Tres cosas llaman la atención sobre lo que ha sido bautizado como ‘Homo Floresisensis’. La primera es su tamaño: apenas medía un metro de altura (el equivalente del tamaño de un niño moderno de tres años de edad) y con un cerebro de 380 centímetros cúbicos (tres veces menor al nuestro).
La segunda es su relativa modernidad. Los científicos pensaban que hace 20 a 25 mil años, cuando se extinguieron nuestros primos ‘neardentales’, en el planeta la única especie de humanos que sobrevivió fue la nuestra.
La tercera es que el ‘Homo Floresiensis’ no desciende del Homo Sapiens sino de una rama considerada ‘inferior’ (el ‘Homo Habilis’) que se separó del tronco del cual provenimos hace 1,2 millón de años atrás.
El descubrimiento muestra que la capacidad de evolución y adaptación humana es más complicada que lo que se conocía. El ‘Homo Floresiensis’ fue una especie que se fue enanizando al igual que los elefantes que cazaba. Un fenómeno que ocurre en muchas islas es que algunos animales grandes se van reduciendo en cada generación debido a que la estrechez del medio ambiente obliga a una dieta menor y un ‘ahorro’ de su propia masa.
Hasta hace poco se tendía a pensar que las especies ‘superiores’ de humanos (como la nuestra) tendían a una marcha ascendente que eclipsaba y extinguía al resto. Mas, el ‘Homo Floresiensis’ fue una especie con una inteligencia ‘inferior’ a la de los ‘Neardentales’ europeos, quienes se extinguieron hace 20 a 30 mil años atrás.
El Hombre de Flores conoció el fuego y la fabricación de instrumentos de piedra, pero no tuvieron la sofisticación que adquirieron los ‘neardentales’ en la elaboración de utensilios, el arte o el habla.
El Hombre de Flores vivió en un archipiélago en donde la presencia del Homo Sapiens es muy antigua. Los primeros humanos partieron de estas islas para llegar a Australia hace más de 60,000 años.
Es casi seguro que nuestros antecesores y los Hombres de Flores hayan tenido contactos y convivido decenas de miles de años. Hasta el día de hoy en Indonesia hay historias y rumores acerca de la existencia de razas de hombres diminutos o ‘hobbits’ (como se les denomina en el Seños de los Anillos).
En la cercana isla indonesia de Sumatra se habla del ‘Orang Pendok’, un hombre o simio de 1,5 metro de altura. En los Himalayas está la leyenda del ‘Yeti’ y en el noroeste norteamericano está la del ‘Piegrande’. Si estos 3 animales existieron probablemente serían formas de simios mas que de humanos. Se piensa que el yeti, por ejemplo, podría ser un descendiente del ‘Gigantopitecus’, un pariente gigantesco del gorila.
El hallazgo de Flores se ha dado casi simultáneamente de lo que podría ser el descubrimiento de una nueva especie de simio mayor en el Congo. Esta ha sido descrita como animales intermedios entre el chimpancé y el gorila que ‘cazarían leones’, aunque no se les ha capturado ni vivos ni en fotos.
La posibilidad que se vaya descubriendo animales de gran tamaño es algo que no puede descartarse. Recientemente los científicos han descubierto restos de maga-calamares (mayores al calamar gigante) de más de 10 metros de largo y en 1993 se encontró en las selvas vietnamitas a una nueva especie de rumiante del tamaño de un chivo.
¿Podría darse el caso que alguna otra especie humana siga existiendo aún? Eso es una respuesta muy improbable pero no imposible.
Lo que sí es cierto es que no es normal que haya una sola especie de humanos, como tampoco hay una sola especie de gatos, canes, murciélagos, vacas u osos. En los dos millones de años que tiene la humanidad y en los 4 millones desde que aparecieron nuestros abuelos (los australopitecos) generalmente han convivido en las mismas regiones o en espacios distintos del planeta varias especies de hombres o australopitecos.
Estas especies generalmente contaban con miles o pocos millones de individuos. Por ejemplo, todos los hombres de Gran Bretaña de hace 8,000 años eran menos que los que entran hoy en un estadio. Hoy tenemos el atípico escenario en el que hay 6,000 millones de humanos y todos de una sola especie.
Esa uniformidad puede variar con el tiempo. Posibles guerras y hecatombes, la colonización del espacio, el mar o el subsuelo, podrían generar una nueva ramificación humana y la aparición de nuevas especies de Homo Sapiens.
Isaac Bigio
Analista Internacional