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Noticias Curiosas

NUEVAS FORMAS DE ENFOCAR LA SOLIDARIDAD

escrito por Jose Escribano 8 de agosto de 2000
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La reflexión sobre el presente-futuro de la solidaridad en general y de la solidaridad con Centroamérica, en específico, impone ciertas constataciones de base. Partiendo del hecho que la actual coyuntura internacional es profundamente diferente a la de las décadas del 70 y 80, época explosiva en aquella región en la que nació y se desarrolló el Movimiento de Solidaridad hoy en crisis.

Este nuevo contexto histórico está marcado por el fin de los «experimentos desarrollistas» y de los regímenes de la doctrina de seguridad nacional en América Latina. Estos momentos han sido suplantados por contradictorios procesos «democráticos-formales» de negociación.

En el terreno internacional se percibe una marcada crisis de fondo de la «cooperación al desarrollo» . Se observa un retraimiento de presupuestos y de ideas; el debilitamiento creciente de la «asistencia humanitaria».

También se vive la re-diagramación de una nueva concepción globalizante y hegemonista. Esta última est  fundada en nuevas l¢gicas militares, que se comenzaron a expresar en «Tormenta del Desierto» y terminaron de diagramarse en la Guerra de Kosovo.

En este marco referencial, aparece como evidente que el modelo econ¢mico-social hegem¢nico en la actualidad, resulta inviable para la mayor¡a de la poblaci¢n tanto del Sur como del Norte. Basta recordar que los tres millonarios m s ricos del mundo poseen una fortuna igual al ingreso anual de los 45 pa¡ses m s empobrecidos. O recordar que la mayor¡a del planeta vive peor que hace 15 a_os y que extensas regiones del globo, especialmente del -frica subsahariana, enfrentan condiciones inhumanas de «sobrevivencia».

Cabe tomar en cuenta que pa¡ses como Sierra Leona, en donde sus habitantes no superan los 26 a_os de vida. En Malawi, la esperanza de vida no supera 29 a_os y en Zambia los 30 a_os. Sin embargo, la globalizaci¢n del capital y del mercado, desata, dial’cticamente, otras formas de mundializaci¢n. Esto ocurre por ejemplo en el plano de las comunicaciones, de ciertas tecnolog¡as, de rutas informativas, que potencializan propuestas alternativas y redes planetarias.

Esta din mica est  estimulada por una nueva realidad: se ha superado el momento m s complejo de la crisis del pensamiento diferente y de la Solidaridad del fin de la guerra fr¡a, marcada a fuego por la ca¡da del Muro de Berl¡n. En el terreno solidario por la derrota electoral sandinista (1990) que anticipaba el quiebre de una utop¡a de poder diferente.

Este nuevo «estado de  nimo», desatado con vigor luego de la explosi¢n ind¡geno-zapatista de inicios de 1994, ha puesto en jaque a la doctrina del «fin de la historia» y estimula una nueva capacidad alternativa de pensar y so_ar. Tanto en el Norte como en el Sur se han ido perfilando los oltimos a_os nuevas expresiones organizativas y nuevos actores sociales. El Am’rica Latina, a simple nivel de ejemplo, el Movimiento Ind¡gena ocupa un lugar destacado , desde Chiapas a la Patagonia argentina y chilena, pasando por las jornadas insurreccionarles de enero en Ecuador y de abril en Bolivia.

La fuerza del Movimiento de los Sin Tierra (MST) y de otras organizaciones nacionales en Brasil (tal como la Central de Movimientos Populares ), se perfilan como nuevos referentes organizativos de importancia, incluso para el movimiento ciudadano del Norte.

Sin olvidar la eclosi¢n de movilizaciones casi generalizadas en distintos puntos del continente latinoamericano: de los docentes argentinos (casi tres a_os de Carpa Blanca); de los trabajadores de la salud en numerosos pa¡ses de la regi¢n y de movilizaciones anti-privatizadoras de muy diferentes formas que golpean incluso pa¡ses hist¢ricamente «adormecidos» como Costa Rica.

