Es a Machiavelo a quien se atribuye el desarrollo de la ciencia política, en su libro «El Príncipe», pero popularmente es visto como el padre de la concepción de la política como un juego de intrigas, de inmundicias y deslealtades en busca del control del poder, en el que triunfan los más fríos y hábiles en la sucesión de pactos y traiciones que les permite hacerse del trono. No hay duda de que «El Príncipe» debe ser libro de cabecera del capitán general que hoy co-gobierna el Perú después de haber transitado -sin pestañear- del velasquismo y la concepción del Estado autoritario-desarrollista al más fundamentalista de los capitalismos salvajes y al autoritarismo centralista y neoliberal (ciertamente manteniendo en pie sus concepciones autoritarias).
Vladimiro y la «personalidad básica» del peruano:
lecciones para la política<
A tono con los tiempos, nuestro «príncipe» criollo ha sumado la ciencia psicológica a su instrumental político de campaña. Manipulador interesado en conocer y valerse de todos los instrumentos necesarios para desentra_ar la estructura psicol¢gica de las personas con las que se vincula y manejar los patrones culturales que determinan su conducta, comenz¢ temprano a perfilarse como un militar «especial». Ya a los 26 a_os, apenas teniente en el Ej’rcito, publicaba junto a coroneles y generales en la Revista del Centro de Instrucci¢n Militar del Pero (N¡ 50) un ensayo titulado «Conozca bien a su tropa», en el que evidencia sus incipientes estudios de «la personalidad b sica» en funci¢n de las teor¡as de los psic¢logos Kardiner y Linton. Hace ya 29 a_os evidencia claridad en dos asuntos que guiar n su conducta: 1) que hay que saber «utilizar a los hombres de acuerdo a su arte, es decir, en base a las disposiciones emotivas para realizar algo»; y 2) que la personalidad b sica del mestizo peruano «se ha estabilizado en una etapa del desarrollo emocional donde la nota dominante, en las relaciones con los dem s, es la dependencia y ‘sta ha llegado a formar parte de la configuraci¢n de su personalidad b sica». La «actitud de dependencia», dice el capit n general, «se evidencia como una necesidad de ser guiado, orientado y de que alguien les diga permanentemente lo que se debe hacer». He aqu¡ las ra¡ces comunes de su velasquismo y su fujimorismo: hacer pol¡tica desde el aparato estatal, de poder, y no desde la sociedad civil; montar liderazgos autoritarios y paternalistas, apoyados en el manejo populista de masas desorganizadas en una sociedad desinstitucionalizada.
Una vida al servicio de un ideal
S¢rdidas como pocas, las historias del Rasput¡n peruano lo muestran como un machiav’lico temprano y consecuente. Enamor¢ r pidamente al influyente General Mercado Jarr¡n en el per¡odo de Velasco, ubic ndose como su joven asistente y atendiendo su inquietud intelectual y te¢rica, hasta lograr la confianza suficiente para hacerse de importante informaci¢n y documentos de seguridad nacional que ¢se dice¢ habr¡an terminado en los despachos de la CIA. Y, como lo ha recordado estos d¡as el General en retiro Francisco Morales Bermodez, tuvo la audacia de falsificar las firmas del Jefe del Estado y del Comandante General del Ej’rcito para hacer abandono de destino y viajar ¢sin autorizaci¢n ni santos fines¢ a los Estados Unidos para enlazarse con instancias militares y de inteligencia extranjeras.
Tenaz como pocos, resisti¢ la sentencia y la prisi¢n militar, estudi¢ «derecho» y esper¢ pacientemente en las sombras, retejiendo relaciones y v¡nculos para regresar a las esferas del poder, mientras defend¡a narcotraficantes desde su bufete legal.
Se reencontr¢ con su viejo y querido oficio, la «inteligencia», durante la gesti¢n del Gral. (r) Edwin D¡az en la jefatura del SIN, durante el gobierno de Alan Garc¡a, y se enlaz¢ con la campa_a del Ing¡ Fujimori en 1990.
