La tragedia de Valencia, más de un mes después, sigue proporcionándonos ejemplos y errores en la gestión temprana de estos incidentes. En esta oportunidad me propongo compartir no solo recomendaciones prácticas para manejar situaciones extremas, sino también una reflexión crítica sobre la gestión del riesgo y las incoherencias institucionales que agravan sus consecuencias.
El teléfono: herramienta vital en emergencias
Un teléfono móvil puede ser la diferencia entre la vida y la muerte en una emergencia, pero no basta con tenerlo; hay que saber cuidarlo y usarlo estratégicamente. En mi caso, siempre llevo en la mochila una bolsa impermeable, que protege el móvil, una batería de repuesto y documentos importantes. Esta práctica no está pensada solo para inundaciones, sino para cualquier actividad con riesgo: embarcaciones, plantas industriales o desplazamientos en condiciones adversas.
Aunque los móviles modernos resisten el agua, un pequeño golpe puede comprometer su estanqueidad, dejando al usuario incomunicado en un momento crítico. Además, durante emergencias como inundaciones, los teléfonos consumen su batería rápidamente intentando conectarse a una red inestable.
Recomendaciones para el uso del móvil en emergencias
- Proteger el dispositivo físicamente: Guárdalo en una bolsa impermeable siempre que exista riesgo de exposición al agua o condiciones extremas.
- Gestionar la batería: Apaga las conexiones innecesarias (datos móviles, Wi-Fi, Bluetooth) para prolongar la carga. En casos de riesgo extremo, evalúa si es conveniente apagar el teléfono por completo.
- Aprovechar la tecnología satelital:
- iPhone 14 y superiores: Estos dispositivos permiten comunicación vía satélite en ausencia de infraestructura telefónica. Configura los contactos de emergencia y mantén actualizado el sistema operativo. Este servicio es gratuito durante los dos primeros años.
- Sistemas satelitales alternativos: En ausencia de un teléfono con esta capacidad, considera dispositivos especializados que ofrecen comunicación global y hasta seguros de búsqueda y rescate.
- Usar mensajes de texto: Siempre que sea posible, prioriza la mensajería en lugar de las llamadas de voz, ya que esta última satura las redes en emergencias.
Un caso ejemplar de cómo las recomendaciones adecuadas pueden salvar vidas ocurrió durante la inundación de Valencia. Una familia atrapada en una casa aislada logró comunicarse con un pariente en Madrid, quien acudió a una comisaría para alertar a las autoridades. Esta decisión, rápida y acertada, permitió que los servicios de emergencia actuaran a tiempo y rescataran a la familia.
El peligro de decisiones impulsivas en emergencias
Durante una emergencia, cada acción debe estar enfocada exclusivamente en preservar la vida. Las motivaciones materiales o emocionales suelen llevar a decisiones fatales. En Valencia, los equipos de emergencia y los medios documentaron situaciones que reflejan las trágicas consecuencias de decisiones impulsivas:
- El caso del perro y la familia: Una mujer, junto a dos hijos y un pariente, estaba agarrada a una verja cuando uno de los hijos vio a su perro arrastrado por la corriente. Se soltó para intentar salvarlo. Al ver esto, su hermano hizo lo mismo, y después el padre. Los tres murieron ahogados junto al animal.
- El coche en el garaje: En otra historia, un hombre decidió bajar al garaje de su casa inundada para rescatar su coche, pese a las súplicas de su hija y su esposa. La hija lo siguió. Ambos fallecieron.
Estas tragedias nos recuerdan que, incluso en situaciones extremas, debemos valorar nuestras decisiones con frialdad. Un error puede costar vidas y poner en peligro a los equipos de rescate.
Incoherencias en la gestión institucional
La emergencia en Valencia también expuso problemas estructurales en la gestión del riesgo y la coordinación institucional, destacando las deficiencias en la planificación y en el despliegue de recursos clave como la Unidad Militar de Emergencias (UME).
Si es necesario buscar un responsable, habría que buscar a quién abandonó los proyectos de la infraestructura de control de riesgo. Aunque hay algo mucho más profundo que es la falta de acuerdo político para la planificación a largo plazo. Los políticos deberían dejar la ideología para los discursos y permitir que los técnicos trabajen por el bien común planificando a largo plazo sin ningún tipo de injerencia.
