Además, tienen lugar en una situación de precariedad social y económica. Son factores determinantes para que se produzcan estas situaciones el maltrato por parte de la administración (pocas ayudas económicas y asistenciales, discriminación sanitaria…) y el edadismo, es decir, la discriminación por razón de edad.
Las personas más vulnerables y que padecen un mayor riesgo de sufrir algún tipo de maltrato son, en su mayoría, mujeres, de más de 78 años y en una situación de aislamiento social.
El trabajo del profesor Muñoz revela que el maltrato que sufren estos ancianos no es sólo de carácter físico y psicológico, sino que detrás de algunos abusos existe un interés económico. En estos casos, el maltratador aprovecha la debilidad de los ancianos para apropiarse de sus bienes. Por otra parte, la tesis también pone de manifiesto que el desgaste de los cuidadores conduce en numerosas ocasiones al maltrato.
A pesar de que se está trabajando para establecer un protocolo de detección, todavía no está consensuado entre los profesionales y las instituciones, ni se ha comprobado su eficacia. La propia víctima intenta ocultar la situación debido a la relación de parentesco o a la dependencia generada entre ellos, lo que hace difícil que estos casos salgan a la luz. Sin embargo, existen algunos indicios que desvelan la existencia de un maltrato.
El estado de higiene del anciano, las condiciones de salubridad de la vivienda, el estado nutricional o la infra o polimedicación son algunos de los indicadores que pueden revelar a los profesionales una situación de abuso.
La tesis alerta de que esta problemática va ir en aumento con los años, debido al incremento de la esperanza de vida. En opinión de Jordi Muñoz, “tenemos una legislación suficiente para abordar esta problemática pero todavía mejorable, siempre y cuando jueces, fiscales y abogados estén sensibilizados con este problema y optimicen la legislación vigente”.
El profesor considera que es necesario fomentar una labor preventiva, destinada a promover la incapacitación, y utilizar documentos como la autotutela y el testamento vital.
También, según Muñoz, “se puede evitar la dependencia económica del entorno rentabilizando el patrimonio propio, es decir, el piso en el que viven, con figuras como el vitalicio, la venta en usufructo o la hipoteca inversa”. El profesor considera que unas pensiones realmente dignas podrían ser un buen punto de partida, para generar menor dependencia económica del entorno.
Finalmente, el profesor afirma que promover y utilizar mecanismos jurídicos como la guarda de hecho y la mediación ayudaría mucho a paliar estas situaciones de malos tratos a las personas mayores.