Invalorables servicios prest¢ entonces en relaci¢n con juicios por irregularidades en la compra venta de viviendas y en asesor¡a pol¡tica de campa_a, con lo que volvi¢, para quedarse, al centro del poder. El resto es historia m s conocida y explica las inmediatas reacciones del Ing¡ Fujimori y del Comando del Ej’rcito ante las documentadas declaraciones del Gral. Morales Bermodez.
Agitaci¢n en la Corte
La primera conclusi¢n que arroja el alboroto causado en las filas de la copula del poder es que Montesinos es el hombre m s importante del Gobierno.
Las declaraciones del Gral. (r) Morales Bermodez ponen en evidencia la trayectoria del personaje, la amoralidad del hombre que maneja el Poder Judicial, el Ministerio Poblico y los mandos militares. Trece oficiales de su promoci¢n copan actualmente los m s altos mandos del Ej’rcito y el Servicio de Inteligencia Nacional, que responde directamente a ‘l, actoa como la Gestapo de Hitler, controla desde las sombras la öfidelidad+ de sus propios partidarios, en forma hostil chequea y perturba las actividades de los opositores pol¡ticos, manipula la prensa, digita jueces, fiscales y parlamentarios.
La copula fujimorista controla todos los poderes del Estado, y en el SIN se encuentra el cerebro que mueve los hilos. Lo sabe todo, lo registra todo, no hay nadie que pueda escapar a su acucioso seguimiento abierto o clandestino.
Las millonarias cuentas del capit n
C’sar Hildebrandt ha demostrado que Vladimiro Montesinos recibi¢ dep¢sitos en una cuenta del Banco Wiese, como persona natural y no como empresa o estudio jur¡dico, por US$2¡360,000 durante 1999. El asesor presidencial de un Jefe de Estado que dice ganar 2,000 mil soles mensuales y no m s de 30,000 soles anuales (con bonificaciones de Navidad, Fiestas Patrias y escolaridad) mueve, EN UNA SOLA CUENTA, el equivalente a 8¡260,000 soles, es decir, DOSCIENTAS SETENTA Y CINCO VECES EL INGRESO ANUAL DECLARADO -AUNQUE SEA INCREIBLE- DEL PRESIDENTE y TREINTA Y CINCO VECES EL INGRESO ANUAL DE UN PARLAMENTARIO O UN MINISTRO, INCLUIDOS SUS VIATICOS Y BONIFICACIONES.
¨Cu ntas otras cuentas tiene el asesor? ¨Cu ntas en el pa¡s y en el extranjero? +A qu’ cuentas giraba o transfer¡a cientos de miles de d¢lares? ¨Qui’n le paga y por qu’? +A qui’n le paga? ¨Qu’ clase de servicios o informaciones cuestan tanto?
H bil en la manipulaci¢n de im genes, cree que puede salir del paso pidiendo que el Dr. Aljov¡n, que se ha definido a s¡ mismo como un Fiscal de la Naci¢n «pintado en pared», lo «investigue» apoy ndose en el antecedente de que en 1997 se pronunci¢ contra cualquier investigaci¢n, cuando el Canal 2 sac¢ a luz los millonarios ingresos de Montesinos, lo cual le cost¢ a Baruch Ivcher la propiedad de su canal.
No es imposible que en unas semanas se nos diga que todo est en orden, que los ingresos tienen sustento, que se ha pagado los impuestos respectivos, antes o despu’s del cese del Dr. Aljov¡n. Pero pocos lo creer n y muchos sentir n que lo que queda evidente es que Montesinos no s¢lo se preocupa por el manejo de los hilos del poder tras el trono, sino tambi’n en abultar sus cuentas personales.
Los dep¢sitos a la cuenta personal en el Banco Wiese provienen del exterior, afirma Hildebrandt, y por su periodicidad parece que provienen de 4 fuentes; as¡ se notan reiterados ingresos por US$ 153 mil, US$ 100 mil, US$17 mil y US$ 39,878.
