Sería un contrasentido que los ciudadanos permaneciesen ajenos a la definición del papel de los reguladores en la sociedad actual porque en última instancia serán destinatarios de sus actuaciones, o llegado el caso, afectados por su injusto proceder.
La Asociación de Internautas como parte de la sociedad civil debe, transcendiendo los asuntos que día a día nos ocupan en relación con el desarrollo de la red, participar de esa reflexión colectiva a la que antes se aludía.
Pretendemos con ello aportar elementos al estudio de iniciativas que suponemos habrán iniciado los propios Reguladores, el Parlamento y el Gobierno para lograr que cumplan realmente los objetivos previstos, aportando credibilidad y confianza; dos valores indisociables y básicos para la salud democrática.
Es preciso comenzar nuestro razonamiento constatando que en esta era global, de liberalización y mercado a ultranza, la frontera entre la esfera privada y pública se ha convertido en una «delgada línea roja» que tolera una permeabilidad entre ambos c¡rculos peligrosa para los intereses generales. Al trasiego por esta frontera no son ajenos los miembros de los ¢rganos reguladores o los cargos institucionales. Quiz el caso Bangheman nos ayude a recordar.
A lo largo de esa l¡nea, cada vez m s borrosa, cruzar de un lado al otro es una pr ctica que se realiza con m s frecuencia de la deseable, siendo susceptible de generar una confusi¢n de intereses que, cuando se produce y aflora poblicamente nos escandaliza como ocurre en la actualidad.
Al lado de este hecho, otro no menos desafortunado, contribuye a que la onda expansiva en casos como el reciente, adquiera una dimensi¢n pol¡tica: me refiero a la segunda y tambi’n «delgada l¡nea roja», la que existe entre un ¢rgano regulador y el aparato pol¡tico de un Estado, porque, a fin de cuentas es ‘ste el que, reiterando un vicio muy nuestro, nombra o designa a los miembros del ¢rgano regulador en particular a sus presidentes; o simplemente lo hace a su medida.
Parece como si se pretendiese tener una coartada, la que facilita el ¢rgano regulador con sus razonamientos para adoptar decisiones que corresponde al ¢rgano pol¡tico adoptar; o bien pudiera pensarse que el ¢rgano regulador est para tomar determinadas decisiones en funci¢n de un inter’s pol¡tico, en tanto que, el aparato del Estado aparentemente carece de responsabilidades.
Demasiada pleites¡a la que tienen que afrontar los reguladores. Pero, al lado de estos problemas estructurales susceptibles de afectar a los reguladores est n otros que es necesario tener en cuenta que pueden, desde luego, tener que ver con los comentados.
Por ejemplo, su concepto de mercado, competencia. Un concepto restringido predispuesto a entenderlo desde el punto de vista de la oferta. Ya sea para que ‘sta se comporte con pr cticas correctas entre las empresas que concurren, es decir, para que no se lesionen entre ellas de forma il¡cita, ya sea, para incrementar la competencia en el mercado.
En principio ambos objetivos pueden ser positivos, pero son parciales sino est n orientados por el beneficio a los consumidores, al conjunto de los consumidores o ciudadanos, al inter’s general.
Alguien podr decir que las Leyes limitan la capacidad de los reguladores. S¡, es cierto. Tan cierto como que nos ponen l¡mites a todos. Ahora bien, la cuesti¢n es: dentro de los l¡mites establecidos legalmente +pueden los reguladores actuar de modo tal que den confianza a la oferta y a la demanda?, + pueden hacerlo transcendiendo su estrecho concepto de mercado?, +pueden hacerlo salvando las delgadas l¡neas rojas?. Podr¡an. Quiz s mejorando algunos aspectos legislativos y funcionales -severas incompatibilidades, designaci¢n por el Parlamento… – y, sobre todo, actuando de modo transparente. Aunque s¢lo «vigilen» a la oferta realmente, +Gescartera hubiese alcanzado estos niveles si se hubiesen adoptado decisiones y ‘stas se hubiesen hecho poblicas?. Posiblemente, no.
La informaci¢n, la transparencia es una regla b sica para el buen funcionamiento de las instituciones, m s aon cuando ‘stas se suponen que regulan el correcto funcionamiento del mercado. Los reguladores americanos, en muy diversos mbitos tienen un prestigio s¢lidamente asentado, entre otras cosas por actuar con transparencia.
En Espa_a, la Asociaci¢n de Internautas ha solicitado a la Comisi¢n del Mercado de las Telecomunicaciones y hoy lo vuelve hacer, el nomero de irregularidades que se han cometido en la preselecci¢n de operadores telef¢nicos, as¡ como, la relaci¢n de operadores que las han cometido. Hasta ahora hemos obtenido el silencio. El secreto. +A qu’ clase de mercado tendemos?.
Otro ejemplo: la Federal Communications Comisi¢n, FCC el correspondiente a la CMT espa_ola ha sido el primer ¢rgano que descubri¢ el esc ndalo del slamming (captaci¢n de clientes mediante consentimiento t cito). A su sombra, numerosos Estados y senadores desataron una campa_a contra estas pr cticas. En Espa_a, la CMT no s¢lo no pone freno, acelera en otra direcci¢n..
En fin. Resumamos la receta: un r’gimen severo de incompatibilidades y control; designaci¢n de los reguladores por el Parlamento, una pizca de consideraci¢n hac¡a los ciudadanos como parte del mercado, un pellizco de inter’s general y todo esto regado con abundante transparencia.
Asociaci¢n de Internautas