Reducción de un 8% para el conjunto de la Unión Europea, un 7% para EE UU (si ratifica el Protocolo) y un 6% para Japón. Ucrania, la Federación Rusa y Nueva Zelanda se comprometen a mantener sus emisiones de 1990.
En conjunto la reducción global acordada es de un 5,2% para los países industrializados.
El Protocolo no obliga en una primera fase a los países en desarrollo, dadas sus reducidas emisiones por habitante. Los países industrializados, con el 20% de la población mundial, son responsables de más del 60% de las emisiones actuales, y de la práctica totalidad de las emisiones históricas, y a pesar de estos hechos incuestionables, EE UU pretende condicionar la ratificación del Protocolo a la asunción de compromisos por parte de China (el segundo emisor mundial) y otros países en desarrollo,contradiciendo el llamado Mandato de Berlín, alcanzado en la COP1 en 1995.
El Protocolo de Kioto ha sido firmado por cerca de 100 partes, aunque aún no lo han ratificado los países industrializados, y según Los verdes-izquierda Verde es un paso totalmente insuficiente para evitar el cambio clim tico aon en el caso de aplicarse de forma estricta, pero incluso este m¡nimo compromiso se ve amenazado por los «detalles» de la aplicaci¢n y el desarrollo de algunos instrumentos del protocolo en la Conferencia de las Partes en Marrakech en noviembre de 2001, como el mecanismo de desarrollo limpio (CDM) de cooperaci¢n de los pa¡ses industrializados con los pa¡ses en desarrollo (art¡culo 12 del Protocolo), los sumideros (art. 3.3, 3.4 y 3.7), el intercambio de emisiones, las iniciativas de aplicaci¢n conjunta (Joint Implementation) entre pa¡ses industrializados (art. 17) y el cumplimiento y las sanciones en caso de incumplimiento.
El a_o base se compone de las emisiones de 1990 de CO2, CH4 y N2O, y las emisiones de 1995 de los compuestos perfluorocarbonados (PFC), compuestos hidrofluorocarbonados (HFC) y hexafluoruro de azufre). Al considerar como a_o base 1995 para los gases PFC, HFC y SF6, en vez de 1990, segon el art¡culo 3.8 del Protocolo de Kioto, las emisiones del a_o base de los pa¡ses del Anexo I aumentan en un 1%, que es uno m s de los varios agujeros pensados para aminorar el esfuerzo dom’stico. Los agujeros igualan o superan a las reducciones requeridas en el marco del
protocolo, y podr¡an permitir a los pa¡ses industrializados cumplir sus compromisos sin apenas acciones en sus propios pa¡ses.
1.2. CONFERENCIAS DE LAS PARTES
La Conferencia de Marrakech es la oltima COP (COP7), y en ella se pretende cerrar los flecos pendientes tras el acuerdo alcanzado en Bonn en julio de 2001. La 6 Conferencia de las Partes del Convenio Marco sobre Cambio Clim tico tuvo lugar en La Haya (Holanda), entre el 13 y el 24 de noviembre de 2000, y acab¢ en Bonn en julio de 2001. La COP1 tuvo lugar en Berl¡n en 1995, y desde entonces la COP tiene lugar todos los a_os. El Convenio Marco sobre Cambio Clim tico se aprob¢ en 1992 en R¡o de Janeiro, y ha sido firmado y ratificado por 181 pa¡ses; el Protocolo de Kioto, que desarrolla el Convenio, se aprob¢ en 1997.La COP de Marrakech en noviembre de 2001 deber¡a aprobar los principios, modalidades, reglas y gu¡as de los llamados Mecanismos del Protocolo: comercio de emisiones, las iniciativas de aplicaci¢n conjunta (Joint Implementation, JI), el mecanismo de desarrollo limpio (CDM), los sumideros y los temas referidos al cumplimiento. Estos mecanismos pretender aumentar la flexibilidad y reducir los costes de reducci¢n de las emisiones. Igualmente debe adoptar un sistema que regule el cumplimiento del Protocolo, la transferencia de tecnolog¡a y formaci¢n a los pa¡ses en desarrollo, y tambi’n se abordar la pol’mica cuesti¢n de los sumideros (el crecimiento de la vegetaci¢n absorbe carbono de la atm¢sfera). Los pa¡ses en desarrollo son los m s vulnerables al cambio clim tico, y requieren asistencia para adaptarse a ‘ste.
