El «empate virtual» ocurrido en las presidenciales chilenas y su impacto en la opinión pública es una ecuación con un paquete de datos y admite sólo una solución para la incógnita que debe despejarse el próximo 16 de enero. Abordar el asunto es apasionante y tentador para los observadores pero dramático para todos los chilenos. Intentaremos un resúmen ahora, cuando las estridencias tras el recuento de votos comienzan a dar paso a las estrategias que se elaboran para la batalla final por el poder.
Partiendo de los propósitos mínimos y previos de cada candidatura, se puede afirmar que hubo tres ganadores aunque 2 de ellos resienten los resultados en cifras y dan muestras públicas de interpretarlos como un fracaso.
Ricardo Lagos, oficialista, se impuso por un margen tan insignificante sobre su contendor Joaquín Lavín que admite interpretarlo como un empate virtual. En rigor, Lagos ganó. Sin embargo, por las expectativas previamente atribuídas, el resultado se califica de fracaso.
Joaqu¡n Lav¡n, representante de la derecha, s¢lo perdi¢ en el conteo de votos. Su estrecho resultado ante Lagos permite a sus partidarios reivindicar el resultado como un triunfo. Y vaya si lo es. La ciudadan¡a les ha dado suficiente respaldo como para afirmar que representan a la mitad del pa¡s. Han conseguido un peso pol¡tico que cambia las reglas del juego. La palabra «mayor¡a» carece de sentido en Chile, al menos, hasta el 16 de enero pr¢ximo.
Gladys Mar¡n, comunista, representante de la izquierda no oficialista (si es que aon existe izquierda dentro de la coalici¢n gobernante), hab¡a estado repitiendo, hasta el cansancio, que su meta era «provocar una segunda vuelta electoral». Es obvio que lo ha conseguido si la apreciaci¢n se hace de modo superficial. No es f cil considerar plenamente val¡da esa afirmaci¢n, como veremos luego. El caudal de votos obtenido por esta corriente disminuy¢ del estimado como t¡pico hasta un nivel tan cr¡tico que amenaza la representatividad del Partido Comunista. Sus voceros explican la baj¡sima votaci¢n obtenida como resultado del volcamiento en masa de sus partidarios hacia Ricardo Lagos ante el riesgo de un presumible escalamiento electoral de la derecha. Tras el veredicto de las urnas, el PC ha expresado que ellos «tendr n que ir al rescate» del candidato concertacionista ya que su votaci¢n, un poco m s del 3%, resultar¡a te¢ricamente suficiente como para darle el triunfo en la segunda vuelta. El t’rmino «rescate» no parece ser el m s apropiado al caso debido a la cr¡tica condici¢n de empate virtual entre Lagos y Lav¡n, puesto que, en el escenario pol¡tico chileno, la colaboraci¢n abiertamente declarada del PC podr¡a significar un incremento de la fuga de votantes del sector m s conservador existente dentro de la Concertaci¢n. Esto mismo debe tenerse en cuenta cuando se teoriza acerca de lo que habr¡a ocurrido si el PC no hubiera llevado un candidato propio y sumado su apoyo a Lagos en la pugna del 12 de diciembre pasado. Por este mismo motivo, las rigideces planteadas en la campa_a pasada han desaparecido casi por completo. Gladys Mar¡n lleg¢ a decir que, de lograrse la segunda vuelta electoral, ellos exigir¡an ciertas condiciones a la Concertaci¢n para contribuir electoralmente. Este planteamiento abierto ahora ha sido descartado por la fuerza de los acontecimientos y el dramatismo del nuevo escenario.
El oltimo informe de CEPAL responsabiliza al Banco Central de Chile y a su gobierno porque una crisis econ¢mica internacional moderada los llev¢ a sobre reaccionar provocando una profunda recesi¢n interna. El efecto en la popularidad del gobierno ha sido devastador e hizo bajar, en ca¡da libre, la holgada ventaja del candidato oficialista, desde una postura de ganador indiscutido hasta la condici¢n actual.
