Veréis. Hace algunos años, ahora mismo no me consta si tuvo alguna relación con el centenario de la publicación, un intelectual de los que viven en Sant Vicenþ, mientras ponía patas arriba una serie de librerías de lance en busca de volúmenes antiguos de su tema predilecto con los que completar su impresionante biblioteca, se topó con dos colecciones de esta publicación, una algo más completa que otra. +l quería adquirir una, y como es lógico le hubiera interesado el ejemplar más completo. Pero como le pareció que podía ser interesante para el pueblo, porque es una de las pocas fuentes de información que existen sobre nuestras cosas, sobre todo después de la quema de registros en tiempos de la guerra civil, comentó el tema con quién entonces era regidor de cultura y le sugirió que el ayuntamiento adquiriera la más completa, conformándose él con la otra, que es la que ahora ha prestado a la Biblioteca Pública para preparar la mencionada muestra. Así se hizo. El Ayuntamiento gastó la cantidad de setenta y cinco mil pesetas para adquirirla y decidi¢ que, mientras no se habilitara algon tipo de museo de historia local, fuera depositada en la Biblioteca. Hace m s de a_o y medio, quien hab¡a sugerido la compra precis¢ consultar algo correspondiente a la ‘poca que no ten¡a, concretamente los oltimos a_os, y se encontr¢ con la sorpresa que en la Biblioteca no estaba, tampoco estaba en otra dependencia municipal ni en cualquier otro sitio conocido y controlado. Hab¡a volado.
Poco tiempo despu’s. Mientras se estaba realizando el censo de los libros de la mencionada instituci¢n, se fue haciendo evidente que estos volomenes no eran los onicos que hab¡an desaparecido, sino que lo mismo hab¡a ocurrido, como m¡nimo, con la mayor parte de los libros editados por Caixa Laietana sobre temas comarcales, que esta instituci¢n tiene por costumbre donar de forma altruista a las bibliotecas de la comarca, y con una obra en cinco volomenes sobre la guerra civil espa_ola. Qued¢ claro que hab¡a quien se dedicaba a la poco edificante tarea de expoliar en su propio beneficio los fondos de la Biblioteca, deshojando su particular margarita (‘ste quiero, ‘ste no quiero) aprovechando la oportunidad de que una gran parte de los libros de la misma, procedentes de donaciones en su mayor¡a, estaban amontonados de cualquier forma en la Casa de Cultura sin haber sido inscritos de forma adecuada en sus registros. No hace falta insistir que a m¡, como parte personalmente afectada por esos expolios por partida doble (como ciudadano y como donante de una de las obras importantes afectadas por el fen¢meno), ver ahora el valor de m s de una clase de una de las piezas magnas entre las muchas que han sido robadas, ha sido como restregarme un pu_ado de ortigas por un lugar que tengo bastante sensible. Eso ocurre al mismo tiempo que bastante gente, consciente que desde el mismo momento que el regidor de cultura anterior al actual empez¢ a poner orden en todo aquel desatino, y dio el primer empuj¢n de lo que ahora mismo se est continuando, se termin¢ el descontrol y el acceso que alguno ten¡a a la Casa de Cultura (incluso se cambi¢ la cerradura), hace donaciones de cosas de su propiedad como, para poner un ejemplo, la de una interesante documentaci¢n sobre temas de confecci¢n que hab¡an sido propiedad de dos parientes muy pr¢ximas al donante, vinculadas al mismo tiempo a ese mundo y a Sant Vicenz, que se ha hecho efectiva en fechas recientes, o la reposici¢n de los libros de su fondo sustra¡dos que aun exist¡an en sus dep¢sitos por parte de Caixa Laietana.
No deja de ser parad¢jico que, desde hace ya mucho tiempo, la mencionada instituci¢n reciba las generosas colaboraciones de mucha gente, que se ha desprendido de lo que era de su estricta propiedad para ponerlo a disposici¢n de todos sus conciudadanos, mientras un desaprensivo, para decirlo suavemente, se ha dedicado a lo contrario, es decir, a hacer suyo lo que ya era de todos. El claro conocimiento de que circula por la calle tan tranquilo hace que m s de uno se pregunte si el ladr¢n sabe que, por mas golpes en el pecho que se propine, aparentemente piadoso, no hay perd¢n sin restituci¢n.