Quiero decir que no es cierto que la actividad violenta de esta caterva haya estado en suspenso, sólo era distinta, la de esta temporada, sin secuestros ni asesinatos. Todo y con eso, es, no hace falta insistir en ello, una mala noticia. A mi, de verdad, me hubiera gustado que eso de optar por la vía la política para la reivindicación nacional de los derechos de su pueblo hubiera sido algo más que una estrategia temporal, pero tampoco puedo decir que haya sido una gran sorpresa, porque cada cual es como es. Quizás por eso no quiero hacer de este asunto el tema central de mi comentario, porque aparte de mucha rabia me da mucho asco.
Escribo pues sobre algo más prosaico que toda esta mamarrachada, una de estas cosas que unos pajaritos amigos míos, de tarde en tarde, vienen y me cuentan. Parece ser que la semana pasada, concretamente el viernes veintiséis de noviembre por la noche, hubo una reunión de la comisión de urbanismo de uno de los ayuntamientos de la comarca del Maresme (Barcelona). Entre otras muchas cuestiones se trat¢ del encargo del peritaje que se precisa para establecer el valor real de unas controvertidas obras de remodelaje de una finca de aquellas que, por su valor hist¢rico y art¡stico, la Generalitat de Catalunya tiene catalogadas. Este valor real parece que es muy distinto – en m s l¢gicamente – del que se us¢ para calcular los derechos a percibir por el municipio cuando se present¢ el proyecto, y esta valoraci¢n facultativa se necesita para establecer la diferencia que tendr que hacer efectiva el promotor, al parecer vinculado a cierto ex-banquero que ha vuelto a salir en los papeles estos d¡as pasados, que, segon mis informantes alados, como m¡nimo puede representar ocho veces m s de lo que se pag¢ en su momento.
Hasta aqu¡ el tema. La cuesti¢n, empero, fue derivando cuando uno de los concejales asistentes empez¢ a poner objeciones de todas clases a lo que se estaba tratando acerca del mismo, desde discutir con pasi¢n poniendo en cuesti¢n la necesidad misma del peritaje, hasta sugerir que quiz s podr¡a realizarlo un amigo suyo de toda su confianza ; desde negar el derecho del ayuntamiento a cobrar lo que aun le falta por cobrar de este expediente, hasta unas pintorescas manifestaciones, en apoyo de este criterio, sobre la equivalencia de una obra de estas dimensiones y la de renovaci¢n de una cocina dom’stica, entre otras gracias del mismo estilo. Como el tema es conflictivo, se trat¢ tambi’n de otros aspectos distintos del mismo, entre otros que se hace dif¡cil no ver como no se han respetado las condiciones del permiso de la Generalitat para el citado remodelaje, porque, siempre segon mis informadores, lo que all¡ se ha hecho ha sido una verdadera chapuza. La chispa m s o menos definitiva salt¢ sobre la mesa cuando alguno de los asistentes insinu¢ que aquel derroche de dinero – se habla de varios miles de millones – para convertir una mas¡a modernista catalogada en una mona de pascua, no ten¡a sentido alguno como inversi¢n productiva y que, a falta l¢gicamente de que se tuvieran pruebas fehacientes de ello, en conjunto soltaba un tufillo algo as¡ como a blanqueo de dinero negro. El mismo concejal que desde el primer momento hab¡a tomado la defensa de las posiciones descritas m s arriba, salt¢ indignado.
¨Qu’ es lo que pens is que debi¢ llenarle de indignaci¢n ? ¨Quiz s la insinuaci¢n, sin otra base que un poco de l¢gica econ¢mica, sin ningon otro dato m s fehaciente que eso, que pudiera darse el caso que alguien estuviera haciendo algo muy poco edificante ?
Pues no se_or. Le indign¢ que se hablara del blanqueo de dinero negro como de algo mal hecho, porque, segon ‘l, esto lo hace todo el mundo, ‘l mismo sin ir m s lejos. Hay testigos. No s’ que pensar de todo eso su jefe de filas de La Moncloa, enfrascado como est privatizando empresas poblicas, es decir, de todos los espa_oles sin excepci¢n, para que sus amigos, y los amigos de sus amigos, puedan forrarse «ad hoc» reparti’ndose algunas decenas de miles de millones, mientras persigue con sa_a justiciera cualquier clase de corrupci¢n. de sus adversarios pol¡ticos, faltar¡a m s. Pero yo, si estuviera en su lugar, me lo har¡a mirar.