Los acuerdos a aprobar son complejos y dif¡ciles, y las posiciones de las diversas partes est n muy alejadas, por lo que cabe esperar una dura negociaci¢n, con resultados impredecibles. Los intereses en juego son enormes. La industria nuclear trat¢ sin ‘xito de incluirla como una alternativa, y las multinacionales del petr¢leo y otros combustibles f¢siles tratan de frenar cualquier acuerdo que vaya contra sus intereses, al igual que los pa¡ses productores de combustibles f¢siles. EE UU, junto con sus aliados (Jap¢n, Canad y Australia, entre otros), trat¢ de agrandar los agujeros, para evitar cualquier reducci¢n en sus propios pa¡ses, y pretende que los pa¡ses en desarrollo se comprometan a reducir sus emisiones, lo que va contra la equidad, el llamado Mandato de Berl¡n, y el esp¡ritu y la letra del Protocolo. Rusia y Ucrania pretenden vender el llamado aire caliente a EE UU y otros pa¡ses del Anexo I, y est n m s interesadas por los posibles ingresos que por el propio cambio clim tico y sus repercusiones. La Uni¢n Europea tiene, en general, las posiciones m s avanzadas entre los pa¡ses del Anexo I, gracias a la presi¢n de la opini¢n poblica europea. Por lo que se refiere a los pa¡ses en desarrollo, ‘stos rechazan cualquier medida que pueda impedir su desarrollo, ven con preocupaci¢n las repercusiones en sus pa¡ses y en algunos casos tratan de obtener fuentes adicionales de capital a trav’s del CDM.
En Marrakech, como ya sucedi¢ en Kioto, el acuerdo este se alcanzar en el oltimo minuto, y tras una dura negociaci¢n. La sociedad civil debe movilizarse, pues de otra manera acabar n prevaleciendo los intereses de las grandes multinacionales, responsables de buena parte de las emisiones de gases de invernadero, que ejercen y tienen un gran poder sobre los gobiernos.
1.3. Ratificaci¢n del Protocolo de Kioto
Para que el Protocolo de Kioto entre en vigor debe ser ratificado por un nomero suficiente de pa¡ses, que en conjunto sean responsables del 55% de las emisiones de los pa¡ses industrializados (Anexo I). Dada la postura de la administraci¢n Bush y la correlaci¢n de fuerzas en el Congreso y en el Senado de EE UU, y su oposici¢n a la ratificaci¢n, ‘sta no est ni mucho menos asegurada. La elecci¢n de Bush como presidente cre¢ un panorama muy sombr¡o para la ratificaci¢n por EE UU. Estados Unidos, con el 36,1% de las emisiones en 1990 de los pa¡ses del Anexo I, en la pr ctica casi tiene poder de veto, mas cuando cuenta con la complicidad de otros pa¡ses, como Jap¢n y Australia, e incluso Rusia (17,4% de la emisiones en 1990).
Los Verdes-Izquierda verde, al igual que el CAN, que agrupa a las m s importantes organizaciones ecologistas internacionales (284 ONG con m s de 10 millones de socios en todos los continentes, entre ellas el WWF, FOEI y Greenpeace), han solicitado que a m s tardar el Protocolo de Kioto entre en vigor en el a_o 2002, coincidiendo con la Cumbre R¡o+10. La COP de Marrakech, en noviembre de 2001, deber¡a aprobar las reglas de aplicaci¢n del Protocolo de Kioto.
Lo deseable ser¡a que los objetivos del compromiso cuantificado de limitaci¢n o reducci¢n de las emisiones de los gases de invernadero de los pa¡ses del Anexo B del Protocolo se alcanzasen, sobre todo, merced a pol¡ticas dom’sticas. Varios pa¡ses hacen hincapi’ en las llamadas medidas o mecanismos de flexibilidad, e incluso plantean la posibilidad de «tomar prestadas» emisiones futuras, todo antes de plantearse seriamente programas dom’sticos de reducci¢n de emisiones, lo que muy probablemente supondr¡a, entre otras pol¡ticas, una nueva fiscalidad ecol¢gica.
