La leche es una fuente importante de calcio y vitamina D, que favorece la absorción de aquél, fundamental para el desarrollo y fortalecimiento óseo. Además, aporta proteínas que también contribuyen a la formación de los huesos y diferentes tejidos como los músculos. En cifras, el consumo de leche y derivados lácteos en España constituye un 70 por ciento de los aportes dietéticos de calcio, un 31 por ciento de la ingesta de fósforo y un 19 por ciento de la ingesta de magnesio. Por otra parte, uno de los componentes de la leche es un aminoácido llamado triptófano que incrementa la producción de serotonia, el neurotransmisor responsable del sueño.
Por estos motivos, el consumo de leche, preferiblemente entera, es necesario durante la infancia y la adolescencia. No obstante, se recomienda mantener una ingesta de leche y derivados lácteos durante la edad adulta, pues previene el deterioro de la masa ósea que puede derivar en osteoporosis y fracturas de huesos. Si bien el aporte del calcio de la leche es importante a todas las edades, las mujeres deben tenerlo especialmente en cuenta durante los periodos de embarazo, lactancia y menopausia.
También existen derivados lácteos como el yogur, que se elabora por fermentación de la leche, que aportan el calcio y nutrientes necesarios a las personas que tienen intolerancia a la lactosa o no les gusta la leche, especialmente niños. El yogur es más cremoso y menos dulce, porque tiene la lactosa transformada, pero resulta fácilmente digerible porque durante la fermentación se produce una auténtica predigestión de sus nutrientes.