Los inmigrantes se instalan en poblados marginales (slums), en los que no existen infraestructuras ni equipamientos que garanticen el acceso de esta población a la atención sanitaria. INTERVIDA, que trabaja en Bangladesh desde 1999, denuncia las condiciones de insalubridad en las que viven estas familias y gestiona proyectos que se ocupan de prestar atención sanitaria a miles de inmigrantes.
El 76,6% de los más 123 millones de habitantes de Bangladesh vive en la zona rural, la más castigada por los índices de pobreza de un país en el que un 36% sobrevive con menos de un dólar al día. En el campo quedan pocas opciones de empleo. Las más extendidas son la del jornalero que trabaja en latifundios y lo que se puede traducir como ‘jornalero del día’, es decir, un desempleado que se dedica a lo que vaya surgiendo cada mañana (un servicio de transporte, una mudanza, una obra, etcétera.) En definitiva, en el área rural no es fácil poder contar con unos ingresos fijos que garanticen la supervivencia. Las dificultades económicas acaban por obligar a las familias a emigrar a las ciudades, principalmente Dhaka, en busca de trabajo.
Llegan a Dhaka sin empleo y sin vivienda. Pueden instalarse en la calle o levantar una choza en algún slum. Las diferencias entre un lugar y otro no son muchas ya que, al igual que en la calle, en los poblados urbano-marginales no hay posibilidad de acceso a servicios esenciales como la sanidad o la educación. No existen infraestructuras ni equipamientos adaptados a las necesidades de los slums. Además, son una minoría los que pueden costearse la consulta de un médico en caso de necesidad.
A estas circunstancias se suman las condiciones habituales de insalubridad que caracterizan a estos asentamientos, en los que las basuras se amontonan y no existen hábitos de higiene diaria. Los habitantes de los poblados -histórica y mayoritariamente analfabetos- desconocen los riesgos que este tipo de vida representan para su salud.
La situación en la que viven y sus escasas oportunidades de acceder a la atención sanitaria no hace más que empeorar una salud ya débil, en términos colectivos. En Bangladesh casi un 51% de la población presenta síntomas de malnutrición de carácter leve, un 34,7% de carácter moderado, y un 2,4 de carácter severo. Un 30% de los niños nace por debajo de su peso y, al crecer, un 48% de los menores de 5 años pesa menos de lo que los médicos consideran adecuado para su edad. Su salud ya parte de una situación de debilidad que la vida en los slums se encargará de agravar.