Los procesos futuros de revisi¢n del Protocolo deben basarse en el trabajo cient¡fico del IPCC, y no en los intereses particulares de unas pocas grandes multinacionales. En el futuro deber¡a realizar la Tercera Revisi¢n de la Idoneidad de los Compromisos, bas ndose en el Tercer Informe del IPCC, y en el art¡culo 4.2 d del Convenio Marco de Cambio Clim tico. La Segunda Revisi¢n de la Idoneidad de los Compromisos debe mostrar que los objetivos de las Partes del Anexo I son completamente insuficientes. El fin del Convenio y el Protocolo es evitar un cambio clim tico de proporciones desastrosas, y a tal fin deber n revisarse los m s que modestos objetivos alcanzados en Kioto. Porque aon cumpliendo los objetivos del Protocolo sin valerse de los agujeros, ‘stos son totalmente insuficientes.
Segon Los Verdes-Izquierda verde, para evitar que el cambio clim tico alcance l¡mites peligrosos, hacen falta dos condiciones:
A. Un presupuesto del carbono con bases cient¡ficas. ¨Cu nto m s CO2 se puede emitir?
B. Un sistema de distribuci¢n que reparta equitativamente las emisiones de CO2 entre todos los pa¡ses.
Ambas condiciones requieren tanto una s¢lida base cient¡fica como un consenso pol¡tico. El comercio de emisiones carece de toda equidad, al permitir emitir m s gases de invernadero a los pa¡ses m s ricos y aut’nticos responsables de la situaci¢n actual.
Los mecanismos de flexibilidad s¢lo ser n una opci¢n v lida si benefician al medio ambiente, se basan en estudios rigurosos, promueven la eficiencia energ’tica y las energ¡as renovables, no van contra la equidad y si son transparentes y verificables por entidades independientes, y no meros agujeros para que los mayores emisores por habitante contaminen aon m s.
1.4. Intercambio de emisiones y las iniciativas de aplicaci¢n conjunta
(Joint Implementation, JI)
La Uni¢n Europea, segon la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), no lograr cumplir los compromisos adquiridos en Kioto, pues las emisiones aumentar n un 6% entre 1990 y 2010, y no se recortar n el 8%. Segon la AEMA entre 1990 y 1996 la UE en su conjunto s¢lo redujo sus emisiones de CO2 en un 1%, pero tal cifra palidece ante el enorme aumento del 27% registrado en Espa_a entre 1990 y 1999, que en el sector energ’tico llegan al 31%.
Para el conjunto de los pa¡ses del Anexo B de la OCDE se prev’ que las emisiones crezcan un 16% entre 1999 y 2010, mientras que Rusia, Ucrania y los pa¡ses del antiguo bloque oriental disminuir n sus emisiones en un 12% para el 2010 respecto a 1990. Estas previsiones significan que los pa¡ses de la OCDE deber n reducir sus emisiones anualmente en 770 millones de toneladas de carbono equivalente, mientras que el antiguo bloque sovi’tico tendr un exceso anual de 150 millones de toneladas de carbono en el a_o 2010, lo que se conoce como «aire caliente» (hot air), regulado por el art¡culo 17 del protocolo de Kioto.
Los llamados agujeros hoy en proceso de negociaci¢n permitir n a los pa¡ses de la OCDE comprar los 150 millones de toneladas de carbono equivalente de «aire caliente» (hot air), cifra igual al 4,3% de las emisiones de 1990 de la OCDE. Junto con otros agujeros, el esfuerzo que deber¡an hacer los pa¡ses de la OCDE para cumplir sus compromisos quedar¡a limitado a 530 millones de toneladas de carbono anuales. Si se tienen en cuenta la totalidad de los agujeros en curso de negociaci¢n, podr¡a darse la paradoja de que los pa¡ses de la OCDE no tuviesen que realizar ningon esfuerzo dom’stico de reducci¢n de emisiones, e incluso podr¡an aumentarlas en un 15%.
Un requisito m¡nimo para que a un pa¡s se le permita adquirir o transferir partes de las cantidades asignadas es que cumpla los art¡culos 5 y 7 del Protocolo (un sistema fiable de contabilidad de las emisiones de todos los gases de invernadero), y que lo haya ratificado. S¢lo los proyectos ambientalmente sostenibles, en conformidad con el art¡culo 4.5 del Convenio y el Art¡culo 2.1 (iv) del Protocolo, deben ser admitidos, excluyendo a la energ¡a nuclear, el carb¢n y las grandes centrales hidroel’ctricas.
