Que aun hoy día insistan cada vez que viene a cuento en intentar de entrada no aceptar el hecho de que lo del 36 fue un golpe de estado militar, y después, cuando lógicamente no lo consiguen, tratar de justificarlo argumentando que también lo hicieron las izquierdas en el 34, sólo se compadece con el estilo «más, igual, menos que tú» a que nos tiene tan acostumbrados la gente liderada por el tenebroso hombre del bigotillo.
Hace unos meses ya toqué más o menos este mismo tema ( Guerra incivil ), en aquel caso rogando que se abriesen las puertas para que entrara suficiente aire fresco como para desinfectar las heridas de aquello, y lamentando que aun no se entendiera del todo que no había nada glorioso ni para el bando de los unos ni para el de los otros en matar, encarcelar y hacer víctimas de toda clase de represalias a mucha gente de los dos lados, por el terrible delito de pensar de modo distinto a aquellos otros que se lo hicieron. No ten¡a l¢gicamente la pretensi¢n de haber dicho la oltima palabra. De hecho suger¡a, contra el criterio del PP que ahora han vuelto a evidenciar, que lo que era m s conveniente era hablar de ello sin taboes ni complejos. Pero me ocurre que, por mucho que nunca haya esperado gran cosa del m s que difuso talante democr tico de Josemari Aznar y sus muchachos (tambi’n en esta cuesti¢n de centro de toda la vida, como es evidente), siempre acaban por superar mis an lisis pesimistas sobre el tema.
Quiero decir muy bien dicho lo que creo, porque es un tema suficientemente espinoso como para librarse a euforias verbales de ninguna clase. Se que corro un riesgo si uso como figura ret¢rica una que podr¡a hacer parecer que acepto algo que en realidad no acepto en absoluto ; pero espero acertar en el tono y en la forma como para que este equ¡voco no llegue a producirse, y solicito por adelantado la indulgencia de quien tenga la paciencia de leerme si acaso (como muy bien pudiera ser) no lo consigo.
Como dec¡a al inicio de estas l¡neas, no hay nada que pueda justificar un golpe de estado de ningon color, ni en ningon sentido, contra un gobierno instituido de forma democr tica. Cuando digo «nada», quiero decir «nada», no «casi nada» ni tampoco ninguna de aquellas f¢rmulas tan caras a los partidarios de las grandes causas como «el superior inter’s de la clase obrera» o «la santa religi¢n» o «la sagrada patria». Eso lo tiene claro cualquier dem¢crata de verdad, y no creo que sea inmodesto pretender hacer de ello una afirmaci¢n absoluta. Hasta tal punto eso es as¡ que quien quisiera oponer a este concepto el de su libertad de opini¢n, chocar¡a de modo frontal contra los principios democr ticos m s elementales. Creo tambi’n que no ser¡a desacertado en absoluto decir que tal vez sea un derecho el de ser dem¢crata «segon y como», o incluso pensar que todo eso del liberalismo pol¡tico y la democracia es un sistema caduco que no funciona bien, entre otras cosas porque est lleno de paradojas, limitaciones e insuficiencias. Pero quien haga eso, si quiere que se le respete el derecho a la presunci¢n de buena fe por su parte, tendr que admitir que es un dem¢crata tibio, m s bien banal en su calidad de tal, o alguien que sin tapujos de ninguna clase no lo es en absoluto, con todo su derecho a no serlo si se quiere as¡. Es por esto que los del PP tendr¡an que hacerse mirar su pretensi¢n reiterada hasta la nausea de ser de centro, porque sus expresiones cada vez que se toca este tipo de tema (v’ase tambi’n el asunto Pinochet) rozan la forma de razonar de los puntos m s extremos del arco pol¡tico, donde est n situados los partidarios de las dictaduras o de las democracias etiquetadas, que son o vienen a ser lo mismo, que dudosamente encajan en arco parlamentario alguno
Pero creo que aun hay algo m s. Podr¡a ser que alguien piense de buena fe que pueda darse alguna circunstancia en la que un golpe de estado pudiera estar justificado. Pero no creo compatible con ser dem¢crata en grado alguno, directo, indirecto o circunstancial, pensar que tambi’n pueda haberlas que justifiquen la t’trica, hortera y soez dictadura caciquil/fascista/nacional-cat¢lica de casi cuarenta a_os que nos toc¢ aguantar.
Y sobre este extremo estos mismos «centristas» tambi’n miran al techo y silban cuando alguien lo comenta.