La tradición ampliamente extendida en Estados Unidos de hallar bajo el árbol de Navidad un sobre con un vale canjeable por un tratamiento medico-cosmético, empieza a resultar bastante habitual en Europa, y concretamente en España. Según la SEMCC, en base al 2006, casi un 25% más de pacientes han solicitado (y muchas veces conseguido) canjear los regalos convencionales por un tratamiento con toxina botulínica, unos rellenos con ácido hialurónico, unas sesiones de mesoterapia, un peeling, un aumento de mamas, o una liposucción. Afortunadamente, en la mayoría de ocasiones han topado con profesionales serios, médicos que han contraindicado estas actuaciones: con criterios estrictamente científicos y asimismo por razones legales.
La SEMCC denuncia la necesidad de frenar en el ámbito de la medicina de la belleza la recomendación de tratamientos cosméticos y estéticos por personas no profesionales. Esta parcela de la medicina, que engloba un conjunto de procedimientos no quirúrgicos destinados a prevenir, diagnosticar y mejorar total o parcialmente las patologías estéticas “no puede entenderse en ningún caso como oferta de tratamientos a la carta”, a juicio del presidente de la SEMCC, el Dr. J. Víctor García “ya que estamos hablando de patologías que deben ser diagnosticadas por un médico y sólo éste debe determinar el tratamiento adecuado para cada paciente”.
Por ello, la SEMCC reclama más atención en la indicación de tratamientos cosméticos y estéticos, y aún más en su aplicación, con un diagnóstico previo y realizados por profesionales capacitados y autorizados.
Según el Dr. García, lo más importante a la hora de someterse a un tratamiento estético es la comunicación entre el paciente y el profesional, además de ajustar expectativas (que en muchas ocasiones son desmesuradas) con posibilidades reales, amén de la consideración de los inconvenientes y riesgos posibles.
A las consultas de medicina cosmética y estética acuden numerosas personas solicitando la aplicación de un tratamiento concreto, sin haber sido evaluadas en un reconocimiento previo, sin disponer de un diagnóstico emitido por un médico debidamente capacitado y sin contar, cuando procede, con las necesarias pruebas complementarias. “Para algunas patologías, como la celulitis y la grasa localizada, pueden llegar a superar el 65% las demandas directas de tratamientos concretos como la liposucción -no siempre indicada para este problema- que los pacientes nos hacen ”afirma el doctor. Y añade que “no es raro que hoy aparezca un anuncio, un reportaje o una promoción sobre un nuevo tratamiento para las arrugas, y al día siguiente comprobar que la mayoría de los pacientes lo solicitan como única alternativa. En este caso cuesta convencerles de que quizás no es el más adecuado para su patología concreta. No es infrecuente que además estas personas acudan acompañadas por pacientes que se han sometido al tratamiento demandado con anterioridad, y exponen reiteradamente todo tipo de argumentos a favor de la técnica, cuando quizás su patología particular requirió un tratamiento diferente al de la persona que se viene a visitar ”.
Sólo un médico cualificado, capacitado y habilitado, puede realizar una evaluación, un diagnóstico concreto, una propuesta terapéutica justificada, y finalmente el tratamiento procedente, del que además deberá hacer el seguimiento oportuno, y asumir y tratar las complicaciones que pudieran producirse.