El ministro de Tranportes, Arias Salgado, tiene apellidos de honda raigambre franquista: su padre reprimió la libertad de expresión en los peores años de la dictadura ùsi no es un pleonasmo adjetivar así una parte de aquella verg³enza para la Humanidadù, lo que por cierto, no le impidió enriquecerse con el «impuesto revolucionario» que recibía de la taquilla del cine español de los 40. Según rezan los documentos que el departamento norteamericano de Estado reveló en 1990 en virtud de la Freedom of Information Act.
Todo lo cual se cita solamente para subrayar el peligro de buscar en el pasado de otros la justificación de los males actuales propios. Así lo hizo Arias Salgado en su comparecencia en el Congreso de los Diputados el pasado 21 de abril para justificar la situación de Iberia, el colapso de los aeropuertos y la triste grisura de su gestión: culpar a los gobiernos del PSOE, continuando así la irritante impudicia política del Gobierno y del PP de, tras tres a_os de Gobierno, culpar al pasado de sus errores. Como si la ciudadan¡a no supiera que gobierna el PP, ‘ste abusa del disimulo recurrente y sin fin de su condici¢n gobernante y de la odiosa tendencia a emboscar su responsabilidad en la est’ril referencia al pasado.
Poco respeto por al pasado, no obstante, porque seguramente Arias tiene que agradecerle su persistencia en la cartera ministerial. Aunque sea el pasado remoto: no en vano el abuelo del presidente del Gobierno, Manuel Aznar, comparti¢ con el padre del ministro., si no ideales seguro que s¡ intereses bajo la dictadura, cuyo fascismo les era propicio.
Pero del caos aeroportuario surge una inc¢gnita que es la misma que se suscit¢ con la pasada huelga de los pilotos: ¨Cu l es la causa? Nadie responde. Una verdadera conspiraci¢n criminal de silencio impide, tanto por parte de unos como de los otros -dif¡cilmente se puede hablar de responsables en este caso, ni siquiera en sentido figurado- impide conocer las razones de la huelga y del caos. Los pilotos de Iberia son los mejor pagados del mundo y no s¢lo consiguen nuevos y escandalosos aumentos salariales sino que siguen benefici ndose de una ley discriminante e injusta que prohibe que aviones espa_oles de l¡nea sean comandados por pilotos que no sean espa_oles, ni siquiera comunitarios, entre decenas de privilegios derivados, todav¡a, de la dictadura militar. Pero tampoco desde las empresas se ofrecen respuestas: Iberia lleg¢ a decir que la huelga de los pilotos estaba motivada porque no quer¡an pagar los legales impuestos sobre los billetes de viaje que reciben gratuitamente y que exig¡an recuperar el momio para sus empleados dom’sticos., sin que los pilotos -ni su verg_enza «sindical» amarilla llamada Sepla- contrapusieran la verdad.
Lo mismo ocurre en el caso del caos aeroportuario. El gabinete de comunicaci¢n de AENA -titular de un turbio contrato por valor nada menos que de doscientos millones de pesetas anuales- prodiga gritos por los medios de comunicaci¢n sin ofrecer credibilidad ni respuestas a los interrogantes de una situaci¢n dram tica que cualquier d¡a puede ser tr gica: comienzan a menudear los motines de pasajeros y la semana pasada tuvo que intervenir la Guardia Civil para mantener la integridad f¡sica de una tripulaci¢n.
AENA y Transportes culpan del caos a quien pueden pero no explican qu’ ocurre: as¡, si echan la culpa a los pilotos, por trabajar a reglamento (en huelga de celo), los acusan de mentir; si a los controladores, responden con las jornadas extendidas y horas extras que est n realizando; si a la reordenaci¢n del espacio a’reo europeo o a la guerra de Yugoslavia, el organismo europeo de control a’reo tambi’n los deja por mentirosos.
En la crisis hay dos inquietantes presencias de segunda fila: en Iberia, la del director general -ngel Mullor, un excomunista que con el PSOE se encarg¢ de la limpieza ‘tnica de miles de empleados de empresas poblicas cerradas o privatizadas. Y en AENA, el contratipo: Carlos E. Rodr¡guez, periodista saltar¡n: desde la extrema derecha pas¢ al PSP de Tierno y coquete¢ con el PSOE antes de aterrizar en la derecha, donde hace gala del ideario, por as¡ decir, del neoliberalismo salvaje, en las ant¡podas del fascismo joseantoniano, nacionalizador, de su juventud.
Nadie habla de una hip¢tesis que yo puse en antena (en la de Radio Voz, en El Periscopio, magazine vespertino de Miguel -ngel Garc¡a-Juez): la coincidencia de responsables -m s bien, irresponsables- de tierra y aire en degradar hasta l¡mites insospechados dos empresas poblicas boyantes hasta anteayer, Iberia y Aeropuertos Espa_oles, s¢lo se explica como una conspiraci¢n para el delito de alterar el precio de las cosas. Hip¢tesis arriesgada pero razonable, que cuando la formul’ fue descalificada por mis interlocutores radiof¢nicos. Sin embargo, el viernes 24, un tal Bastida, director financiero del BBV dijo: «De cara a la privatizaci¢n, est claro que el precio de Iberia est descendiendo en estos momentos». Pod¡a haber dicho lo mismo de AENA. M s o menos, pero est claro.