Ha sido un cuarto de siglo batallando en distintos frentes, impulsando la oferta enoturística, mejorando y dando a conocer el producto fuera de nuestras fronteras; 25 años, 30 en el caso de la D.O de Getaria, que han dado excelentes resultados no solo por el hecho de que parte del producto se exporte y sea conocido en el exterior, sino porque se han logrado unos caldos con calidad suficiente para rivalizar con los grandes vinos.
Prueba de esos logros es el premio que recientemente ha logrado un txakolí bizkaino, el “ 42 by Eneko Atxa” de la bodega Gorka Izaguirre, en Larrabetxu, interior de Bizkaia. Una bodega pared con pared al restaurante Eneko, estrella Mitxelin, donde bulle la creatividad amparada siempre bajo las posibilidades que ofrece la variedad de uva autóctona Hondarribi zuri zerratia, por la que apuesta fuertemente esta bodega. De esa uva procede, precisamente, “42 by Eneko Atxa” que ha sido considerado, en el concurso Mundial de Bruselas, el mejor vino blanco del mundo del que resulta complicado encontrar una sola botella a la venta. Fermentado en barrica de madera francesa, criado en depósitos de acero inoxidable durante un mínimo de 6 meses, este vino se alza al pódium con el mérito añadido de haber sido la primera vez que un D.O Bizkaiko Txakolina obtiene este premio a nivel mundial.
Con éste mientras fue posible, y con el resto de vinos que salen de esta bodega que busca crear txakolis especiales respetando las bases del tradicional, Eneko Atxa, al que no es extraño verle realizar uno de los trayectos entre su casa de Amorebieta y el restaurante en Larrabetxu practicando running, crea menús de maridaje que facilitan una experiencia enogastronómica completa.
En esta bodega, fundada en 2005, y que puede ser visitada, se elaboran 5 vinos: el joven blanco Gorka Izaguirre, los elaborados con lías y barrica, G22, AMA y el mencionado 42 by Eneko Atxa, y Arima, de vendimia tardía.
Tras siglos de elaboración, no en vano hay testimonio escrito de que el txakoli se elaboraba en el siglo XV aunque mucho más frecuente era su producción en el XVII, el txakolí ha conseguido llegar a otro nivel, ha abandonado la leyenda de ser un vino de año y acidez extrema. Hoy, sus matices frutales mantienen una acidez controlada y, procedentes de cualquiera de las denominaciones, han incrementado su presencia en países como EEUU, Japón, México, Noruega o Australia donde se exporta una pequeña parte de la producción. Aumentarla, teniendo en cuenta que el terreno de cultivo es, además de escaso, difícil de trabajar y con costes de producción muy altos, se antoja complicado salvo si aumenta el número de bodegas que decidan vender su producto en el extranjero.
Busturialdea es una de las comarcas bizkainas que cuenta con mayor número de bodegas inscritas en la denominación de origen Bizkaiko Txakolina, y en ese entorno, en concreto en Gernika, se encuentra Itsasmendi, otra bodega bizkaina que exporta una pequeña parte de la producción obtenida de las 35 hectáreas de viñedo, en 15 parcelas distintas. Es también una de las bodegas que ha crecido al mismo ritmo que la denominación de origen que, como la anterior, ofrece la posibilidad de visitas guiadas y que, en este caso, apuesta por las variedades Hondarribi zuri y Hondarribi zuri zerratier. Con el coupage de esas variedades producen Itsasmendi, a Itsasmendi 7 se le añade aproximadamente un 20% de riesling y consiguen Itasmendi Urezti vendimia tardía realizando la vendimia en noviembre. Artizar y Eklipse son otras referencias de esta bodega que acumula numerosos premios.
Si durante los siglos XIV y XV Bilbao estaba rodeado de viñedos, la viña casi desapareció a finales del siglo pasado. Incluso en Zalla, una localidad interior de la comarca de las Encartaciones, ligada al txakolí históricamente. Una vinculación que probablemente pesó a la hora de escoger la ubicación de la bodega experimental para la mejora de las técnicas de la elaboración del txakoli, puesto que era una de las comarcas más productivas.
En Zalla, en uno de sus barrios, donde se encuentra la bodega Virgen de Lorea, en el siglo XVII los antepasados del actual propietario ya elaboraban en la casa familiar sidra y txakolí. Siguen haciéndolo a principios del siglo XX en la casa indiana que construyeron y lo hacen hoy, una vez renovada la casa que ha dado un nuevo espacio a la bodega y transformado la antigua en una inmensa sala de catas. La renovación supuso también la ampliación del viñedo propio con variedades autóctonas con las que se elaboran 280.000 litros anuales de dos marcas: Aretxaga y Señorio de Bizkaia. Al igual que las dos anteriores ofrece posibilidades de visita y catas, una experiencia que impacta por la peculiar casa rodeada de viñas que la vista apenas alcanza a ver su fin.
La denominación más joven es la de Álava, Arabako txakolina, creada en 2001; y Getariako txakolina, que abarca a toda Gipuzkoa desde 2007, la veterana ya que nació en 1989, 5 años antes que la de Bizkaia. Al margen de las diferencias en el método de producción o de que las uvas procedan de la costa o del interior las 3 denominaciones tienen en común el uso de la pequeña uva de la variedad Hondarribi zuri, también de racimos pequeños. Y todas presumen de calidad por lo que muchos expertos se plantean la idoneidad de que las tres converjan en una sola denominación para convertirse en más fuerte y sólida. En solitario han conseguido que el txakolí pase por su mejor momento, que se consuma fuera del País Vasco y que aquí se haya desvinculado del despectivo calificativo de vino peleón.
Visitar las bodegas puede ser la excusa perfecta para hacer un turismo diferente, que incluye visitas a parajes desconocidas, e igualmente maravillosas, para los visitantes…..en cualquiera de los territorios, aunque en esta ocasión nos hayamos centrado en Bizkaia.
Araceli Viqueira
@AraceliViqueira