Desde que las cookies hicieran su aparición en la arena de Internet, se han visto permanentemente envueltas en la polémica, atrayendo un interés anormalmente desmesurado en los medios. Se las asocia comúnmente con amenazas a la intimidad, violación de la privacidad y peligros a veces más terribles.
A pesar de que los grupos de anunciantes y de marketing mantienen una guerra particular con ciertas organizaciones, que por su parte promueven campañas de protección de la intimidad en la Red, lo cierto es que las cookies continúan utilizándose extensivamente en todo tipo de sitios web y la tendencia apunta a que su uso crecerá con el tiempo.
Las cookies constituyen una potente herramienta empleada por los servidores web para almacenar y recuperar información acerca de sus visitantes: conservan información entre páginas sucesivas que visita el usuario, extendiendo significativamente las capacidades de las aplicaciones cliente/servidor basadas en la Web. Mediante el uso de cookies se permite al servidor recordar algunos datos concernientes al usuario, como sus preferencias para la visualizaci¢n de las p ginas de ese servidor, nombre y contrase_a, productos que m s le interesan o, simplemente, un identificador onico.
¨Pero qu’ es exactamente una cookie? Una cookie no es m s que un fichero de texto simple que algunos servidores piden a nuestro navegador que escriba en nuestro disco duro. El contenido de la cookie lo dicta el servidor y normalmente consistir en un nomero para identificar un¡vocamente al visitante. Este nomero se utiliza como ¡ndice en una gran base de datos, en la que se va almacenando la mayor cantidad posible de informaci¢n acerca de lo que el visitante ha estado haciendo por sus p ginas: qu’ enlaces sigue, qu’ p ginas lee, qu’ fotos mira, qu’ documentos o programas descarga, etc. De esta forma, si el usuario apaga el ordenador y se conecta de nuevo al d¡a siguiente, la cookie permitir identificarle, reconoci’ndole como el mismo usuario del d¡a anterior, con lo que se puede continuar recabando informaci¢n acerca de ‘l. La cookie actoa como esos anillos que se pone a los p jaros en la patita, para poder seguir sus movimientos y migraciones.
En s¡, esta t’cnica no parece muy preocupante. De hecho, cuando visitemos sitios que nos han enviado cookies, recibiremos propaganda cada vez m s personanalizada, ya que el anunciante va conociendo con gran precisi¢n nuestros h bitos y gustos, lo cual puede resultar deseable. Y al fin y al cabo, s¢lo nos conocen por un nomero, no por nombre y apellidos. Desgraciadamente, a menudo se rellenan formularios con el nombre, apellidos, direcci¢n, tel’fono y a veces incluso datos aon m s privados y sensibles. A partir de ese momento, si el formulario se env¡a a un sitio del que hemos recibido una cookie, la asociaci¢n entre el identificador an¢nimo de la cookie y nuestros datos personales, introducidos en el formulario, resulta inmediata. De ah¡ en adelante ya no es un nomero el que navega, sino un ciudadano con su nombre y domicilio.
El reciente anuncio de Kevin O’Connor, fundador y presidente de DoubleClick (www.doubleclick.com), la mayor red de anunciantes y env¡o de cookies para marketing personalizado, ha provocado un gran revuelo en los c¡rculos defensores de la intimidad en Internet: segon sus palabras, DoubleClick planea cruzar la informaci¢n recopilada en Internet (on-line), a trav’s de cookies y formularios, con la informaci¢n recopilada por otras compa_¡as al margen de la Red (off-line).
Ahora el panorama s¡ que empieza a perfilarse como un escenario Orwelliano, en el que se siguen a conciencia todos los movimientos de los ciudadanos en un mundo que camina hacia la informatizaci¢n y automatizaci¢n progresiva de todos los procesos. Cada d¡a se hace un mayor uso de tarjetas, de cr’dito y de todo tipo: la tarjeta Caprabo para ganar puntos para descuentos mensuales en las compras del supermercado, la tarjeta VIPS para ahorrar dinero VIPS y obtener descuentos en comidas y cenas, la tarjeta del Corte Ingl’s, la tarjeta de Repsol, la tarjeta de MasterCard gratuita que distribuye la compa_¡a el’ctrica entre sus clientes, las tarjetas de cr’dito y d’bito habituales con las que se compra en cualquier tienda o se reservan entradas para el pr¢ximo concierto o se paga la habitaci¢n del hotel. Hay tarjetas para todo y las tarjetas Visa, AMEX y MasterCard cada vez se usan en m s y m s pagos. El peaje electr¢nico est a la vuelta de la esquina, funcionando ya en muchos pa¡ses; se registran todas las llamadas desde m¢vil y fijo: a qu’ nomero se llam¢, cu nto tiempo dur¢ la llamada.
