El escritor y periodista, David Escamilla, ha presentado en la sede de la Escuela de Negocios, EADA, el Proyecto Barcelona Círculo de Negocios éticos (BCN è), una iniciativa a la que ya se han unido, un banquero, el Subdirector General de Triodos Bank, Joan Antoni Melé; un empresario de la energía, Emili Rousaud, Director General de Factor Energía; el Director de la Fundación Pimec, Ramón Vila y José María Torres, Director General de Numitec, además del empresario Idili Lizcano, fundador de Alqvimia; con el solo objetivo de fomentar una economía basada en la cooperación y en la sostenibilidad, consecuencia de las acciones de unos empresarios que crearán “conciencia ética” en la sociedad.
Lo cierto es que aunque la iniciativa, como proyecto integrativo, intentará acoplarse en la campaña “Barcelona Inspira” promovida por el Ayuntamiento de Barcelona, el sector privado, encabezado por la pequeña y mediana empresa, ha acogido el proyecto “con honores”, con una gran expectación y provocando el “over-booking” en la cuarta planta de EADA. No es para menos. Esta “economía neurótica” que ha creado una auténtica crisis mundial “de codicia”, tal y como la describe Idili Lizcano, tiene como consecuencia inevitable la creación de cada vez más pobreza; y en esto están de acuerdo incluso los más influyentes organismo internacionales, que, con su complicidad, están llevando al planeta a un callejón sin salida.
Joan Antoni Melé, Subdirector General de Triodos Bank -banco ético- afirma que debemos evolucionar hacia “una economía basada en la cooperación”, coincidiendo plenamente, paradójicamente, con la teoría de Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional. La premier del FMI aseguraba, en una conferencia realizada en Londres recientemente, que urge la creación de un “un nuevo multilateralismo para el s.XXI”, porque las desigualdades crecientes entre los poderosos y los desposeídos -unidas a otros vectores de desequilibrio- podrían colocarnos en una situación socio-económica muy similar a la que desembocó en la Primera Guerra Mundial (1914).
Las grandes corporaciones y multinacionales, embarcadas en operaciones financieras que se desarrollan en mercados virtuales absolutamente ajenos a la economía real y encasilladas en una visión cortoplacista de ganancias rápidas, se organizan en perversos lobbys cuyo objetivo es anular la competencia y exprimir a los clientes, sin darse cuenta de que -tal y como afirma Emili Rousaud– “cuando sus clientes no puedan pagar ¿qué pasará?”. Idili Lizcano se alía con esta opinión insistiendo en que “las personas tienen que cobrar por su trabajo para vivir y consumir. De lo contrario se mata la economía real”.
Sabe de qué habla. Es el fundador de la primera compañía eléctrica independiente autorizada por el Ministerio de Industria tras la liberalización del mercado eléctrico, hace más de diez años, y asegura que en España el sector eléctrico ha convertido una gran mentira perversa en verdad, para engañar al usuario, con la connivencia de los sucesivos gobiernos que han sucumbido ante la presión. Pero este es un asunto que trataremos con Emili Rousaud en una entrevista que publicaremos, en breve, en Informativos.Net.
En definitiva, todos los ponentes han coincidido con Escamilla en que la transparencia, la ética y la consciencia, son las únicas fórmulas válidas para que las empresas puedan crear una economía real, que no escatima, por supuesto, ni en productividad ni en beneficios. “No es una imposición”, afirma el escritor David Escamilla. “Los que prefieran seguir practicando las viejas fórmulas de una economía especulativa, podrán seguir haciéndolo”, insiste. “Esta es otra opción”.
Cierto. Pero es una opción real, que empresarios y banqueros de éxito avalan como factible y, además, altamente recomendable para “ser feliz”. Una opción empresarial “revolucionaria”, que pone en valor al trabajador y al cliente, al producto y al planeta, creando beneficios.
“La economía podría hacernos más felices”, asegura Lizcano, cuya empresa cumple con todos las premisas “conscius” de sostenibilidad y ética. Este “creador de experiencias sensoriales”, tan amante de la naturaleza que ha hecho de ella su modelo de negocio, asegura que permanecer en la economía real y mantener a raya el endeudamiento son los secretos de la “felicidad empresarial”; unidos a la calidad del producto o servicio que se ofrece, a los procesos de producción no contaminantes y a la producción local -de proximidad- porque, insiste, “la abundancia no está basada en la codicia”.
En definitiva, todos los ponentes han coincidido con Carme Gil, anfitriona del evento y Coordinadora del Departamento de Coaching de EADA, en que “las organizaciones no saludables están condenadas a desaparecer” y ha sido Ramón Vila, director de Pimec, quien ha recordado que “el empresario debe ser socialmente responsable, sensible y consciente; y además debe recordar que tienen valor”. Sabias palabras dichas por quién es ahora más consciente de la pérdida de confianza de pequeños empresarios y autónomos, a los que el sistema les ha fallado.
Quizás en la transparencia, en la ética y en la consciencia esté la recuperación de esa confianza perdida, tal y como ha terminado afirmando David Escamilla.
Gema Castellano
@GemaCastellano
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