es -ni mucho meno- lo mismo. “A ver si me la vas a liar”, me contesta riendo cuando le comento que quizás al referirse a los ‘hispanos’ se enfaden todos -los unos y los otros- y enseguida encendemos focos para comenzar una entrevista de alto perfil clarificador. Sólo apta para aquellos que quieren escuchar.
En esta entrevista que les ofrecemos en formato de vídeo/TV, Moncho Borrajo nos presenta una España sin sentido común, que si no recupera la cordura, está abocada a desvanecerse entre los países de saldo. Entre los territorios de la peor calidad. Escúchenlo, porque ningún sociólogo es capaz de mostrar nuestra realidad con tanta perspicacia y honestidad.
Gema Castellano