La alergia se produce por una hipersensibilidad a una sustancia en particular, a la que se denomina ‘alérgeno’, que al penetrar en el organismo provoca que el sistema inmunitario responda produciendo una gran cantidad de un tipo de anticuerpos conocido como inmunoglobulina E (IgE). Estos anticuerpos se unen a unas células especiales que se encuentran en la piel y los órganos del cuerpo que actúan como primera barrera (nariz, ojos, boca), llamadas mastocitos, liberando grandes cantidades de histamina, la sustancia responsable de la aparición de síntomas como el picor, la secreción nasal, los estornudos o la irritación de los ojos.
Aunque prácticamente cualquier sustancia puede convertirse en alérgeno, las reacciones de hipersensibilidad más frecuentes se dan ante determinados alimentos (leche de vaca, huevos, pescados y mariscos, frutos secos), animales, ácaros, medicamentos, picaduras de insectos y, sobre todo, el polen. Según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, se calcula que entre el 20 y el 25 por ciento de la población padece algún tipo de alergia y alrededor del 80 por ciento de las consultas en los servicios médicos de alergología están relacionadas con la rinitis alérgica y el asma bronquial, dos ejemplos de patologías que pueden estar causadas por el polen.
Diferencias con los resfriados
También conocida como ‘fiebre del heno’, la alergia al polen se manifiesta en forma de rinitis (estornudos, secreción nasal, picor, congestión nasal) y, en ocasiones, en forma de conjuntivitis (lagrimeo y picor ocular). Los síntomas de la rinitis alérgica se confunden a menudo con los del resfriado, pero hay algunas diferencias entre las dos enfermedades que nos pueden ayudar a distinguirlas. Así, mientras los síntomas del resfriado son de aparición lenta, en el caso de la rinitis alérgica, los síntomas aparecen súbitamente.
Otra diferencia es que en la rinitis la secreción nasal es acuosa, mientras que en el resfriado es más densa. El aumento de la temperatura corporal es frecuente en los resfriados, pero no así en la rinitis alérgica. Los estornudos, en los resfriados, son frecuentes pero aislados, mientras que en la rinitis son frecuentes y en rápida sucesión.
El polen es un polvillo producido por los órganos masculinos de las plantas y árboles cuya función es fecundar los órganos femeninos. Cuando se produce la polinización, entre los meses de marzo y junio, las personas alérgicas al polen pueden desarrollar rinitis o conjuntivitis. La ‘fiebre del heno’ es cada vez más común en las ciudades, donde al efecto de la contaminación sobre el sistema respiratorio hay que unir las grandes concentraciones de polen que se producen como consecuencia del aumento de las temperaturas y la escasez de lluvias.
En este sentido, 2007 promete ser un año muy duro para los alérgicos, dado que las lluvias del otoño y la sequedad del invierno auguran una alta concentración de polen en la primavera. Además, las altas temperaturas registradas durante los meses de enero y febrero favorecerán la polinización. De hecho, según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic), las concentraciones de polen de gramíneas podrían situarse este año por encima de 7.000 gramos por metro cúbico, el triple que en 2005.
Evitar la alergia
El director general de la Asociación para el Autocuidado de la Salud (anefp), Rafael García Gutiérrez, apunta algunos consejos para reducir el impacto de la polinización en las personas alérgicas: Usar humidificadores y acondicionadores de aire con filtro antipolen, mantener las ventanas cerradas, especialmente por la mañana y al atardecer, y evitar los parques y jardines.
Ante la aparición de los primeros síntomas, los alérgicos al polen pueden acudir a una farmacia, donde el farmacéutico les recomendará un medicamento sin receta para el tratamiento sintomático, en el caso de que la alergia sea leve, o les derivará al médico si la reacción es grave. "Para el tratamiento de las alergias leves, los fármacos más empleados son los antihistamínicos, bien sea en forma de cápsulas, spray nasal, colirios o pomadas, ya que alivian eficazmente síntomas como los estornudos, el picor, el goteo nasal y la congestión", afirma el director general de anefp.
Estos antihistamínicos se pueden obtener en la farmacia sin necesidad de una receta médica previa, ya que pertenecen a una categoría de medicamentos, las especialidades farmacéuticas publicitarias (EFP), que están especialmente indicadas para el autocuidado de la salud. Sin embargo, desde anefp se insiste en la necesidad de consultar siempre al farmacéutico antes de utilizar un medicamento de este tipo, puesto que es un profesional sanitario capacitado para diferenciar la alergia al polen de otras enfermedades y, sobre todo, distinguir el grado de gravedad de la reacción.
Además, estos medicamentos son eficaces en otros tipos de procesos como la alergia a los ácaros del polen, a las plantas o al pelo de los animales, puesto que actúan sobre una sustancia, la histamina, que se libera tras la entrada del alérgeno en el organismo, sea cual sea éste, provocando la cascada alérgica. No obstante, el director general de anefp advierte sobre el riesgo de guardar los antihistamínicos de un año para otro. "Estos fármacos, al igual que sucede con el resto de medicamentos, pueden degradarse y perder eficacia si se guardan durante mucho tiempo, por lo que siempre aconsejamos acudir al farmacéutico o, en su caso, al médico, cuando se produce una nueva reacción alérgica", añade García Gutiérrez.