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Medio Ambiente y Renovables

LOS VERDADEROS PECADOS DE LA CARNE

escrito por Jose Escribano 21 de mayo de 1999
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Empiezo con estos comentarios, absolutamente verídicos, para mostrar claramente desde el principio, el componente cultural, tradicional, y ancestral que tiene intrínseco el acto social de alimentarnos. Tanto es así, que solo entre seres humanos, y entre ciertas clases de monos, existió, y existe la antropofagia, demostrando esto nuestra disposición para echarnos a la boca a nuestra propia madre si fuera necesario.

Otra cosa bien distinta, es la estomagada que la «señora de la casa» nos pueda causar, es decir, que realmente no deberíamos comernos a nuestros semejantes, pues no estamos diseñados para ello y pueden sentarnos mal, por mucho que la dietética moderna nos aconseje el «comer de todo». Lo que ocurre, es que tanto el ser humano, como esas especies de monos antropófagos, tienen una consciencia muy especial del ser, y un miedo atroz a la muerte, llegando a cualquier cosa antes que morir de hambre, a diferencia del resto de los animales, que ante épocas de escasez, mueren de inanici¢n sin rechistar.

Lo que tratar’ de demostrar, es que nuestra «man¡a» de consumir carne y leche de animales, no es mas que una necesidad primitiva y coyuntural, y que no estamos preparados pese a todo para alimentarnos de esta manera.

Veamos que pasa, cuando llevamos cierta cantidad de tiempo consumiendo alimentos animales. Para que sea mas gr fico, compararemos dos cuerpos, el de una persona con solo 18 a_os de edad y una alimentaci¢n equilibrada, y el de una persona con 50 a_os de edad y la misma alimentaci¢n equilibrada (con carne y leche entre sus componentes).

Resultado: Salvo en el caso, de que la persona adulta tenga un metabolismo anormalmente voraz, observaremos grandes diferencias en ambas constituciones, nunca las comparaciones fueron tan odiosas.

Observamos los brazos del adulto como han perdido su forma original al lado de los brazos del joven, donde se distinguen perfectamente ciertas zonas musculares (desarrolladas o no), el rostro ha dejado de marcar las facciones en el caso del adulto, quedando todos los  ngulos mucho mas redondeados, mirando al joven, nos daremos cuenta de que es as¡, las cuencas de los ojos, los p¢mulos, las mand¡bulas, y en algunos casos hasta las orejas se han llegado a pegar a la cabeza. Para terminar, observamos el torso, donde se aprecia el mismo efecto de «redondeo» en el adulto que antes apreci bamos en los brazos, descubriendo en el torso joven algunos mosculos abdominales, e incluso la mayor¡a de las costillas. Ahora me pregunto, +es normal esto?, +esto es envejecer?, y sobre todo +que efectos tiene esta diferencia morfol¢gica sobre el resto de las funciones del individuo?.

Las diferencias que hemos apreciado, el «efecto de redondeo», no son propias del envejecimiento del cuerpo, son propias del almacenamiento en ciertos tejidos del cuerpo de materias grasas y residuos  cidos que no hemos sido capaces de expulsar de ninguna manera, la respuesta a +c¢mo han llegado hasta aqu¡ esas materias grasas? no es otra que por la v¡a alimenticia, a base de ingerir grasas animales para las que no estamos preparados, estas grasas y sus subproductos, van poco a poco deposit ndose sobre ¢rganos y mosculos que deber¡an mantenerse limpios de estas sustancias (a pesar de la edad), provocando mal funcionamiento de los mismos, y multitud de efectos secundarios, con la apariencia final de un envejecimiento que en realidad ser  prematuro. Conclusi¢n, algo no funciona bien.

Y lo que no funciona bien es nuestra idea preconcebida, heredada de nuestros antepasados, que tuvieron que solventar problemas de hambrunas como pudieron, y que han llegado hasta nuestros d¡as avaladas por la fuerza que cobra aquella pieza de carne que fue capaz en un momento dado de salvarle la vida a una familia, por ejemplo, el producto de la matanza de un cerdo durante un fr¡o y terrible invierno cuando los recursos vegetales eran inexistentes, o la inestimable colaboraci¢n de una vaca proporcion ndonos leche bien cargada de grasas con las que nuestro organismo se puede entretener durante mucho mas tiempo del que podemos ser conscientes. En definitiva «mitolog¡a».

Pero estamos a escasos d¡as de estrenar un nuevo milenio, y debemos por el bien de todos desterrar ciertas mitolog¡as de nuestras vidas, pues la industria de la carne est  causando verdaderos estragos en el planeta. Gracias a la tecnolog¡a, en los pa¡ses desarrollados no existen ya las ‘pocas de hambruna, si las cosechas son malas en -frica, los productos nos llegan de Am’rica, todos podemos comprar hoy en el super pi_as tropicales cortadas hace dos d¡as en Costa de Marfil, esto es un lujo que no sabemos apreciar, pero debemos abrir los ojos, y ver con un punto de vista mas funcional, +qu’ debemos y que podemos comer?.