En general se debe dar prioridad a los proyectos a peque_a escala de energ¡as renovables sobre los basados en el gas natural (centrales de ciclo combinado). Los cr’ditos de CO2 deben calcularse teniendo en cuenta la reducci¢n de las emisiones por unidad de energ¡a producida. Se debe cobrar una peque_a cantidad por toda transacci¢n en el marco del Protocolo para ayudar a evitar la desventaja competitiva del mecanismo de desarrollo limpio, as¡ como para promover los proyectos en los pa¡ses menos desarrollados del Anexo B.
Tanto o m s importante es definir rigurosamente,cuantificar y verificar el papel «complementario» del comercio de emisiones y de las iniciativas de aplicaci¢n conjunta, continuaci¢n de un programa piloto, poniendo un tope m ximo al uso de los mecanismos de flexibilidad. Se debe evitar en todo caso que las emisiones totales no superen a las que se habr¡an producido en caso de no existir los mecanismos de flexibilidad.
Los proyectos JI (Joint Implementation), a los que se refiere el art¡culo 6 del Protocolo, deben cumplir los mismos requisitos que el CDM, y se debe asegurar el acceso a la informaci¢n sobre sus fines y resultados, as¡ como algon mecanismo sancionador para los incumplimientos. En teor¡a la JI es una forma m s econ¢mica de reducir las emisiones dentro del conjunto de los pa¡ses del Anexo I, pues es evidente que ciertos pa¡ses (y empresas) pueden reducir sus emisiones de forma m s econ¢mica que otros. La suma total de las cantidades de emisiones evitadas o intercambiadas entre los pa¡ses del Anexo I es cero, a diferencia del CDM. Los proyectos deben cumplir la cl usula de adicionalidad: s¢lo cuentan las reducciones de emisiones que son adicionales a las que se habr¡an alcanzado de no existir los proyectos, ya sean en el marco de la JI (pa¡ses del Anexo I, suma cero) o del CDM (entre pa¡ses del Anexo I, que se adjudican las emisiones evitadas, y los que no lo son, normalmente del mundo en desarrollo, sin ningon compromiso de frenar sus emisiones). En el marco del art¡culo 6 los proyectos de la JI emplean las llamadas Unidades de Reducci¢n de Emisiones (ERUs en ingl’s), mientras que el CDM emplea los Certificados de Reducci¢n de Emisiones (CERs). Adem s la financiaci¢n de los proyectos tambi’n debe ser adicional. Hoy no hay ningon acuerdo internacional sobre los m’todos para determinar la adicionalidad.
1.5. Sumideros
Los art¡culos 3.3 y 3.4 del Protocolo de Kioto regulan el papel de los sumideros, la forestaci¢n, reforestaci¢n y deforestaci¢n y los cambios del uso de la tierra. Estas actividades son tanto fuentes de emisi¢n como de sumideros de los gases de invernadero, y tienen un importante y complejo papel en el clima y en la equidad social. Cada tonelada de di¢xido de carbono (CO2) absorbida por los bosques permitir¡a emitir otra tonelada adicional de CO2. Segon el criterio que se adopte en la COP de Marrakech, los sumideros absorber¡an de 30 a 200 millones de toneladas de carbono, lo que reducir¡a el esfuerzo de la OCDE de 500 a 330 millones. El concepto de sumideros se presta a todo tipo de interpretaciones, y algunas podr¡an afectar negativamente a la diversidad biol¢gica, y otras podr¡an tener un efecto m s que dudoso en la absorci¢n de carbono.
