En El Salvador, así como en toda Latinoamérica, el sector de los jóvenes es uno de los más olvidados por la sociedad y los políticos, generado por una malsana política de exclusión. Sin embargo, todo indica que son los jóvenes serán quienes deban tomar las riendas de nuestras naciones.
En el colorido caso de los cuscatlecos ( salvadoreños) los jóvenes están presentes en los discursos de los políticos, cuando se habla del futuro del país, pero nunca ha existido la voluntad estatal que permitan su desarrollo, integración y apoyo por parte de la sociedad. Uno de los efectos de este abandono son las famosas pandillas juveniles, las tristemente famosas «maras».
El gobierno no hace ni el menor esfuerzo para reintegrar a las pandillas a la actividad productiva, a la sociedad. Actualmente, sólo los sacerdotes salesianos se han preocupado de la situación que afecta a miles de jóvenes salvadoreños. El gobierno únicamente intenta justificar el despilfarro económico con programas que terminan a pocos d¡as de iniciarse.
Las organizaciones que hoy en d¡a mantienen trabajo de campo con j¢venes, se_alan un conjunto de problemas que afecta a este sector de la poblaci¢n. Falta de orientaci¢n en el hogar y la sociedad, falta de oportunidades de educaci¢n, escasas oportunidades laborales. Claro que todos estos puntos son cruciales en las campa_as electorales de los candidatos presidenciales de turno. (Sv/QR/Pno/Cs/mc)
Carlos Figueroa