Isabel Tocino no levanta cabeza. Lleva más o menos una semana justificando las actuaciones del Ministerio de Medio Ambiente, que ella dirige, en el desastre de la balsa de Aznalcóllar, cerca de Doñana, donde Boliden realizó sus vertidos tóxicos, y ya se la están acabando los argumentos para salir airosa de los apuros en los que, cada vez con más frecuencia, la meten la oposición y los periodistas.
Hace unos días, no se la ocurrió otra cosa mejor que decir que «no existen estudios científicos de solvencia que acrediten que el Guadiamar está contaminado; es más, los peces del río están vivos, lo que demuestra que este río está bien». El Guadiamar, es el afluente del Guadalquivir cuyas aguas riegan Doñana, y puede contaminar gravemente este parque natural. Al decir esto, el periodista que la entrevistaba la replicó que sí que había estudios científicos: los del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas), que afirman que el Guadiamar está seriamente contaminado con todo tipo de metales pesados.
Entonces, Isabel Tocino dijo: «Bueno, yo no voy a rebatir al CSIC. Pero eso es lo que deber¡an de hacer la oposici¢n y los ecologistas, respetar los estudios cient¡ficos, no hacer maniobras pol¡ticas», con lo que la ministra no entr¢, efectivamente, a comentar los an lisis de esta instituci¢n que la desmienten.
Pero a Isabel Tocino no la sent¢ nada bien ser puesta en evidencia, y no tard¢ ni un solo d¡a en echar una bronca monumental a los cient¡ficos del CSIC autores de dicho informe. Los acusa de «hacer informes catastrofistas, en vez de aportar soluciones». Por otra parte, y ya harta de hablar del desastre de Aznalc¢llar y el r¡o Guadiamar, ha dicho que «es cierto que hay peces del Guadiamar que han muerto, pero lo que no se dice es que si se han muerto es porque antes estaban vivos». Verdad de Perogrullo donde las haya.