Es esencial comprender que llegar a ser agente de influencia de una potencia antagonista no es un hecho casual, ni exclusivamente fruto de la traición ideológica. Se trata de una condición a la que se accede por tres caminos principales: las convicciones personales alineadas con intereses extranjeros, la motivación económica —es decir, la compra directa de voluntades— o la extorsión. Este último caso es especialmente preocupante y, sin embargo, uno de los pocos que puede prevenirse con información y vigilancia.
Pero antes de avanzar, es necesario definir con precisión qué es un agente de influencia. Se trata de una persona o colectivo que, desde el interior de una sociedad, transmite ideas, narrativas o posturas que benefician a un actor externo, generalmente una potencia extranjera o un servicio de inteligencia. La sutileza de su acción radica en que no suelen actuar como espías tradicionales, sino como generadores de opinión o líderes sociales cuya influencia puede llegar a moldear decisiones políticas o sociales de gran calado.
Los agentes de influencia son particularmente peligrosos porque, mediante la creación de relatos atractivos o ideológicamente afines, arrastran a sectores significativos de la población —e incluso a países enteros— a tomar decisiones que van directamente en contra de sus propios intereses y bienestar. España, como otras democracias occidentales, no es ajena a esta amenaza. Basta con observar el entorno mediático y político para identificar discursos y posicionamientos que, aunque aparentemente legítimos, responden en realidad a una agenda extranjera.
En reiteradas ocasiones se ha advertido que las democracias occidentales constituyen un objetivo prioritario para las llamadas potencias antagonistas. Estos países, caracterizados por sistemas de gobierno autoritarios o totalitarios, perciben la existencia de democracias funcionales como un peligroso espejo que recuerda a sus poblaciones que existen formas de gobierno capaces de generar prosperidad y libertad sin precedentes. Por ello, su estrategia es clara: desestabilizar y, en la medida de lo posible, suprimir los referentes democráticos, incluso simbólicamente, para mantener el control interno.
Jesús Belenguer advierte que “los rusos son especialmente visibles en estas redes de influencia, mientras que iraníes, venezolanos y otros actores similares operan con relativa impunidad; los chinos, fieles a su cultura estratégica, actúan con una discreción que complica enormemente su detección”.
Frente a esta amenaza, poco puede hacerse contra los dos primeros factores de captación: los individuos ideológicamente alineados con los intereses extranjeros y aquellos que se dejan comprar. Sin embargo, sí existe margen de actuación frente a la extorsión, especialmente en contextos internacionales. La advertencia es clara: muchos ciudadanos creen que, fuera del país, nadie los vigila. Este error de percepción los lleva a cometer imprudencias —a veces empujadas por los propios extorsionadores— que acaban convirtiéndolos en herramientas de potencias extranjeras. Algunos incluso llegan a colaborar conscientemente con estos actores, atrapados en una espiral de coacción de la que no saben cómo salir.
En este sentido, este experto en seguridad ofrece dos recomendaciones concretas:
“Primero: si ya ha caído, debe saber que por muy malo que parezca su error, lo que viene después será peor, y debe tener la certeza de que huir hacia adelante sólo empeorará las cosas. Cuanto antes lo pare, mejor. Segundo: no hay dictaduras buenas. Desde el momento en que sale de España debe comportarse como si alguien le estuviera observando, porque probablemente eso es lo que está ocurriendo en realidad: observan y acechan”.
Este tipo de advertencias, aunque puedan parecer exageradas, responden a un análisis realista del panorama geopolítico actual, donde la guerra híbrida, la desinformación y la manipulación de masas son herramientas estratégicas al servicio de regímenes que no respetan los principios democráticos ni los derechos fundamentales. La exposición de las personas que trabajan para empresas con actividad internacional es mucho mayor, tanto por la frecuencia de sus estancias, como por el grado de influencia o acceso a recursos de interés.
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Artículo redactado con asistencia de IA (Ref. APA: OpenAI. (2025). ChatGPT (versión 2025-09-30). OpenAI)
Autores
Director de Seguridad Privada, Téc. Sup. en Gestión de Riesgos y Protección Civil.
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