Coincidente con la fecha de la conmemoración de la independencia Centroamericana el 15 de septiembre, el Segundo Encuentro de Feministas en Costa Rica, a realizarse entre el 14-17 en Puerto Viejo en Limón, sentará las bases politico-organizativas del IX Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe a realizarse en tierra tica en mayo del 2002. Entre sus temas principales están la autonomía, la diversidad y la democracia.
En 1821 los pueblos de la región proclamaron su independencia con respecto a España, convirtiéndose en repúblicas autónomas. Entre otras cosas, ello les permitió relacionarse en el mundo desde sus propias identidades como naciones. Quienes aparecieron liderando las gestas libertarias, heredaron – y en otros casos usurparon – la representación del resto.
En ese entonces, la participación política de las mujeres en esas gestas permanecía invisibilizada y fuera de los puestos de liderazgo. Más adelante, cuando los pueblos lograron armar sus procesos de democracia electoral, las mujeres no votaron, ni aparec¡an en las papeletas de candidaturas.
Ha transcurrido el tiempo, y la situaci¢n ha cambiado bastante, pero estructuralmente, permanece igual para las mujeres. Al cierre del viejo milenio, en el nuevo mundo ellas cuentan con una gran acumulaci¢n de derechos legales conquistados, en cuenta el derecho a la participaci¢n pol¡tica y al voto. Ello fue producto de grandes jornadas de movilizaci¢n y organizaci¢n propia, conjugadas con las «se_ales de los tiempos» que reconocieron las incipientes democracias liberales y hasta algunas dictaduras cuando tuvieron que comenzar a liberar la mano de obra femenina para industrializar los paises.
Pero el aporte de las f’minas rara vez se contabiliza como tal: los partidos pol¡ticos en los que militan, capitalizan sus conquistas. Los gobiernos en los que muchas de ellas asumen puestos de presidentas, vice-presidentas, ministras y vice-ministras o funcionarias poblicas, asumen la autor¡a de sus propuestas. Las consultoras de organismos internacionales ponen sus nombres en las investigaciones, pero son los organismos que las contratan los que reciben los laureles. Y aon en el seno de la sociedad civil, las organizaciones con las que trabajan las mujeres, se ganan los cr’ditos de sus luchas y sus conquistas.
Ello no es un problema de visibilidad exclusivamente: el principal problema de la invisibilidad es que, al permanecer sin identidad y organizaci¢n propia en las luchas, las mujeres quedan sin capacidad de negociaci¢n. Y quien no est en la negociaci¢n, no puede traer con voz propia sus intereses, quedando a merced de quienes quieran favorecerlas bajo sus propios intereses. He aqu¡ un tema de democracia.
La autonom¡a de las mujeres y de su movimiento es un de los principales debates de fin de milenio entre las feministas de Am’rica Latina y del Caribe. Entre otros factores, ello se debe a que hasta muy recientemente ellas han salido de la marginalidad, irrumpiendo en las agendas poblicas desde los m s diversos escenarios pol¡ticos.
Han acumulado derechos formales, en cuenta el de estar en cargos poblicos. Han acumulado expresi¢n pol¡tica propia en el seno de los movimientos sociales, y han irrumpido como especialistas en las instancias de cooperaci¢n t’cnica a nivel internacional. Han sido afirmadas como sujetas de derecho en el mbito dom’stico.
Pero en el proceso de integraci¢n de las mujeres a la arena pol¡tica formal, algo ha pasado con su movimiento. Parad¢jicamente, en ese proceso de avance, se ha desdibujado, y en muchos casos desarticulado, su fuerza pol¡tica: muchos de los avances formales, las mujeres no logran que se implementen; nunca como ahora las mujeres cuentan con tantos derechos, y a la vez con tan poca fuerza real para lograr que se respeten; nunca como antes, con tanta presencia y tan poca representaci¢n.
Corresponde a las feministas, donde quiera que se encuentren, descodificar qu’ relaci¢n tiene este fen¢meno pol¡tico con la autonom¡a, y c¢mo construirla desde la diversidad de lugares que ocupamos en la sociedad.
Que el grito de independencia de las mujeres en el nuevo milenio, al menos nos lleve a repensarnos y dise_ar estrategias colectivas que contemplen el Estado, el gobierno, las agencias y las organizaciones de la sociedad civil, trascendiendo m s all de ellas, para construir fuerza propia en el proceso de incidencia.