Se debe prohibir la sustituci¢n de los bosques naturales, viejos y/o aut¢ctonos por plantaciones que tengan como fin actuar de sumideros del carbono atmosf’rico, en el marco de proyectos de la JI, el CDM o el cumplimiento de las obligaciones de los pa¡ses del Anexo B.Muchos pa¡ses, as¡ como el CAN, proponen excluir las actividades adicionales relacionadas con los sumideros (art¡culo 3.4) en el primer periodo de compromisos (1990- 2010), y sobre todo deben ser excluidos del CDM, pues el art¡culo 12 del Protocolo habla claramente s¢lo de reducci¢n de emisiones. El papel de los sumideros, y su inclusi¢n en los mecanismos de flexibilidad, es m s que discutible, porque un incendio forestal de una plantaci¢n de eucaliptos, por poner un ejemplo, liberar¡a todo el carbono acumulado, y por lo tanto sus beneficios en t’rmino de reducci¢n de emisiones no siempre est n claros, por no hablar de otros problemas (comunidades locales, biodiversidad, ciclo hidrol¢gico), o las posibilidades que se abren a todo tipo de fraudes de superficies plantadas o carbono retirado.
Las actividades forestales y de cambios de uso de la tierra no deben degradar ni destruir ecosistemas, y deben tener en cuenta a otros convenios internacionales, como el de Diversidad Biol¢gica, de Zonas Homedas y Desertificaci¢n.
1.6. Mecanismo de desarrollo limpio (CDM)
El llamado «mecanismo de desarrollo limpio» (CDM en ingl’s) permitir a los pa¡ses industrializados disminuir sus esfuerzos dom’sticos de reducci¢n de emisiones merced a las actividades realizadas en los pa¡ses en desarrollo.
El art¡culo 12 del Protocolo de Kioto define las caracter¡sticas del mecanismo de desarrollo limpio, cuyo prop¢sito declarado es «ayudar a las Partes no incluidas en el Anexo I a lograr un desarrollo sostenible y contribuir al objetivo oltimo de la Convenci¢n, as¡ como ayudar a las Partes incluidas en el Anexo I a dar cumplimiento a sus compromisos cuantificados de limitaci¢n y reducci¢n de las emisiones».
El CDM se origin¢ a partir de una propuesta de Brasil en la COP3, y en teor¡a pod¡a beneficiar tanto a los pa¡ses industrializados del Anexo I, que podr¡an cumplir sus compromisos con un coste menor, como a los pa¡ses en desarrollo, que obtendr¡an financiaci¢n, en teor¡a adicional, para proyectos que contribuyen a aumentar la eficiencia energ’tica y la participaci¢n de las energ¡as renovables.
El mecanismo de desarrollo limpio podr¡a, y deber¡a, servir para ayudar a los pa¡ses en desarrollo a alcanzar un desarrollo sostenible con equidad, dando prioridad a la mejora de la eficiencia energ’tica, a las energ¡as renovables y al transporte colectivo. Sin embargo, algunos pa¡ses proponen incluir la energ¡a nuclear, el carb¢n «limpio», las grandes centrales hidroel’ctricas y los sumideros, como las plantaciones de eucaliptos, lo que segon el CAN va en contra de la equidad y la sostenibilidad. El 10% de los fondos del CDM se debe destinar a proyectos de adaptaci¢n al cambio clim tico en los pa¡ses en desarrollo m s vulnerables, como los pertenecientes a la «Alianza de Peque_as Islas Estados» (AOSIS en ingl’s), que en algunos casos incluso podr¡an desaparecer a causa de la subida del nivel del mar. La financiaci¢n de los proyectos de adaptaci¢n se basa en le principio de que el que contamina, paga, y los pa¡ses del Anexo I son los causantes de gran parte de la contaminaci¢n.
El mercado potencial de emisiones en el marco del «mecanismo de desarrollo limpio» es enorme, y se habla incluso de cientos de millones de toneladas anuales de carbono, aon sin incluir las actividades forestales y de cambios de uso del suelo, los llamados sumideros. Actualmente se habla de unos 200 millones de toneladas anuales de carbono, lo que, junto con otros mecanismos, reducir¡a el esfuerzo dom’stico de los pa¡ses de la OCDE a poco m s de 100 millones de toneladas anuales de carbono para el a_o 2010. Pero si se permite incluir los proyectos forestales en el CDM, los cr’ditos disponibles podr¡an llegar a unos 700 millones de toneladas anuales de carbono, lo que har¡a innecesario cualquier esfuerzo dom’stico de reducci¢n de las emisiones de gases de invernadero en los pa¡ses industrializados.