Quisiera evitarlo pero tengo que hacer esta pregunta, +son sus heces a menudo excesivamente duras, o excesivamente blandas?, y con la misma frecuencia +padece usted estre_imientos o diarreas?. Si esta usted dentro del grupo que contestar¡a SI a esta cuesti¢n, debe plantearse cambiar de alimentaci¢n, pues aunque en las farmacias le vendan productos para neutralizar estas disfunciones, lo cierto es que son el resultado de una alimentaci¢n err¢nea, esto que aparentemente es normal en las sociedades modernas, no tiene nada de normal, y puede llegar a hacerse cr¢nico y plantear posteriores problemas de otro orden y mayor gravedad.

La carne, como es l¢gico, carece de fibra vegetal, la fibra vegetal est  compuesta por celulosas, no se digiere, y sirve para a_adir volumen y humedad a las heces, logrando una textura y un transito adecuado a nuestra complicada constituci¢n intestinal, muy distinta a la de los carn¡voros, que en l¡neas generales, tienen unos intestinos mas cortos. Cuando esta fibra falta en nuestra alimentaci¢n, o aunque la tomemos, no puede cumplir su misi¢n, por mezclarse con productos dif¡ciles de digerir, comienzan los problemas.

Otro mito que acompa_a a la carne es eso de que «proporciona energ¡a y vigor», nada m s falso. La carne es rica en prote¡nas, y las prote¡nas, a la hora de crear energ¡a es lo oltimo a lo que nuestro organismo acude, nuestro organismo obtiene la energ¡a que necesita de los azucares de los carbohidratos que se encuentran en las frutas, verduras, cereales etc., solo cuando hay un exceso o una carencia de carbohidratos, nuestro organismo solicita prote¡nas, y cuando esto ocurre, se consumen grandes cantidades de energ¡a para convertir ese exceso de prote¡na que generar  desechos que los ri_ones tendr n que filtrar someti’ndolos a un trabajo extra.

Tampoco parece que estemos dise_ados para tomar leche, por lo menos en las cantidades que se nos vende, la ingesti¢n de esta sustancia despu’s de los 4 a_os de edad (en los humanos), solo puede causar gases, calambres, diarreas, o en el mejor de los casos procesos leves de indigesti¢n, con los que ya nos hemos acostumbrado a vivir, pero que no forman parte del estado normal de nuestro cuerpo. Esto es as¡, porque pasados los tres o cuatro primeros a_os de vida, es decir cuando dejamos de ser lactantes, dejamos tambi’n de segregar dos enzimas fundamentales para obtener provecho de la leche, la lactasa para la digesti¢n de la lactosa (la transforma en glucosa y galactosa) y la renina para la digesti¢n de la case¡na.

Por todo esto, y porque son innumerables las enfermedades que se desprenden de las dietas carn¡voras (arteriosclerosis, cataratas, artritis, diverticulosis, hemorroides, apendicitis, hernias, varices, diversos tipos de cancer etc., etc.), deber¡amos parar un poco y pensar si lo estamos haciendo bien, porque hacerlo bien no tiene que ser a la fuerza hacer lo que hace la mayor¡a, sobre todo cuando vemos d¡a a d¡a los hospitales llenos de gente a rebosar, algunos pacientes se alimentar n mal, pero otros muchos se alimentan con dieta mediterr nea.

Por oltimo, llamar la atenci¢n sobre un punto, como se puede observar, no he entrado para nada en los m’todos de producci¢n de carne, ni en los m’todos de sacrificio y manufactura, porque eso merece un cap¡tulo a parte. Solo he querido dar una opini¢n ego¡sta desde el punto de vista de nuestra propia salud, para ofrecer una visi¢n distinta de un tema que puede ser la clave de una vida larga y confortable, y sobre el que aon no se ha dicho la oltima palabra, queda mucho por investigar, y sobre todo mucho por difundir, aunque ser  siempre en contra de industrias muy poderosas.

Una advertencia, no tome usted la decisi¢n de cambiar a una dieta vegetariana de la noche a la ma_ana, sin una supervisi¢n especializada, o sin haberse informado concienzudamente, pues puede ser la experiencia mas amarga de su vida. El cambio a una dieta vegetariana, ha de hacerse con cuidado para no sufrir problemas ni f¡sicos ni ps¡quicos, pues el organismo est  acostumbrado a una serie de sensaciones que desaparecen radicalmente al cambiar de dieta, y esto entre otras cosas, puede hacerle incurrir en graves errores. Por supuesto siempre encontrar  si lo necesita ayuda en asociaciones, o en personas que ya llevamos tiempo practicando esta sana forma de vivir, y que estamos siempre dispuestos a ayudar.

Sin animo de faltarle al respeto a nadie, y como punto final, yo en la naturaleza, no conozco ningon animal que coma «de todo», ni tampoco ningon animal adulto que tome leche, solo conozco un ingenio capaz de comer «de todo», y es el cami¢n de la basura, claro que as¡ le luce el pelo. Piense en ello.

Por JCV(1999)

Autor

  • JAE
    Jose Escribano

    Responsable de Contenidos en Informativos.Net

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