…simplemente porque está en Ibiza -la isla reconocida internacionalmente por su desmadre- ha provocado una catástrofe medioambiental que, además, podría haberse cobrado un buen número de víctimas humanas. Así, creo, está mejor definida la situación.
E insisto en este pequeño gran detalle definitorio y de atención porque se ha convertido en una costumbre demasiado habitual el uso del “indefinido” con un solo objetivo: eludir cualquier tipo de responsabilidad -tanto individual como colectiva o institucional- y evitar el resarcimiento del daño cometido por acción u omisión tanto a nivel económico como judicial o institucional a los autores de los hechos, como si todos los percances fueran producto del azar.
Porque a pesar de que, afortunadamente, no ha habido víctimas -de menuda se han librado tanto el Govern balear como el Consell de Ibiza en lo que respecta a la responsabilidad civil- ¡qué lástima!; qué pena por esas más de 400 hectáreas -hasta ahora, ya que en estos momentos se encuentra descontrolado- de monte mediterráneo calcinadas por culpa del hacinamiento humano, de la negligencia, de la falta de educación y civismo, del embrutecimiento y de la permisividad de los gestores de un enclave privilegiado que desde hace unos años acoge al turismo más gamberro de toda Europa.
No tengamos miedo a llamar a las cosas por su nombre. Esas 1.500 personas que han tenido que ser evacuadas de la cala de Benirrás, en el municipio ibicenco de San Joan, estaban celebrando una de las cientos de fiestas multitudinarias y descontroladas que en verano proliferan en las playas de la isla; donde el espíritu “flower power” de los veraneantes absorto por el alcohol, la música de los tambores, los “porros” y alguna sustancia más -y liberado de las normas mínimas de civismo- suele dejar miles de kilos de basura diaria con el consentimiento de la autoridad.
Pero esta vez no han sido desperdicios, sino fuego. Unas llamas que han provocado una catástrofe ecológica todavía por evaluar. Y no desearíamos que nadie hiciera mutis por el foro. Muchos esperamos que tras esta desgracia y sin dilación las autoridades digan, sin esperar a que pase el temporal, qué se está haciendo para averiguar qué ha ocurrido, quienes son los responsables -que tiene que haberlos-, qué va a ocurrir ahora con la zona calcinada -no vaya a haber algún empresario avispado que ya vea ahí una urbanización con golf o tres hoteles con playa privada- y, sobretodo, qué medidas se van a tomar para que el turismo descontrolado que recibe Ibiza no termine con ella en poco tiempo. En serio. No dejemos que nadie se vaya de rositas.
Gema Castellano
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