Los proyectos CDM deben tomar en consideraci¢n las realidades culturales, sociales y ambientales de los pa¡ses implicados, y deber¡an contribuir a la sostenibilidad y a la reducci¢n de las amenazas del cambio clim tico. El CDM abre un gran agujero potencial en el Protocolo, al permitir que los pa¡ses del Anexo B del Protocolo no reduzcan sus emisiones dom’sticas, pero tambi’n plantea posibilidades interesantes para los pa¡ses en desarrollo y para las energ¡as renovables y otras tecnolog¡as sostenibles.
El CDM permite a los pa¡ses industrializados del Anexo B reducir sus compromisos de reducci¢n de emisiones, pero no obliga a nada a los pa¡ses en desarrollo o no pertenecientes al Anexo B, por lo que su impacto en las emisiones totales es m s que discutible, al no haber ninguna «adicionalidad» sobre lo que habr¡a ocurrido sin el CDM, siendo el onico mecanismo de flexibilidad que abre tal posibilidad.
Antes de que comience a funcionar, las Partes deben establecer unos criterios claros y un organismo fuerte que regule todo el proceso, y se debe exigir la ratificaci¢n del Protocolo de Kioto como un prerrequisito b sico para que un pa¡s pueda participar en el CDM, ya sea comprando o
vendiendo Certificados de Reducci¢n de Emisiones (CERs en ingl’s). Tambi’n se debe poner un tope o un l¡mite a los CERs, cuanto m s bajo mejor (un 1% del total de los objetivos de los pa¡ses del Anexo I, por ejemplo), evitando que sirva para que los pa¡ses ricos no hagan sus tareas, reduciendo sus emisiones, pues al fin y al cabo este es el objetivo de EE UU y otros pa¡ses del Anexo B del Protocolo. Se debe establecer un registro internacional de todas las transacciones de CERs, evitando los posibles fraudes, y una clara metodolog¡a contable. Todos los proyectos CDM deben ser descritos en los informes nacionales, y s¢lo se deben contabilizar una vez realizados, y no antes, pues un proyecto puede fracasar, y no se obtendr¡a ninguna reducci¢n de las emisiones. Entre los muchos puntos objeto de debate est n la inclusi¢n en el CDM de los biocombustibles, y sobre todo los sumideros.
No obstante, un desarrollo adecuado del CDM podr¡a tener grandes efectos beneficiosos, aprovechando las v¡as que abre el art¡culo 12 del Protocolo. ¨Qu’ hace falta? Control, transparencia, participaci¢n y beneficio para las comunidades locales, transferencia de las tecnolog¡as realmente sostenibles, y adaptaci¢n de ‘stas a los pa¡ses en desarrollo, sirviendo tambi’n, y sobre todo, a los 2.000 millones de pobres de las zonas rurales que carecen de
electricidad y otros servicios energ’ticos.
Una propuesta interesante es crear un proceso de certificaci¢n de los proyectos CDM, y de «certificaci¢n de los certificadores», para asegurarse de sus beneficios sociales, ambientales y econ¢micos. La energ¡a nuclear, el
llamado «carb¢n limpio» y las grandes centrales hidroel’ctricas no son sostenibles ni deben entrar bajo ningon concepto en el CDM, pues entre otras cosas van contra el esp¡ritu y la letra del art¡culo 12 del Protocolo.
1.7. Transporte a’reo y mar¡timo internacional
Otro de los agujeros del Protocolo de Kioto es la exclusi¢n de las emisiones ocasionadas por el transporte a’reo y mar¡timo internacional, los llamados bunkers, lo que supondr emitir a la atm¢sfera otros 90 millones de toneladas anuales de carbono en el a_o 2010 respecto al a_o base de 1990. Entre 1990 y 1995 las emisiones de estos dos sectores han aumentado en un 10%.
Segon el IPCC la aviaci¢n representa el 3,5% de las emisiones de gases de invernadero en la actualidad, y dentro de unas d’cadas llegar al 11%. Los aviones supers¢nicos consumen el doble de energ¡a por pasajero kil¢metro que los subs¢nicos, aunque su impacto en los gases de invernadero es cinco veces mayor. El transporte a’reo y mar¡timo debe ser incluido, tal como recomienda el IPCC, en los inventarios nacionales, sujetos a objetivos de reducci¢n.
