Hace algunas décadas, más o menos hasta el año 1960, en la universidad había (simplificando) dos clases de estudiantes : los que querían hacer una carrera concreta y los que iban porque sus padres lo querían así. A muchos de esos últimos era más fácil encontrarles en los bares y cines de los alrededores de la universidad que en clase. Hacían ônovillosö y, cuando suspendían la totalidad o la mayoría de las asignaturas, sus padres les amenazaban con ponerles a trabajar en el negocio familiar. Pero poco tiempo después descubrieron que si, en lugar de hacer ônovillosö como siempre, hacían ôhuelgaö por algún motivo político o social, porque no es lo mismo ser un ôvagoö que un ôantifascistaö, y cuando lo suspendieran todo (también como antes), ahora podían acusar al progenitor de turno de ôfachaö y reaccionario y, si retorcían las cosas un poco y lo planteaban con suficiente desparpajo, aun les quedaba reclamar el ôaprobado general políticoö. Hay una serie de gente que usa hoy día el mismo truco para evacuar su enfermiza agresividad, porque no les parece lo mismo ser un «gamberro indeseable» que ser un «activista pol¡tico radical», y se adhieren a cualquiera de las «sagradas causas», donde haya gente que no s¢lo no les ri_a sino que les justifique, para ponerse morados de tirar piedras, c¢cteles molotov, romper cristaleras, pegar fuego a coches, autobuses y contenedores, etc. Una de sus obsesiones m s sonadas es la que tienen contra la libertad de expresi¢n de sus supuestos adversarios, y por ello son aficionados a reventar actos de otros grupos, como el grupo Maulets, de Matar¢, tirando agua a los conferenciantes de un acto no suficientemente nacionalista (de «su» nacionalismo, por supuesto), o a declarar personas «no gratas» a l¡deres pol¡ticos del otro, etc.
La oltimas an’cdotas m s sonadas de ese talante han ocurrido en Girona y Bilbao. A m¡ no me parece relevante, como a un cargo de la polic¡a de mi ciudad natal, si eran de la ciudad o «de fuera» ; eso de que esas cosas las hagan los «de fuera» lleva ya inventado muchos a_os. Muchos tienen la amarga memoria de aquellas patrullas que llevaban a la gente «de paseo». Siempre ven¡an «de fuera», pero iban directos a la casa del que buscaban perfectamente informados por los «de dentro». Lo de Bilbao merece punto y aparte. Por si a alguien le quedaba alguna duda, s¢lo hay que observar que la batalla campal, con todos los medios acostumbrados, fue entre la polic¡a y el conglomerado Jarrai/HB/ETA/EH, cuando los otros «fachas», contra los que se supon¡a que iba la juerga, ya estaban pr cticamente en Burgos. Y que la intencionalidad era del cariz que comentaba m s arriba lo evidencia que nadie con m s de un dedo de frente duda que hubiera sido m s eficaz que la treintena de «fachas» de Inestrillas estuvieran en la acera con sus banderas y sus estupideces, mientras la gente pasara hacia sus quehaceres sin hacerles ningon caso.
La agresividad, a pesar de que la mayor¡a la tenemos bastante controlada, de tarde en tarde ense_a la oreja a hurtadillas. Hace algunos d¡as alguien de mi mismo pueblo, que tiene la amabilidad de leerme, me pregunt¢ si, al escribir sobre la «transparencia», donde dec¡a que hay veces que se la aplicamos a alguien para evitar follones, me refer¡a a «fulano de tal» que, dec¡a ‘l, es tan «cara de h…» que, hace algunos a_os, alguien de una profesi¢n m s dada a curar que a da_ar le aplaudi¢ la cara en poblico y ello le conllev¢ problemas (al profesional). Por pudor, le contest’ que no lo hab¡a escrito refiri’ndome a ninguna situaci¢n concreta, pero a mi mujer y a m¡ nos da la risa, confieso que de forma muy poco civilizada, cada vez que pensamos en aquellos aplausos faciales.
Por cierto, +algon psiquiatra (quiz s el televisivamente popular Dr. Corbella), me podr¡a indicar qu’ clase de anomal¡a mental y sexual sufren los que graban mensajes (an¢nimos, ¥por supuesto !) en los contestadores de determinadas personas, para castigarlas por su osad¡a de concurrir a las pr¢ximas elecciones compitiendo con el partido de quienes llaman ? Ya me perdonar n, pero no le s’ ver la «‘tica» a eso, a no ser que quien de ella alardea se refiera a la segunda entrada de los diccionarios *.
Jordi Portell
* ‘tico = t¡sico.