En el Norte, paralelamente, se constata la explosi¢n de nuevos movimientos ciudadanos como ATTAC (a favor de la Tobin a las transacciones de capitales ), la Acci¢n Mundial de los Pueblos, el Foro Anti-Davos, la Declaraci¢n de Bangkok, las mil organizaciones anti-deuda externa (muchas de ellas nacidas en el marco de Jubileo 2000 pero superando hoy sus limitaciones ideol¢gicas originales) etc. Es imposible no mencionar el movimiento convergente anti- OMC (Organizaci¢n Mundial del Comercio) que tuvo en su primera batalla contra el Acuerdo Mundial de Inversiones (AMI) en 1998 y 1999 sus mejores precedentes y que se convirti¢ en un nuevo «fen¢meno» contestario durante las sorprendentes movilizaciones de Seattle, Estados Unidos, en diciembre del a_o pasado.

La participaci¢n de nuevos grupos juveniles en muchas de estas movilizaciones y estructuras aparece como fen¢meno novedoso de significado especial. En este marco, y concluyendo las constataciones – que actoan como cuadro para el an lisis de las posibilidades y perspectivas futuras- se destacan dos elementos esenciales para comprender la situaci¢n actual del Movimiento de Solidaridad.

Por una parte, el impacto de la crisis internas de las ex-vanguardias centroamericanas que no favorecen el trabajo de informaci¢n, sensibilizaci¢n amplia (del poblico Norte) y de solidaridad a miles de kil¢metros del terreno. Por otra parte, el progresivo debilitamiento del Movimiento de Solidaridad con Centroam’rica – sea suizo o europeo- se manifiesta en la p’rdida de capacidad de convocatoria, y en la reducci¢n de sus estructuras. Decenas de comit’s han desaparecido en los oltimos a_os, por una marcada falta de ox¡geno y capacidad propositiva. La «explosi¢n» moment nea de la solidaridad post-Mitch (fines del 98 y todo el 99) tuvo una expresi¢n m s cuantitativa (recoger ayuda) que cualitativa (repensar a fondo la esencia). Como producto de la emergencia, el reducido Movimiento de Solidaridad qued¢ entrampado en la promoci¢n-ejecuci¢n de proyectos humanitarios, de desarrollo y de reconstrucci¢n.

El intento original de este Movimiento por volcar toda la cooperaci¢n del Estado y de las ONGs tradicionales hacia posiciones m s cr¡ticas (anti-ajuste) no prosper¢ significativamente. Y m s bien fue el Movimiento el que qued¢ pegado en la ejecuci¢n de iniciativas, bien intencionadas, pero totalmente asimilables y comparables a la cooperaci¢n tradicional cuando no a las respuesta humanitarias de emergencia.

UN FUTURO DESAFIANTE. Hip¢tesis

La recreaci¢n o reformulaci¢n de una propuesta de solidaridad hacia Centroam’rica, confronta al Movimiento de Solidaridad a una reflexi¢n de fondo sobre el concepto mismo, la esencia, el sentido, las contrapartes e interlocutores y las expectativas.

Reiterar, repetir o deambular por inercia puede convertirse en esta etapa en el peor enemigo de la imprescindible reinvenci¢n creativa. De ah¡ algunas pistas o hip¢tesis, comprendidas como suposiciones de elementos posibles y de futuro.

Ante la explosi¢n de nuevos actores y movimientos ciudadanos y populares tanto al Norte como al Sur, cualquier tipo de solidaridad futura debe «engancharse», ligarse, entrelazarse con esas nuevas manifestaciones corp¢reas. La solidaridad tradicional est  extenuada y padece de una seria crisis de crecimiento conceptual, de formas organizativas adaptadas, de propuestas de red.

Un no-replanteo en este sentido amenaza en aumentar una especie de «esquizofrenia operativa» de muchos militantes de la solidaridad, con roles desdoblados en otros movimientos pero sin concepto propio y por lo tanto con impactos debilitados en su acci¢n. Muchos militantes y grupos ya han abandonado la Solidaridad con Centroam’rica para dedicarse a otras esferas de compromiso que consideran m s adecuadas, actuales , amplias o propositivas. Sin apostar a la reformulaci¢n necesaria, desde adentro, del movimiento de solidaridad. Esas se_ales indican que el Movimiento se encuentra en un desaf¡o de fondo: o se reconceptualiza la propuesta o la solidaridad con Centroam’rica corre el riesgo de una muerte lenta por desecaci¢n.

