La repiqueteantes noticias de una nueva agresión a humanos por parte de estos perros (siempre en el medio urbano y con animales cuya propiedad se halla en manos de particulares) ha generado, al menos en España, un estado de alarma sin precedentes por lo que se refiere a una materia tan aparentemente anodina cual es la tenencia de mascotas.
Ya resulta bastante chocante que se pueda llamar mascota a unas criaturas cuyo sólo aspecto es lo suficiente feroz como para disuadir a cualquiera de intentar acariciarle o jugar con ellos. De hecho, una raza como el dobermann no fue «diseñada» para hacer compañía sino para evitarla. Hasta su propio nombre, de origen alemán, es aterrador: «dober», devorador «mann», de hombres.
Otras razas caninas como el mastín o el pastor alemán, de gran tamaño ambos, denotan el origen campestre de estos animales cuyo medio ambiente natural eran las montañas. La extracción de su ecosistema natural para su domesticación hace milenios no alter¢, en principio, su patrimonio gen’tico fundamental sino que lo puso al servicio de los humanos como auxiliar ganadero.
El problema para mastines y dem s perros pastores surgi¢ cuando lejos de monta_as o praderas, el animal racional tuvo la feliz idea de insertar al viejo ayudante de pastor en apartamentos, pisos, calles con tr fico y sem foros, o reducidas zonas verdes y dem s paisajes urbanos caracter¡sticos. Inevitablemente el animalito, con frecuencia se volvi¢ loco y sus reacciones no pudieron ser m s que depresivas o violentas.
Los propios humanos padecemos esos mismos s¡ntomas causados por la «urbanitis», pero nosotros, al menos, tenemos cultura, educaci¢n, sistemas de represi¢n por encima del c¢digo gen’tico.
+Es entonces una cuesti¢n de educaci¢n del animal? Eso parecen defender quienes apoyan la tenencia de perros «monstruosos» o de canes pastores en condiciones igualmente «mostruosas».
Desde luego, la educaci¢n de un animal, por definici¢n dom’stico, influye bastante en su comportamiento as¡ como las h bitos del propietario del perro en relaci¢n a ‘ste y a la ciudadan¡a, pero lo que no se puede es ir en contra de la madre naturaleza.
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