La derecha chilena mont¢ una campa_a basada en la demagogia y las frases simples donde destaca un poderoso esl¢gan. «Viva el cambio» es repetido como un mantra. El mensaje opositor derechista es flu¡do, telegr fico, pragm tico. Aprovecha la irritaci¢n irracional del ciudadano comon a qui’n no interesan las explicaciones en profundidad o de largo plazo sino s¢lo los resultados pr cticos inmediatos. La estrategia publicitaria opositora estimula la ofuscaci¢n provocada por la crisis econ¢mica. Presenta toda la gesti¢n gubernamental concertacionista como un fracaso total por ineficiencia, derroche de recursos, torpeza administrativa y ofrece soluciones inmediatas para todos los problemas. El m’todo publicitario es id’ntico al puesto en boga en los a_os recientes por comercializadoras de productos para el hogar, est’tica, obesidad, aseo, detergentes y aditivos automovil¡sticos. (Hasta ahora le han estado enga_ando con toda clase de productos milagrosos para tal cosa…? Pues, aqu¡ le tenemos la soluci¢n definitiva…!). Repetitiva, machacante, superficial pero horriblemente efectiva para el consumidor no anal¡tico. Se apela, de hecho a que «nada se pierde con probar». «Ellos ya tuvieron su oportunidad. Ahora d’nmela a m¡», repite Lav¡n. Es un producto nuevo, reluciente, probado exitosamente en la exigente comuna de Las Condes, el sector m s acomodado de la capital del pa¡s. El procedimiento captur¢ una mayor¡a femenina. Quiz s se pueda establecer alguna relaci¢n entre este comportamiento y las due_as de casa, consumidoras eminentemente pr cticas.
Ha trascendido que, durante el acto eleccionario pasado, los apoderados del comando lavinista dispon¡an de instrucciones con alto valor estrat’gico en prevenci¢n de una segunda vuelta. Por ejemplo, se afirma que construyeron un catastro con los datos personales de todos aquellos ciudadanos que no concurrieron a votar, sutileza no considerada por la contraparte laguista que apostaba a un triunfo en primera vuelta. Esta informaci¢n aparece, ahora, como trascendente, en una lucha voto a voto y porque la abstenci¢n contiene 800 mil votos disponibles sin preferencia conocida. Sobre esa masa se presume que existe una mayor¡a disconforme con el actual estado de cosas y proclive a un «cambio» sin preocupaci¢n por sus implicancias pol¡ticas. Sumados los votos nulos, en blanco y abetenciones se obtiene un volomen aproximado de 1 mill¢n y medio de votos tras los cuales van ambos comandos, puerta a puerta, en una bosqueda casi personalizada.
Haber considerado la segunda vuelta como una opci¢n muy probable da otra ventaja b sica al comando lavinista. Disponen de un presupuesto pleno de recursos, a diferencia del laguismo que ya agot¢ las reservas econ¢micas. El impacto sicol¢gico del empate virtual tiene signo opuesto en ambos comandos. Para el lavinismo constituye una escalada hacia la victoria final y para el laguismo se observa como una derrota parcial con alto riesgo de transformarse en definitiva.
La estrategia publicitaria del comando laguista qued¢ dependiente de la interpretaci¢n secreta que sus analistas hicieron de los resultados. Ya ha trascendido que existen 2 corrientes de opini¢n al respecto. Una de ellas representa a quienes tuvieron a su cargo la campa_a que culmin¢ el 10 de diciembre, conforme a la norma legal. Este grupo, encabezado por la familia Ominami, interpreta el resultado como consecuencia de la crisis econ¢mina mal manejada y la identificaci¢n demasiado estrecha entre el candidato y el gobierno actual. El candidato habr¡a pagado «los platos rotos».
La otra corriente plantea que toda la campa_a de Lagos estuvo mal dirigida, mal orientada y plagada de errores estrat’gicos. Se indican como errores espec¡ficos haber atacado al oponente intentando ridiculizarlo; insuficiente trabajo en terreno; falta de contacto directo con la gente; uso inadecuado de artistas y actores que, si bien, brindaban su apoyo testimonial voluntario, aparec¡an como poco cre¡bles por la ¡ndole de su actividad profesional. Otros errores quedan en evidencia por contraste con los criterios publicitarios empleados por el oponente.