+Nunca ha pensado que queda un registro electr¢nico de todas sus compras y servicios pagados con esa multitud de tarjetas? La facilidad de tratamiento masivo de la informaci¢n que ofrecen los modernos sistemas inform ticos, unida a la f cil movilidad de los datos, gracias a las redes de comunicaciones cada d¡a m s extendidas, posibilitan la compilaci¢n de gigantescos historiales sobre la vida personal de los ciudadanos: h bitos de compra, gustos musicales, destinos de viaje preferidos, lecturas favoritas, alimentaci¢n, tantas cosas que pueden llegar a conocerse a partir del uso que hace de sus tarjetas.
Nuestra vida moderna deja una profunda huella digital, de la que cre¡amos que pod¡amos escapar en Internet, donde no nos vemos las caras, por donde navegamos desde la comodidad y aparente anonimato de nuestros hogares. El anuncio de O’Connor derriba incluso esta quimera. Ambos rastros, el de Internet y el del mundo cotidiano, pueden combinarse y DoubleClick, la mayor red de marketing en Internet, que incluye m s de 1500 sitios, entre los que se cuentan Altavista, The Wall Street Journal o The New York Times, ha anunciado sus planes de hacerlo realidad. Los mundos on-line y off-line, una vez relacionados, pueden ofrecer tal cantidad de informaci¢n acerca del usuario, que ser necesario revisar los conceptos actuales de privacidad y anonimato. Internet y el r pido avance de las tecnolog¡as de la informaci¢n y comunicaciones claman por una reestructaraci¢n de nuestra ‘tica en el mbito del ciberespacio, sacudida ya por la conducta escandalosa de los nuevos ciber-ricos.
Como sostiene Lawrence Lessig en su pesimista libro «Code and Other Laws of Cyberspace», pronto una combinaci¢n de contrase_as, filtros, cookies, identificadores digitales, libros y materiales de pago mientras se contemplan («pay as you view downloadable books») pueden transformar Internet en un lugar oscuro, donde los instrumentos actuales de libertad y privacidad pueden ser borrados por una emergente arquitectura de ojos que todo lo ven.
Como siempre, la oltima palabra la tiene el usuario, que debe exigir a los sitios web que visite una clara pol¡tica de privacidad, que se le explique llanamente qu’ se hace con sus datos personales y se le ofrezca siempre la posibilidad de entregarlos solamente si quiere. En vez de seguir el esquema actual de obtener datos y ofrecer luego al usuario la posibilidad de darse de baja (opt-out), tiene m s sentido el proporcionarle la posibilidad de suministrar sus datos personales s¢lo si as¡ lo desea, cuando se le haya explicado por qu’ se solicitan y qu’ ventajas le reportar entregarlos (opt-in).
Un enfoque racional y flexible del uso y recogida de datos personales en Internet puede conducir a una Sociedad de la Informaci¢n en la que todos ganamos. El usuario debe gozar del control sobre sus datos y decidir a qui’n se los entrega. Si las empresas de marketing y de venta de servicios y mercanc¡as en la Red se niegan sistem ticamente a ceder el control a los ciudadanos, no queda m s remedio que recurrir a herramientas para asegurar la privacidad y el anonimato. Afortunadamente, existen numerosas herramientas para restringir el uso de las cookies y el rastreo de los navegantes y para ocultar la identidad.
En cualquier caso, el primer paso hacia una sociedad digital responsable y no controlada por el poder econ¢mico o social es que los ciudadanos tomen conciencia de que sus datos son recopilados y comprendan los procesos por los que esta acumulaci¢n de informaci¢n tienen lugar. ¨C¢mo va a reaccionar un ciudadano desinformado que ni siquiera sabe que sus datos personales son almacenados con fines desconocidos? La informaci¢n representa la delgada l¡nea entre manipulaci¢n y libertad.
M s informaci¢n:
Todo sobre las cookies
http://www.iec.csic.es/criptonomicon/cookies
Listas Robinson
http://www.fecemd.org
Centro para la Democracia y Tecnolog¡a
http://www.cdt.org
Gonzalo -lvarez Mara_¢n
criptonomicon@iec.csic.es
http://www.hispasec.com