Según el diario La Tercera, la posible alianza del «Rey Midas» de la informática, Bill Gates, con el espionaje estadounidense para tener acceso a la casi totalidad de los computadores del mundo, despertó viejos fantasmas sobre el poder de los servicios secretos para penetrar impunemente en la vida privada de los ciudadanos.
Esta supuesta conspiración para controlar informaciones estratégicas y bases de datos de todo el mundo a través del sistema operativo Windows devolvió a la vida a Echelon, una especie de monstruoso entramado de espionaje diseñado por Estados Unidos y Gran Bretaña a finales de los años 40 para no perder detalle de lo que ocurría tras el telón de acero.
La Unión Soviética se desplomó ruidosamente, pero Echelon no murió. El monstruo mutó y se concentró en sus propios ciudadanos, cuyas líneas de teléfonos, fax y computadores fueron fácil presa de la extrema sofisticación de un sistema de espionaje desarrollado durante casi medio siglo.
Echelon fue durante mucho tiempo una especie de mito sin confirmar. Pero la Comisi¢n de Libertades Civiles del Parlamento Europeo asegur¢ en diciembre de 1997 que «dentro de Europa, todas la comunicaciones por correo electr¢nico, tel’fono y fax son interceptadas rutinariamente por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos, transfiriendo toda la informaci¢n desde territorio europeo a trav’s del Reino Unido».
Martin Brady, director del Directorio de Se_ales de Defensa (DSD) de Canberra, Australia, reconoci¢ en mayo de este a_o al diario australiano The Age la existencia de Echelon y asegur¢ que el DSD «coopera con organizaciones de inteligencia de ultramar segon el acuerdo Ukusa».
El tratado Ukusa, firmado en 1948 entre Estados Unidos y Gran Breta_a, y al que se adhirieron Canad , Australia y Nueva Zelandia, fue la base sobre la cual se construy¢ la compleja y vasta red Echelon.
A partir de aqu¡, la paranoia parece no tener l¡mites y los «te¢ricos de la conspiraci¢n» lanzan a los cuatro vientos un sinf¡n de voces de alarma. Patrick S. Poole, un hombre famoso en Internet por sus proclamas contra la NSA, acu_¢ sin rubor frases como «pronto no habr lugar donde esconderse» y «es un abismo del que no se puede salir».
Sat’lites, tel’fonos, faxes, t’lex, correos electr¢nicos… nada se escapa a los tent culos del espionaje internacional segon los m s pesimistas, que piden a la ciudadan¡a que despierte y exija un mayor control de los, al parecer, todopoderosos sistemas de inteligencia de sus pa¡ses.
EL PÁNICO A SER ESPIADO
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