El nombre de Louis de Brouwer saltó hace algunos años a los medios de comunicación a causa de sus controvertidas opiniones contra la vacunación sistemática de los niños así como sobre su interpretación de la vida y obra de su compatriota Louis Pasteur, a quien calificó de "avaro que pasó toda su existencia persiguiendo el dinero y la fama y que, en realidad, fue un impostor que se autotituló biólogo"
Las opiniones del doctor De Brouwer son, sin embargo, el resultado de toda una carrera de investigación en pos de una alimentación más sana y, en general, de promover una vida más acorde y respetuosa con el equilibrio natural, lo que a pesar de sus polémicas opiniones le ha valido el cargo de consultor de las Naciones Unidas en todos sus organismos encargados de alguna de estas áreas del conocimiento humano.
Además, De Brouwer fue fundador junto a un grupo de "científicos rebeldes", de la Asociación contra la Contaminación Alimentaria y Medicamentosa, y autor de numerosas obras de literatura científica y de divulgación donde explica algunos de los hallazgos de sus investigaciones así como sus controvertidas teorías sobre el origen del SIDA.
De Brouwer, de nacionalidad francesa, asegura que gran parte de los males sanitarios que padece el mundo son responsabilidad directa de los Estados Unidos, "tanto de su Gobierno como de sus empresas farmacéuticas". De hecho, acusa a la CIA de haber diseñado el virus del SIDA como arma biológica experimentada en reclusos y en la población minera de los países centroafricanos.
El científico francés acusa directamente al ex secretario de Estado y ex ministro de Asuntos Exteriores de los Estados Unidos, Henry Kissinger de haber afirmado que "hemos gastado mucho dinero en diseñar este virus, pero nos servirá, al menos, para librarnos de los homosexuales y de una gran franja de la población negra norteamericana, que constituyen un cáncer para nuestra sociedad".
"Creo que el virus del SIDA se extendió por el mundo, debido a la inmigración de centroafricanos contagiados por las pruebas de la CIA en sus países de origen, y mediante el contagio de homosexuales y drogadictos por parte de ex reclusos, con quienes se había exprimentado el virus, como arma biológica, a cambio de reducciones de pena", afirma categóricamente De Brouwer en su obra "SIDA: el vértigo".
Sus afirmaciones sobre el SIDA le han valido la descalificación de buena parte de la comunidad científica internacional y el veto de la mismísima ONU en los accesos a determinados archivos estadísticos, pero no son nada en comparación con los problemas que le están acarreando sus incendiarios calificativos hacia las industrias médicas del mundo desarrollado, en general, y de Estados Unidos, en particular. Tanto es así que uno de sus éxitos editoriales "La dictadura de los laboratorios químicos y farmacéuticos", se halla en la lista negra de numerosas Facultades Medicina y de Farmacia de las universidades privadas de los Estados Unidos, y su hallazgo en manos de un estudiante allí matriculado supone, cuando menos, una grave sanción, cuando no la expulsión fulminante del centro.
Los peligros de la triple vírica
De Brouwer asegura que la inmunidad natural y la vida sana puede anular los efectos de cualquier virus dañino para nuestro organismo y, según él, la prueba está en que en ningún país desarrollado se padece peste, cólera o viruela se halla vacunado o no a la población.
"Las campañas de vacunación a niños están orquestadas por los grandes laboratorios y son negocios, de gran magnitud, amañados entre Gobiernos y empresas farmacéuticas", afirma el biólogo francés, "las vacunas crean niños que son auténticos depósitos de virus".
Las investigaciones de De Brouwer y de otros científicos afines persiguen demostrar que los virus que son inoculados con las vacunas sistemáticas (como la triple vírica) no pueden reemplazar el patrimonio genético de los virus que ya habitan en nuestro organismo.