1.8. Energ¡a nuclear
La industria nuclear trat¢ de aferrarse al Protocolo de Kioto y a dos de sus mecanismos, la JI y el CDM, como a una tabla de salvaci¢n para un sector en declive y sin futuro. Afortunadamente todos sus intentos han fracasado, gracias en parte a la presencia de Los verdes en los gobiernos de varios pa¡ses europeos. La energ¡a nuclear no es ninguna soluci¢n al cambio clim tico y es totalmente incompatible con la sostenibilidad, a causa de la producci¢n de residuos radiactivos, los problemas de seguridad y proliferaci¢n, y los costes econ¢micos, entre otros muchos factores.
Algunos pa¡ses, como EE UU, Canad , Jap¢n, Francia, Australia, Nueva Zelanda y Reino Unido, han presionando para incluir a la energ¡a nuclear dentro del CDM, lo que es inaceptable para Los Verdes-Izquierda verde y la pr ctica totalidad de las ONG y buena parte de los pa¡ses, tanto del Anexo I, como del mundo en desarrollo.
La COP de Marrakech deber¡a determinar con toda claridad que s¢lo la eficiencia energ’tica y las energ¡as renovables son la soluci¢n sostenible y fiable al cambio clim tico, elaborando una lista de tecnolog¡as sostenibles, y descartando con toda rotundidad a la energ¡a nuclear.
1.9. Instituciones financieras internacionales
El Banco Mundial y el Banco Europeo de Desarrollo tratan de jugar un papel importante en el desarrollo de la JI y el CDM. A estas dos instituciones y a otras instituciones financieras internacionales, tanto poblicas como privadas, multilaterales como bilaterales, se les debe exigir mayor transparencia y control sobre sus actividades, que en muchos casos, o casi siempre, contribuyen a financiar proyectos que aumentan las emisiones de gases de invernadero, y minan los objetivos del protocolo de Kioto.
Los mecanismos financieros se deben clarificar, y debe haber fondos adicionales para el CDM. Poco se habr avanzado si los fondos proceden de la actual ayuda oficial al desarrollo (AOD). Ser¡a vestir un santo a costa de desnudar a otro.
1.10. Cumplimiento
Una vez que el Protocolo entre en vigor, lo que aon est por conseguir, queda por resolver una cuesti¢n clave: ¨Qu’ pasa en caso de un m s que probable incumplimiento por algunos de los pa¡ses del Anexo I? Para que un Protocolo tenga alguna fuerza, debe contar con mecanismos y ¢rganos para juzgar, sancionar y penalizar a las Partes que no cumplen sus compromisos, y esas sanciones deben ser fundamentalmente econ¢micas. Deber¡a establecerse alguna penalizaci¢n, cuanto mayor mejor, y destinar los fondos a proyectos de eficiencia energ’tica y energ¡as renovables, fundamentalmente en los pa¡ses m s pobres.
1.11. Programa de Educaci¢n Ciudadana
Los gobiernos solos no pueden resolver el grave problema del cambio clim tico. Las campa_as ciudadanas deben aumentar la conciencia de la opini¢n poblica sobre este grave problema, contribuyendo a comprender las pol¡ticas a desarrollar, y participando en ellas. Sin un aumento de la presi¢n de la opini¢n poblica nacional e internacional, el cambio clim tico no tiene soluci¢n. El ciudadano seguir utilizando su autom¢vil, protestar por las subidas de los precios de los combustibles, seguir despilfarrando energ¡a
y ser f cil presa de las campa_as de intoxicaci¢n de las grandes empresas afectadas por los intentos de reducir las emisiones de gases de invernadero.
El propio Protocolo de Kioto, en su art¡culo 10.e, se refiere a ellas, pero hasta ahora poco o nada se ha hecho al respecto.Marrakech en noviembre de 2001, como R¡o en 1992 y Kioto en 1997, ser un hito hist¢rico, y cabe desear que se produzca algon avance para frenar la emisi¢n de los gases de invernadero que contribuyen al peligroso cambio clim tico. Pero sin la presi¢n ciudadana y el importante papel de los medios de comunicaci¢n, no se forzar a las partes m s reticentes a aceptar compromisos que supongan un paso importante para frenar el cambio clim tico y avanzar hacia la sostenibilidad.