La UME, reconocida por su excelencia, suele estar preparada antes de que se desaten emergencias, gracias a la previsión meteorológica. Sin embargo, en Valencia su actuación fue tardía, algo que venimos observado desde la tormenta Filomena en 2021. Este retraso genera interrogantes sobre la coordinación entre los diferentes actores responsables de las emergencias.
Falta de planificación a largo plazo
El barranco del Poyo, una zona crítica identificada como de alto riesgo hace décadas, carece aún de las infraestructuras necesarias para controlar avenidas de agua. Proyectos previstos desde 2001, como la construcción de pantanos, fueron abandonados por motivos ideológicos. Mientras tanto, se permitió el desarrollo urbanístico en áreas inundables, incrementando el riesgo.
La autoprotección como herramienta esencial
En este contexto, los ciudadanos debemos asumir un papel activo en nuestra autoprotección:
- Conocer las zonas de riesgo: Las herramientas como los mapas de zonas inundables son clave para tomar decisiones informadas sobre dónde vivir, trabajar o estudiar.
- Prepararse para emergencias: Equiparse con herramientas básicas como bolsas impermeables, baterías de repuesto y sistemas de comunicación fiables puede marcar la diferencia.
- Exigir transparencia: Es nuestra responsabilidad demandar una gestión eficaz de los recursos públicos y planes de acción a largo plazo.
La pregunta que surge una vez se conoce el concepto de zona inundable es: ¿por qué se permitió construir allí? Es muy posible que estemos ante la primera incoherencia de unas cuantas presentes en esta tragedia.
Ya en los años 90 se identifica la zona de la Valencia sur como de riesgo y se comienza la planificación de una actuación para eliminar o reducir significativamente el riesgo, se trata de construir pantanos, eso que ahora se llama laminar avenidas de agua por acumulación —un eufenismo técnico que pretende derribar barreras ideológicas. Los trabajos en el barranco del Poyo estaban previsto en el Plan Hidrológico Nacional de 2001 (página 24247), el proyecto se declaró ambientalmente aceptable en una resolución del año 2004 que lo eximía de estudio ambiental y después… simplemente fue abandonado por motivos ideológicos.
Es probable que al estar prevista la ejecución de dicha infraestructura se fuera más permisivo en el desarrollo urbanístico de la zona, de ahí que hablemos de incoherencia. Una parte importantísima de la disciplina urbanística corresponde a las confederaciones hidrográficas que son las que tienen la obligación de impedir que las personas y los bienes se pongan en riesgo por motivo de inundación. El caso es que se abandonaron todos los proyectos de mitigación cuando hubo un cambio de gobierno pero las personas se quedaron viviendo y creciendo en la zona incrementando todavía más el riesgo. Piensen que el riesgo es la combinación entre probabilidad y gravedad del daño, por tanto, cuantas más personas y más infraestructura, más riesgo.
Llamado a la reflexión colectiva
La tragedia en Valencia es una llamada de atención. Las muertes y los daños materiales podrían haberse mitigado con una mejor planificación, coordinación y uso de los recursos disponibles. Pueden estar seguros que el coste de la reconstrucción de la zona será muy superior al que hubiera tenido la obra (el importe de la obra en el año 2004 era de 300 millones de euros) y en cuanto al número de víctimas hubiera sido significativamente inferior. Un gran ejemplo es el desvío del río Turia a su paso por Valencia y el pantano de Forata. De no haber realizado dichas obras en los años 60, la cifra de fallecidos y los daños de esta misma inundación serían muy superiores.
La protección civil no debe ser sólo tarea del Estado o del ejército, sino un esfuerzo colectivo. Es necesario fomentar el voluntariado, la formación ciudadana y un modelo que priorice la prevención. Solo así podremos enfrentar con éxito los desafíos de un mundo cada vez más vulnerable a fenómenos extremos.
Este artículo es un resumen del artículo, completo y más extenso, que he publicado aquí:
https://www.linkedin.com/pulse/ca%C3%B1as-y-barro-c%C3%B3mo-usar-el-tel%C3%A9fono-en-una-gran-sobre-jes%C3%BAs-belenguer-i671f/
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