Se acerca irremediablemente el verano, esa maravillosa época del año caracterizada por el disfrute extra que lleva consigo el aumento de horas de sol, y la reducción en las jornadas laborales de algunos afortunados, época en la que renace también cada año, esa clase de ôhijo de su madreö que me gustaría echarme a la cara, conocido con el nombre científico de ôincendiario estivalö, el nombre vulgar, todos lo sabéis.
Y es que una vez mas la ignorancia aparece como madre del desastre, porque no se puede ser consciente de lo que significa un bosque, y prenderle fuego, no me creo que el ôincendiario estivalö sepa, que los arboles producen suelo fértil, que evitan la erosión y la desertización, no puedo creer que un ôincendiario estivalö sepa que aún contaminando al ritmo que lo hacemos, el recalentamiento del planeta se puede evitar con una buena masa forestal, pues los bosques liberan oxígeno y agua en la atmósfera. No puedo creer que el tipo ese, sepa que los bosques crean las condiciones adecuadas para generar lluvia que limpiará el aire al caer, ni que sepa que la biodiversidad está garantizada en el seno de un bosque, que los arboles nos dan productos agroquímicos, farmacológicos, alimenticios, y que a sabiendas de todo esto, le prenda fuego la mayoría de las veces por un puñado de billetes que sin duda consumirán su vida, pues si lo supiese y a pesar de eso actuase de esta forma, no sería un ignorante, sería un loco peligroso que por su propio bien debería hacerse ver por un especialista.
Resulta patético, hacer un viaje en automóvil o en tren, y divisar kilometro tras kilometro el mismo paisaje de desolación, terrenos que en tiempos fueron dedicados a la agricultura, que hoy se resquebrajan bajo el sol del verano, y que antes de todo esto estuvieron repletos de árboles.
Desde 1950, nuestro querido planeta azul, ha perdido ya mas de la mitad de sus árboles, actualmente, mas del 10% de las especies conocidas se encuentran en peligro de extinción, siendo el principal factor de esta masacre, la agricultura sin cultura, la expansión urbana, y los incendios, ¿hasta cuando?.
La mayoría de los terrenos agrícolas, como ya contamos en otras ocasiones, producen grano y pasto para alimentar al ganado del que a su vez se alimentan algunos seres humanos, pero también se puede alimentar al ganado con ciertas especies de árboles y arbustos forrajeros, que nunca se tienen en cuenta, basta con realizar el adecuado estudio de relación entre el ganado a alimentar y el terreno del que se dispone para cultivar, basándonos en factores nutricionales, calidad bromatológica, producción y versatilidad agronómica, y factores medioambientales, dándose el caso de que en muchas ocasiones este forraje supera en calidad alimenticia incluso a los concentrados comerciales.
En cuanto a la expansión urbana, afortunadamente tanto los arquitectos, como las administraciones parecen cada día mas concienciados, y tienden a insertar en los núcleos urbanos, «zonas verdes», que si bien nunca están lo suficientemente cuidadas y aprovechadas, si es cierto que el terreno se respeta para este propósito, y cuando nos sucedan las generaciones venideras, que sin duda alguna serán mucho mas inteligentes que nosotros, podrán utilizar estos terrenos para plantar árboles y salvar a la especie humana del suicidio inconsciente al que se está sometiendo.
Con el «incendiario estival», no pienso perder mas tiempo ni esfuerzo, ya le he dedicado mas atención de la que merece, solo desearle que de repente se transforme en un individuo consciente de sus actos, y que apoderado por el pánico se convierta en un protector de árboles compulsivo. No obstante y por si acaso, plantemos un árbol.