Pareces indio, o hueles a negro, dicen algunas madres a los hijos que no quieren bañarse, en los países de más fuerte presencia indígena o negra. Pero los cronistas de Indias registraron el estupor de los conquistadores, ante la frecuencia con que los indios se bañaban; y desde entonces han sido los indios, y más tarde los esclavos africanos, quienes han tenido la gentileza de trasmitir, a los demás latinoamericanos, sus costumbres de higiene.
La fe cristiana desconfiaba del baño, que se parecía al pecado porque daba placer. En España, en tiempos de la Inquisición, quien se bañaba con alguna frecuencia estaba confesando su herejía musulmana, y podía acabar sus días en la hoguera. En la España de hoy, el árabe pobre es nada más que moro: para los racistas, moro hediondo. Sin embargo, como sabe cualquiera que haya visitado esa fiesta del agua que es la Alhambra de Granada, la cultura musulmana es una cultura del agua desde los tiempos en que la cultura cristiana negaba toda agua que no fuera de beber. En realidad, la ducha se populariz¢ en Europa con considerable demora, m s o menos al mismo tiempo que la televisi¢n.
Los ind¡genas son cobardes y los negros asustadizos, pero ellos han sido siempre buena carne de ca_¢n en las guerras de conquista, en las guerras de independencia, en las guerras civiles y en las guerras de fronteras de Am’rica Latina. Indios eran los soldados que los espa_oles usaban para masacrar indios en la ‘poca de la conquista. En el siglo diecinueve, la guerra de independencia fue una hecatombe para los negros argentinos, siempre ubicados en la primera l¡nea de fuego. En la guerra contra Paraguay, los cad veres de los negros brasile_os regaron los campos de batalla. Los indios formaban las tropas de Pero y Bolivia, en la guerra contra Chile: «esa raza abyecta y degradada», como la llamaba el escritor peruano Ricardo Palma, fue enviada al matadero, mientras los oficiales hu¡an gritando ¥Viva la patria! En tiempos recientes, los indios pusieron los muertos en la guerra entre Ecuador y Pero; y no hab¡a m s que soldados indios en los ej’rcitos que arrasaron las comunidades indias en las monta_as de Guatemala: los oficiales, mestizos, cumpl¡an en cada crimen una feroz ceremonia de exorcismo contra la mitad de su sangre. (Al/QR//Pno/Dh-Vi/mc)
Eduardo Galeano
