La Agricultura Ecológica es una forma diferente de enfocar la producción agraria, basada en el respeto al entorno y producir alimentos sanos, de la máxima calidad y en cantidad suficiente. Utiliza como modelo a la misma Naturaleza, extrayendo de ella toda la información posible, aunada con los actuales conocimientos técnicos y científicos.
La Agricultura Ecológica permite obtener alimentos de la máxima calidad, tanto en su presentación y sabor como en su contenido alimenticio, mediante técnicas y productos que:
Estén integradas en el agroecosistema, de forma que no produzcan impactos ambientales.
Potencien la fertilidad natural de los suelos y la capacidad productiva del agrosistema, garantizando la continuidad de la producción agraria en la zona.
No incorporen a los alimentos sustancias o residuos que resulten perjudiciales para la salud o mermen su capacidad alimenticia.
Respeten los ciclos naturales de los cultivos y aporten a los animales unas condiciones de vida adecuadas.
Con la agricultura industrializada se pierde la cultura agr¡cola y campesina, el profundo conocimiento de los procesos naturales, las variedades y razas apropiadas a las condiciones de cada zona, los ciclos de cultivo determinados por el clima y el suelo, el aprovechamiento ¡ntegro y sostenible de los recursos naturales.
La Agricultura Ecol¢gica recupera esta cultura, como base para el desarrollo del sistema agrario. Esto no significa, como algunos pretenden hacer ver, volver a la agricultura del pasado, pues la cultura campesina es complementaria y compatible con los modernos conocimientos t’cnicos y cient¡ficos, los cuales permiten comprender la raz¢n de ser de las t’cnicas tradicionales, permitiendo su mejora y su justa aplicaci¢n, y aportan nuevos procesos y medios.
Los abonos qu¡micos empleados por la agricultura convencional son la principal causa de contaminaci¢n de las aguas dulces en los pa¡ses que, como el nuestro, tienen una agricultura muy industrializada. Los nitratos alcanzan las aguas subterr neas, haci’ndolas inapropiadas para el consumo humano. Fosfatos y nitratos contaminan las aguas superficiales, originando su eutrofizaci¢n o muerte biol¢gica. M s recientemente, se han encontrado insecticidas y otros venenos qu¡micos en las aguas de consumo humano.
Abonos e insecticidas se acumulan en el suelo. Por una parte envenenan a los microorganismos que son la base de la fertilidad y, por otra, siguen contaminando las aguas aun despu’s de varios a_os de haberlos aplicado.
Los abonos e insecticidas de s¡ntesis qu¡mica, las semillas h¡bridas producidas en zonas lejanas, la creciente mecanizaci¢n y otras muchas t’cnicas de la agricultura industrial implican elevados consumos de energ¡a. Por ello, la agricultura ha pasado de ser una transformaci¢n de la energ¡a gratuita del Sol en aprovechable para nuestra alimentaci¢n a ser deficitaria.
El contenido en agua de los alimentos frescos aumenta de forma importante con el empleo de los abonos qu¡micos, especialmente de los nitrogenados, en un porcentaje que puede variar entre el 5 y el 30 %. Un aumento del 15 %, implica que cada siete kilogramos de fruta u hortalizas producidas con m’todos qu¡micos contienen un kilogramo de agua m s que los producidos ecol¢gicamente. El exceso de agua lo pagamos a precio de las frutas u hortalizas compradas, nuestro consumo de alimentos deber aumentar en igual proporci¢n y empeora la conservaci¢n debido a la mayor facilidad de pudrici¢n.
Tambi’n se han comprobado variaciones en el contenido de principios nutritivos. Los productos de la Agricultura Ecol¢gica contienen un 13 % m s de potasio, un 56 % m s de calcio, el 49 % m s de magnesio, el 290 % m s de hierro y el 12 % m s de amino cidos. Estos elementos son importantes en nuestra dieta, por ejemplo la falta de hierro produce anemia y la de magnesio afecciones cardiovasculares, estado depresivo, cansancio y alergias.
Por el contrario, en la agricultura qu¡mica se acumulan sustancias t¢xicas en los alimentos, peligrando la salud de los consumidores. Los contenidos altos de nitratos se deben al empleo de abonos muy solubles y provocan da_os en la hemoglobina de la sangre, responsable de distribuir el ox¡geno por el organismo.
La mayor¡a de los venenos utilizados por la agricultura qu¡mica para combatir las plagas y enfermedades son tambi’n t¢xicos para las personas. Muchos de ellos tardan decenas de a_os en degradarse y, en otros casos, los productos resultantes de su degradaci¢n son m s peligrosos aon que el veneno original.
El viento y el agua reparten los venenos por todo el planeta, extendiendo la contaminaci¢n m s all de cualquier frontera. Se ha encontrado DDT, uno de los primeros insecticidas de s¡ntesis qu¡mica, en la grasa de ping_inos y osos blancos localizados en ambos polos, a miles de kil¢metros de los cultivos donde se aplic¢.