Desde la perspectiva del marco global y de red donde se desarrollan las nuevas formas de movimiento ciudadano en el Norte, la solidaridad por pa¡s , e incluso por regi¢n, no refleja la nueva din mica en juego. M s que el marco nacional o regional , dos aspectos claves adquieren en esta nueva etapa una importancia fundamental. El tipo de contrapartes o interlocutores con los que se construye esa nueva solidaridad y la tem tica-concepto que motoriza la relaci¢n. Desde la perspectiva de la «deslegitimaci¢n consecuente» del modelo neo-liberal y globalizador como tarea esencial de los nuevos tiempos, el acuerdo de fondo de temas con interlocutores claves, ser  un reaseguro de re-dise_o acertado y a largo plazo de una opci¢n solidaria.

En ese sentido, ser  esencial redefinir el sentido mismo de la nueva solidaridad. Por una parte, como ejercicio horizontal que obvie cualquier tipo de transferencia o paternalismo (ni de Centroam’rica-Sur al Norte, ni del Norte a Centroam’rica-Sur). Por otra parte, entendi’ndola permanentemente como actividad integrativa y global que permita sacar r’ditos tanto a los actores Norte como Sur de esa solidaridad. En un planeta globalizado el sentido esencial de cualquier solidaridad pasa, justamente, por globalizar una nueva relaci¢n de fuerzas planetarias a partir de complementar racionalmente lo que generen en el Norte y en el Sur actores e interlocutores complementarios.

Desde esta perspectiva, el repliegue hacia una solidaridad eminentemente «localista», al mejor estilo de los Hermanamientos, en las d’cadas pasadas, corre ciertos riesgos. Esto si no se trasladan a ese terreno los conceptos de fondo que definan y precisen el sentido mismo de una nueva solidaridad. Cualquier vaciamiento de contenidos estrat’gicos condenar  a una asociaci¢n, grupo, comit’, hermanamiento a un raquitismo conceptual irreversible. Con el riesgo de seguir existiendo por folklore, aproximaci¢n humanitaria, amiguismo, filantrop¡a o simplemente, inercia.

CLARIFICAR EL DESAFIO. Escenarios

Las posibilidades no son miles. Los dos escenarios principales para los pr¢ximos cinco a_os consisten en seguir haciendo un poco m s de lo mismo que se hac¡a hasta ahora. Tambi’n se podr¡a introducir algunas reformas cosm’ticas, o redefinir una nueva modalidad conceptual y operativa que puede incluir definiciones diferentes. La necesidad de extender, engancharse, ampliar una actitud solidaria con los actores m s din micos y coherentes del movimiento social latinoamericano puede aparecer como propuesta de debate.

No menos cierto es la necesidad de globalizar la propia percepci¢n del momento hist¢rico que vive ese continente. ¨Por qu’ ser m s solidarios con La Trinidad, Achuapa o el FSLN que con los asentamientos del MST en Par  o con la Confederaci¢n de Nacionalidades Ind¡genas del Ecuador que encabeza el movimiento contestario de ese pa¡s andino?.

No menos fundamental es el reto de fortalecer la presencia del Movimiento de Solidaridad en las redes de convergencia ciudadana que proliferan en el Norte y que est n promoviendo las respuestas contestatarias m s importantes en los oltimos a_os. No estar adentro de esa din mica, no s¢lo debilita a la solidaridad centroamericana, sino que la confronta a un contrasentido conceptual de base.

Aunque sin ser absolutamente novedoso, es importante volver a pensar c¢mo llevar la propuesta de una nueva solidaridad a los espacios sociales «naturales». Si son asociaciones de consumidores, por un comercio m s justo. O tambi’n, a iniciativas regulares que existen, como los Comit’s organizadores del Primero de mayo; grupos convocantes a eventos internacionales (como la Cumbre Social Alternativa), entre otros.

Estos escenarios no pretenden agotar la capacidad popular y ciudadana creativa e ilimitada. Pero indican cursos probables de acci¢n de cara a un futuro solidario que espera, bajo el dilema de vida o muerte, ser urgentemente reconceptualizado. (Euro/QR/Ong/Gp/ap)
Sergio Ferrari

Autor

  • JAE
    Jose Escribano

    Responsable de Contenidos en Informativos.Net

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