A todo ello se une la explotación despiadada de los reclusos en busca de obtener altas ganancias a costa incluso de la salud de los prisioneros. A éstos se les exige que trabajen como condición para acceder a los «beneficios» estipulados por el Código Penal (libertad al cumplimiento de la mitad o de las dos terceras partes de la condena según el caso). Los presos acometen las labores con muy pocos o ningún medio de protección.
Un ejemplo de esta triste realidad es la planta de fundición de aluminio ubicada en la prisión de mayor rigor Kilo Cinco y Medio, en las afueras de la ciudad de Pinar del Río. Es de destacar que ese metal, el aluminio, tiene una alta demanda en el mercado internacional, por lo que el aporta al Ministerio del Interior de Cuba (MININT) altas ganancias con bajos costos de producción.
En la referida planta de aluminio la actividad se realiza de forma artesanal y los presos que all¡ laboran, sin ningon medio de protecci¢n, muestran altos ¡ndices de lesiones por accidentes del trabajo.
El horno para fundir el metal, que utiliza Fuel Oil de combustible, despide una densa humareda y llamaradas a altas temperaturas, a la vez que se producen frecuentes derrumbes debido al p’simo estado de sus paredes de ladrillos refractarios.
Cuando el metal est en estado l¡quido es trasladado hacia los moldes en unas cubetas que son cargadas por parejas de presos. Este es el momento de mayor peligro en esa instalaci¢n, pues es en ese punto del proceso precisamente donde se producen los derrames y salpicaduras de metal licuado.
Los confinados que desempe_an esa labor no reciben ropa, calzado ni guantes adecuados. Trabajan con la vestimenta propia ya que ni siquiera se les entrega el uniforme de preso, consistentes en un short, una camisa sin cuello ni mangas y zapatos pl sticos. La direcci¢n del penal Kilo Cinco y Medio dice que carece de esas prendas.
En cuanto a la alimentaci¢n es la misma que reciben los restantes reclusos, que no trabajan, e incluso menos pues el comedor del rea de trabajo no autoriza las dietas, consistentes en aumentar un poco la escasa raci¢n diaria a aquellos presos que por prescripci¢n m’dica se les asigna en las reas donde est n encerrados.
C lculos conservadores aseguran que por cada «colado» (fundici¢n) se recibe una ganancia que oscila entre 480 y mil 250 d¢lares. En ocasiones se realizan dos «colados» al d¡a, repiti’ndose unas veinte veces por mes (esa operaci¢n).
Los reclusos reciben un salario en moneda nacional. Esa remuneraci¢n puede alcanzar la cifra de hasta 130 pesos (6 d¢lares al cambio vigente) de los que se les descuenta un 45 por ciento por concepto de alimentaci¢n, vestuario (que no se le suministra en la mayor¡a de los casos) y art¡culos de aseo personal (tambi’n muy escasamente distribuidos a los presos). Del dinero restante muy poco llega a los hogares de los confinados a causa del alto grado de corrupci¢n existente en el aparato administrativo del penal y sobre el cual se han dado a la publicidad varios hechos escandalosos.
Pese al alto grado de riesgo de accidentes, los servicios m’dicos a los prisioneros de Kilo Cinco y Medio carecen de los m s elementales recursos y, en ocasiones, los lesionados en el trabajo permanecen en espera de que aparezca un veh¡culo para trasladarlos al hospital, pues la onica ambulancia con que cuenta el penal esta roto hace m s de cinco a_os.
Hace algunos meses, un vocero del r’gimen de Cuba llamado Reinaldo Taladrid cuestion¢ el sistema carcelario de Estados Unidos. No es la intenci¢n de este escrito cuestionar a su vez el an lisis de Taladrid, pero s¡ le recomiendo que conozca a Cuba primero y al extranjero despu’s.
Esta informaci¢n ha sido transmitida por tel’fono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
V¡ctor Rolando Arroyo
UPECI ( CubaNet)