No hay edad, posición social u oficio para ser considerada una víctima de la violencia de género. Tampoco hay que ir a comisarías del tercer mundo para encontrar a las perjudicadas.
Casos como los de la cantante Withney Houston quien acaba de salir de un cuadro de adicción a las drogas producida por su tormentosa relación sentimental y el de la sex simbol Pamela Anderson, protagonista de varias denuncias contra su pareja por maltrato físico, bien podrían ser los típicos ejemplos de las consecuencias que genera en la salud física y mental, emparejarse con un agresor. En el siguiente artículo usted conocerá el impacto que tiene la violencia de género en la salud pública de las Américas y el Caribe.
Dolores de cabeza, problemas ginecológicos, síndrome de intestino irritable, dolor pélvico, desórdenes de alimentación, asma, ansiedad, abuso de drogas y alcohol, suicidio y homicidio, son sólo algunas de las consecuencias de la violencia intrafamiliar en la que viven millones de mujeres de Am’rica Latina, Estados Unidos, Canad y el Caribe.
As¡ lo establecen diversas investigaciones sobre el impacto de la violencia en la salud femenina donde se informa que las mujeres golpeadas muestran mayor propensi¢n que las no golpeadas a utilizar el sistema m’dico ya sea para desintoxicarse de sustancias f rmaco dependientes como para tratarse de dolores musculares, infecciones vaginales recurrentes, enfermedades transmisibles sexualmente, trastornos del sue_o y depresi¢n.
Segon la American Medical Asociation y la Encuesta Nacional sobre el Crimen (NSC) de las Estados Unidos, se estim¢ por ejemplo que 30,000 visitas a los departamentos de urgencias, 40,000 consultas m’dicas, 21,0000 hospitalizaciones y 100,000 d¡as de hospitalizaci¢n ocurridas en el transcurso de un a_o estaban asociadas con la violencia dom’stica.
Estudios hospitalarios de M’xico sostienen, adem s, que las v¡ctimas de la violencia son 13 veces m s propensas a presentar lesiones en los senos, pecho o abdomen que las mujeres que se accidentan.
Entrevistada por el Centro «Flora Trist n»*, la sic¢loga, Sabina Deza Villanueva, profesora de g’nero de la Universidad Femenina de Lima Pero, sostuvo que el 90 por ciento de las consultas que ella atend¡a de forma particular, ten¡a como origen la violencia dom’stica ejercida por el esposo, amante o ex pareja de la v¡ctima.
Sus pacientes generalmente llegaban a su consultorio derivadas por alguna cl¡nica u hospital o simplemente por que sus parientes o amistades las convenc¡an de acudir a terapia.
Lo preocupante del asunto es que las agredidas no son conscientes del origen de sus males y la mayor¡a s¢lo se limita a curarse f¡sica y qu¡micamente.
Aunque no existe un perfil determinado para definir el comportamiento de las mujeres que sufren problemas de salud como consecuencia de la violencia, sin embargo la casu¡stica debidamente estudiada ha podido determinar algunos rasgos.
Existe un alto porcentaje de mujeres maltratadas y de v¡ctimas de abusos sexuales que s¢lo acude a consulta por quejas som ticas vagas, como por ejemplo sintomatolog¡a relacionada con la ansiedad, dolores de espalda, de cabeza, insomnio y dolor abdominal pareciendo el stress, la causa principal de sus quejas. (Brieri y Zaidi, Campbell, Walker y Courtois).
Con respecto a las consecuencias f¡sicas del maltrato s¢lo el 50 por ciento de las mujeres v¡ctimas acude al m’dico despu’s de haber sufrido alguna agresi¢n. Segon L.E.A. Walker, autora norteamericana de diversas publicaciones, las maltratadas utilizan la disociaci¢n como mecanismo de defensa. Este mecanismo separa la mente y el cuerpo por lo que no se siente tanto dolor y no se llega a percibir la gravedad de las lesiones hasta que se llega a bordear la muerte.
Las mujeres entrevistadas por esta autora informan que durante los incidentes de malos tratos, sufren golpes en la cabeza de gran intensidad, se les eclipsa la visi¢n, sienten aturdimiento y en algunos casos llegan a perder la conciencia.
Estos malos tratos continuos y traumatismos craneales pueden causar d’ficits neurol¢gicos que a veces no son valorados adecuadamente o pasan inadvertidos como en el caso del «shaken baby» o «s¡ndrome del boxeador» donde los golpes no producen efectos inmediatos sino que aparecen con posterioridad.
Se afirma tambi’n que las deficiencias cardiacas o los infartos en mujeres j¢venes son motivados por lesiones en las arterias de las zonas del cuello causadas por intentos de estrangulamiento.
A medida que aumenta la severidad de las agresiones aumenta tambi’n la severidad de las lesiones, como por ejemplo rotura del t¡mpano, quemaduras, cortes severos en el rostro y nalgas, p’rdida de dientes, rotura de nariz, mordeduras , esguinces, lesiones de m’dula espinal y lesiones permanentes.
Otro dato importante es que un alto porcentaje de mujeres sufre maltrato durante el embarazo. En el Hospital Civil de Cuernavaca, M’xico se encontr¢ que el 33 por ciento de embarazadas fue agredida durante la gestaci¢n. Estas madres eran 4 veces m s propensas a tener beb’s de bajo peso al nacer y sus hijos eran 40 veces m s propensos a morir en el primer a_o de vida.
Ni qu’ decir sobre los ¡ndices de mortalidad, morbilidad y homicidio. Sociedades como la brasile_a ostenta el r’cord de presentar durante dos a_os consecutivos una de las cifras m s altas, donde el 66 por ciento de los homicidios contra mujeres fue por violencia intrafamiliar.
A pesar de que la violencia contra la mujer es una causa significativa de morbimortalidad femenina, siempre se visualiza como un tema policial o de derechos humanos. Sin embargo recientes estimaciones del Banco Mundial sobre la carga global de la enfermedad, indican que en las econom¡as de mercado establecidas, la victimizaci¢n de g’nero es responsable por uno de cada cinco d¡as de vida saludable perdidos por las mujeres en edad reproductiva.
Reci’n en los oltimos a_os se ha planteado la necesidad de considerar este problema como un tema de salud poblica de primera prioridad. De ah¡ que tanto las Naciones Unidas como las organizaciones feministas est n fomentando programas de desarrollo en los establecimientos de salud de 10 pa¡ses de la regi¢n, para que los profesionales que all¡ atienden, prevengan, cuantifiquen y den respuesta a las v¡ctimas de violencia.
No hay que olvidar que las mujeres acuden a los espacios de atenci¢n m’dica varias veces en su vida y es ah¡ donde debe empezar la lucha para su erradicaci¢n.
*El Centro de la Mujer Peruana Flora Trist n es una organizaci¢n feminista peruana que trabaja por los derechos de las mujeres. (Pe/YZ/Mj/Ge/ap)
Marianella Mu_oz