Este verano se presenta especialmente seco, por lo que muchos ciudadanos aprovecharán la más mínima ocasión para acercarse al mar, a la montaña o cualquier otro entorno que produzca frescor. Allí relajarán el cuerpo y el espíritu +relajarán también su conciencia ecológica? Hasta ahora esto viene siendo lo más habitual.
El deseo de ambientes naturales se confunde a menudo con conciencia ecológica. Parece como si por gustarle a una persona un paisaje, ese gusto implicara que esta persona es muy ecológica. Nada más lejos de la realidad.
La búsqueda de la naturaleza es una tendencia inherente al ser humano. El respeto por la naturaleza, en cambio, se basa en la cultura, la educación y el grado de responsabilidad de cada individuo.
Quienes no puedan o no quieran entrar en contacto con la naturaleza este verano difícilmente podrán degradar entornos naturales, tales como los que serán visitados por los amantes de "lo ecológico", luego los auténticos autores de la degradación se encontrarán entre estos últimos. +Es usted uno de ellos?
Para saberlo, conviene preguntarnos a quienes deliramos por "lo natural" si seremos capaces de recoger todos y cada uno de los deshechos que generemos en playas, montes y riberas después de la consabida excursión, o si por el contrario los arrojaremos alevosamente en el primer rincón que se nos antoje.
También es preciso saber si ese afán por lo natural, incluye el ejercicio físico, porque si bien no se tiene más conciencia ecológica por practicar más deporte si que se actúa irresponsablemente queriendo llegar con vehículos de motor a parajes cuyo equilibrio ecológico es extremadamente sensible (peligro de erosión, alteración de la vida animal por efecto de ruidos, destrucción de vegetación o de suelo, impacto paisajístico…).
Un buen paisaje bien vale un paseo aunque el recorrido produzca un poco de calor, porque mucho más calor y por mucho más tiempo puede producir la destrucción de la cubierta vegetal por efecto de unos neumáticos o la intoxicación de especies florales sensibles a causa de un tubo de escape.
+En cuántos minutos o metros, horas o kilómetros, se mide nuestra responsabilidad ecológica a la hora de prescindir de ese apéndice de nuestro cuerpo en el que se han convertido el coche o la moto? ¨Cuántos gramos o kilos de material de excursión somos capaces de transportar sobre nuestra espalda o en las manos, en pos de la protección medioambiental?
Y llegado el caso, +cuánto tiempo podemos aguantar sin lavar el coche o la moto, teniendo agua abundante (y hasta nuestra llegada, limpia)?
¨Cuántos de nosotros pueden resistirse a no encender fuego en un paraje especialmente indicado para degustar un asado campestre (pero igualmente expuesto a un incendio forestal instantáneo)?
Y en particular, +cuántos "enganchados" al tabaco somos capaces de reprimir nuestra adicción durante el tiempo que pasemos en un bosque (evitando así encender fuego)?
+En qué medida podemos fiarnos de nosotros mismos y no dedicarnos sin ton ni son a recolectar frutos o flores silvestres (que ni siquiera conocemos, y por tanto ignoramos si están en peligro de extinción?
¨Seremos nuestros propios guardias en playas, lagos y ríos, todos ellos remotísimos, si pululan por ellos, en aparente abundancia, inmaduros de especies acuícolas que harían las delicias de nuestro paladar en el plato?
Y si la visita al paradisíaco entorno se produce de noche y en pareja +podrán los apasionados amantes respetar su improvisado y ecológico tálamo evitando dejar "frutos" de su amor? +o por el contrario los más deliciosos parajes para el placer se convertirán en "eroticódromos" con el territorio bien definido por el látex usado?
Y si después de estas preguntas tan sermoneantes, alguien por fin estuviera en condiciones de lanzar la primera piedra +la lanzaría? o por el contrario pensaría "+acaso soy yo guardián de mi conciudadano?", porque, en realidad, +cuántos de nosotros (tan motorizados y tan unidos a la telefonía sin hilos) seríamos capaces de denunciar al vecino que en monte, playa, río o lago anda guarreando impunemente? ¨Cuántos siquiera seríamos capaces de llamarle mínimamente la atención por su indecoroso comportamiento?
En fin, lo dicho: las vacaciones son una buena ocasión para entrar en contacto con la naturaleza pero también para medir nuestro grado de compromiso con ella. ¥Qué ustedes la disfruten y la respeten!