Es posible que se sostenga que estos ingresos correspondan a «asesoramientos» realizados por el ex Capit n. Sin embargo, todos recordamos que insistentemente han surgido informaciones que lo vinculan directamente ¢o por intermedio de personas cercanas¢ con sobornos para favorecer al narcotr fico:
– Luis Isuzki Silva (octubre 96) declar¢ haber sido intermediario entre la banda de narcotraficantes de los hermanos L¢pez Paredes (öLos Norte_os+) y Javier Corrochano, abogado vinculado a Montesinos. Un miembro de la banda, Jos’ Luis Mendiola, registraba en su agenda tel’fonos privados y moltiples contactos con Edgar Sol¡s Cano, entonces viceministro del Interior, abogado vinculado a Montesinos, con quien trabaj¢ en el pasado.
– El narcotraficante Demetrio Limonier Ch vez Pe_aherrera (agosto 96) acus¢ a Montesinos de recibir sobornos. Dio detalles de frecuencias de radio del SIN, fisonom¡a de oficiales intermediarios y del propio Montesinos, direcciones de casas donde se dejaban los cupos, etc. La investigaci¢n fue rechazada por la mayor¡a en el Congreso, as¡ como por Blanca N’lida Col n, entonces Fiscal de la Naci¢n.
– El diario brasile_o Journal do Brasil (abril 97) public¢ informaciones de que Montesinos hab¡a colaborado con la öOrganizaci¢n Criminal Porras+, para actividades de narcotr fico entre Brasil, Pero y Colombia.
– El 1¡ de abril de 1999 la polic¡a interviene a la banda de narcotraficantes denominada öLos Camellos+ y dicta ¢rdenes de detenci¢n; sin embargo, el d¡a 4, Bruno Chiappe, uno de los principales implicados, sali¢ del pa¡s. Su abogado, segon propia declaraci¢n, es Javier Corrochano. Boris Foguel, sindicado como jefe de la banda, declar¢ que Chiappe privilegiaba su relaci¢n con Corrochano, debido a que ‘ste era öel brazo derecho de Vladimiro Montesinos+. El contador de Los Camellos ha sido socio del Contralor General Caso Lay y alto funcionario de la Contralor¡a.
Por otro lado, +no es cuestionable e inmoral que un personaje tan influyente y con tanto poder en el Gobierno utilice su privilegiada condici¢n para enriquecerse, mientras trabajadores de salud y militares ganan sueldos de hambre? +No constituye un problema de seguridad nacional el que el principal asesor presidencial y jefe en la pr ctica del SIN sirva paralelamente a intereses privados o poblicos extranjeros?
Llaman tambi’n la atenci¢n los retiros de dichas cuentas. Es evidente que no corresponden a gastos regulares, pues ‘stos tendr¡an que ser frecuentes y por montos peque_os, como es en cualquier estudio de abogados que debe cubrir sus costos administrativos. En 1999 Montesinos realiz¢ 2 retiros de US$ 400,000 y 2 de 500,000 d¢lares, lo que evidencia que ‘sta es una cuenta puente, mucho m s si dichas operaciones fueron realizadas mediante transferencias a otras entidades. ¨Montesinos mantiene bajo su colch¢n el mill¢n ochocientos mil d¢lares? O +hacia donde fueron esos fondos? Lo m s probable es que hayan sido depositados en cuentas en el exterior. +En d¢nde?
Surgen otras interrogantes. Los Bancos exigen explicaci¢n a sus clientes cuando ‘stos realizan operaciones de montos significativos, mayores de 10,000 d¢lares. ¨Se ha procedido con igual cautela en este caso? El pa¡s no est para m s cuentos. M s bien demanda cuentas claras, y debe hacerlo con firmeza, exigiendo una investigaci¢n transparente e independiente. Hay que decidirse a terminar con esta situaci¢n.
Por Javier Diez Canseco