En el PSC, su primer secretario, olvidando que fue precisamente en Catalunya donde Borrell, en aquellas primarias que hoy parecen historia, consiguió su resultado más espectacular, le da el apoyo de la organización catalana, es de suponer que en nombre propio y el de la ejecutiva (no he oído notícia ni rumor de que se haya realizado ningún tipo de consulta a las bases). Lo mismo que Chaves, que, para resaltar el peso político de su apoyo, enarbola la calidad de federación más numerosa de la andaluza, seguro que dando por olvidado el feo episodio del pucherazo también en el seno de su federación, a favor del mismo a quién ahora da un apoyo aun más entusiasta que entonces, si es que ello resulta posible. Y se les ve tan satisfechos, tan encantados de haberse conocido, que uno no puede por menos que sentir verg³enza ajena, simultánea a una sensación de ôdéjÓ vuö tan intensa que me he sentido tentado de enviar alguna de las cosas que escribí sobre el tema la primavera del año pasado, en lugar de redactar estas l¡neas.
Dicen, y en eso seguramente tienen raz¢n, que Almunia ha hecho mejor papel en el oltimo debate con Aznar en el congreso, que el que hizo Borrell en la misma situaci¢n hace poco m s de un a_o. Es un dato casi objetivo, pero s¢lo si nos limitamos a visualizar en fr¡o los dos videos, el de entonces y el de ahora. No lo es tanto si comparamos la situaci¢n de Borrell el a_o pasado, que me record¢ a Gary Cooper en la m¡tica pel¡cula de Fred Zinneman «High noon», y la de Almunia hace poco, con el aplomo y la satisfacci¢n, que incluso se evidenciaba en su cara, de su recuperada calidad de l¡der onico del partido, una vez liquidada, con el triunfo de su estrategia y de la del resto del «bunker» hist¢rico, la bicefalia que le resultaba tan molesta como una china en el zapato, y con toda la organizaci¢n del partido a su entera disposici¢n. No estoy tratando de regatearle m’rito alguno, el hortera l¡der «pepero» estaba incluso m s crecido que el a_o pasado, y, por tanto, es mayor el m’rito de Almunia al situarse por lo menos a su mismo nivel ; pero nunca se sabr lo que hubiera dado de s¡ Borrell en la misma tesitura de apoyo del aparato y control de la organizaci¢n, en lugar de la evidente hostilidad de los suyos que fue claramente perceptible en aquella sesi¢n.
Las propuestas caciquiles de por lo menos dos de los tres tenores est n a la orden del d¡a. Que si el nuevo candidato lo tendr¡a que escoger un consejo de notables (ellos), que si lo tiene que hacer la ejecutiva federal (ellos y sus amigos), etc., nada sobre unas nuevas primarias, dicen que en aplicaci¢n estricta del mismo reglamento que las regula. Quiz s sea eso realmente lo que dice su letra ; pero si, despu’s del cirio que armaron dando lecciones de democracia al resto de los partidos (que hicieron lo que pudieron para decir tantas bobadas como les fue posible), ahora todo queda, en la pr ctica, por muy reglamentaria que sea la soluci¢n, como si aquellas primarias las hubiera ganado el que las perdi¢, har n el rid¡culo y se tendr n que envainar todo aquello de la «profunda renovaci¢n democr tica» que predicaron «urbi et orbe».
Como se la han tenido que envainar Castro y Aznar ; uno aquello de «caballerete» y el otro aquella expresi¢n de su agudo ingenio y alta talla pol¡tica «si tu mueves ficha, yo muevo ficha». Ahora el cubano lo moteja de «valiente, sabio, talentoso y afectuoso». Cuando lo de la «ficha» el hombrecillo del bigote se refer¡a al d’ficit en materia de derechos humanos que hab¡a en Cuba, y algunos, con bastante mala intenci¢n, dec¡an que era para agradecer el apoyo del exilio cubano a sus finanzas electorales. No veo que lo de los derechos humanos haya mejorado mucho, pero quiz s a Aznar le pareci¢ un signo evidente de progreso en esa direcci¢n que Castro dijera, a mediados del pasado febrero, que «la pena de muerte puede salvar muchas vidas». Como se lo debi¢ parecer tambi’n a Anguita, que tambi’n se call¢ como un muerto.
Jordi Portell