Los partidarios de esta teoría, que De Brouwer asegura haber demostrado experimentalmente, afirman además que, por recombinación genética, los virus latentes del organismo humano, pueden activarse por efecto de la vacuna y que, al final, la vacunación sistemática y masiva acaba provocando una especie de "locura inmunológica" en el cuerpo humano.
El sistema de producción industrial de medicamentos es, según De Brouwer, el principal causante de que hayan aparecido y sigan apareciendo nuevas enfermedades víricas, y asegura que "los cuerpecitos de los niños son el principal foco infeccioso del medio, porque los virus en ellos inoculados por la vacunas sistemáticas transforman el organismo de los pequeños en el mejor caldo de cultivo para su desarrollo".
En cuanto a los ancianos, De Brouwer, está convencido de que existe una especie de eutanasia rentable con la venta de vacunas sistemáticas contra la gripe, porque según él, de un lado los laboratorios se enriquecen sacando cada año una nueva vacuna y, de otra, los Gobiernos reducen la población de la tercera edad, debido a que su sistema inmunológico es cada vez más débil a causa de esa vacuna, que "no sólo es inútil, sino además, contraproducente".
El biólogo francés es terminante cuando afirma que los niños deberían padecer las enfermedades tradicionales como la varicela, el sarampión, la viruela, las paperas o incluso la gripe, porque, según él, de esta forma se refuerza su sistema inmunitario y en la edad adulta gozan de un organismo más resistente, pero como no es así, sino que la vacunación sistemática es cada vez más frecuente en todo el mundo desarrollado, "resulta fácilmente predecible que dentro de quince años aumentarán los casos de ceguera y sordera en gente joven, y probablemente se acrecenten también los de cáncer".
De Brouwer recomienda como alternativa a la vacunación sistemática el empleo de una alimentación sana, tanto en niños como en adultos, el contacto frecuente con el aire libre en el medio natural, la práctica del deporte y de una vida sin excesos permanentes, y sobre todo la formación en estos hábitos desde la infancia. Es decir, todo lo contrario de la cultura imperante, basada en el industrialismo.
El doctor De Brouwer exculpa a los padres que vacunan sistemáticamente a sus hijos porque piensa que "ellos lo hacen pensando en el bien de sus hijos, aconsejados por médicos, en cuyo prestigio creen, pero estos facultativos están condicionados por los intereses de sus respectivos Gobiernos así como de las empresas farmacéuticas".
Amenazas de muerte y rebelión mundial
El ciudadano De Brouwer está convencido de la necesidad de la agricultura ecológica tanto como el científico, y se ha manifestado totalmente en contra de la manipulación genética de los alimentos, y de los organismos vivos, en general, porque cree que ya se están fabricando vacunas transgénicas y que éstas serán las causantes de nuevos tipos de cáncer, totalmente desconocidos e imprevistos para la ciencia actual.
El problema que más preocupa a De Brouwer no son las controversias sobre sus líneas de investigación sino, como él mismo reconoce, la imposibilidad de poner en práctica sus descubrimientos, en un mundo, como el nuestro, basado en el industrialismo. "Hay muchos y muy grandes intereses en juego como para permitir que se adopten medidas políticas que corrijan la actual situación en la que no somos más que cobayas humanas desde nuestra más tierna infancia".
De Brouwer asegura que no tiene miedo ni a la CIA, ni a los matones que puedan contratar los grandes emporios químicos y farmacéuticos, a quienes atribuye las amenazas que recibe casi a diario, sino que lo que realmente teme es que nadie en la comunidad científica ni entre la ciudadanía tenga en cuenta sus investigaciones y la situación de la salud mundial sea cada vez más catastrófica, y lo que es peor, provocada por la dejadez de todos y cada uno de nosotros.
Tras tantos años de investigación, después de tantas denuncias, al cabo de ser denigrado y cuestionado su prestigio científico, De Brouwer agradece premios como el recibido de "Vida Sana", pero no pide al mundo reconocimiento sino rebeldía, la que es necesaria contra el actual sistema, causante de los males que cualquiera aspiraría a erradicar.