El mensaje de Lagos se observaba complejo, denso, dif¡cil de digerir, latoso, aburrido, poco pr ctico, demasiado pol¡tico, m s preocupado de los fundamentos profundos que de «lo que la gente desea oir». Lagos y su comando apuntaron a una masa supuestamente anal¡tica y receptiva, pol¡ticamente culta y preocupada de los temas trascendentes. Aparte de eso, se vieron en la obligaci¢n de mantener un respaldo irrestricto al gobierno actual, reforzando, por reacci¢n autom tica, un continuismo opuesto al «cambio».
Probablemente, el error fundamental de la estrategia laguista fue haber apuntado a quienes no necesitaban reforzamiento y gastado todos los recursos y esfuerzos tratando de convencer a los convencidos. Aqu¡ yace un concepto ‘tico que seguramente condujo al error. El equipo publicitario de Lagos parece haber considerado que no pod¡a aparecer promovi’ndolo como a un «producto instant neo y desechable» o en base a demagogia porque se expon¡a a un rechazo masivo de sus propios partidarios. Hubiera sido blanco inmediato de cr¡ticas demoledoras provenientes de su propio sector, ricamente poblado de conciencias anal¡ticas, tradicionalmente muy politizadas. Un mensaje sin fundamentos rigurosos se habr¡a descartado tempranamente por no corresponder a la im gen acrisolada por el candidato. Sobrevino, entonces, un problema de conciencia. Por no defraudar a la feligres¡a se descuid¢ por completo el entorno no incondicional. Este oltimo qued¢, as¡, plenamente expuesto a los cantos de sirena.
La evaluaci¢n laguista provoc¢ una dr stica modificaci¢n de su comando. Los nuevos integrantes sumados a los que permanecen deben corregir los errores y poner en pr ctica una estrategia espec¡ficamente orientada a una masa votante compuesta por no militantes, no simpatizantes, indiferentes y refractarios a la pol¡tica. Para reorientar la estrategia e intentar recobrar vovaci¢n femenina se ha puesto al mando a la ex Ministra de Justicia, Soledad Alvear, de s¢lido prestigio y muy amplio respaldo que renunci¢ a su alto cargo con este expreso fin y reforzado el rea comunicacional con el soci¢logo Eugenio Tironi, de aguda visi¢n pol¡tica anal¡tica.
Hay un factor que podr¡a operar en favor de Ricardo Lagos si se lo explota inteligente y cautelosamente. El empate virtual ha sido un mazazo a las conciencias. La importancia de votar, de la participaci¢n y su trascendencia para el destino comon nacional se comportan como faros de advertencia y claridad para ejercer el derecho al sufragio universal con madurez y responsabilidad plenas. Paralelamente es un acicate para que el comando lavinista insista en los m’todos empleados que ya demostraron su eficacia.
La Concertaci¢n ha recibido un mensaje similar al obtenido por Pinochet y sus seguidores con ocasi¢n del dilema entre «SI» y «NO» sometido a la opini¢n ciudadana, pero de significado opuesto. Para el prebiscito de a_os atr s, las conciencias anal¡ticas se impusieron sobre la visi¢n superficial fanatizada porque el Sistema fue brindando evidencias acumulativas que impidieron permanecer impasibles. En la actual ocasi¢n, el pragmatismo ha crecido hasta empatar a las convicciones ideol¢gicas, simplemente, porque se lo hizo crecer y fue abonado por una crisis econ¢mica mal manejada. Si se eludi¢ sistem ticamente la participaci¢n ciudadana para ganar gobernabilidad no se pod¡a contar con una mayor¡a de conciencias comprometidas como un cheque firmado en blanco. Ahora el escenario huele a peligro para los entendidos. Para revertir la situaci¢n es indispensable estimular la capacidad de an lisis promoviendo elementos de juicio sin apelar a una campa_a del terror que podr¡a resultar contraproducente. Un s¡ntoma de nuevas actitudes es que la palabra «demagogia» ha sido remplazada por «populismo» para calificar los m’todos del opositor derechista.
El empate virtual es una instant nea de las decisiones tomadas por 6 millones 700 mil personas en un momento espec¡fico de sus vidas conscientes. Ambos comandos electorales depositarios del empate tienen, como objetivo basal, congelar la condici¢n propia y, como metas inmediatas, intentar el derretimiento de la contrincante. Paralelamente, se empe_ar n en transformar los nulos, blancos y abstenciones en votos v lidos para el respectivo bando. Mientras escribo estas l¡neas, la batalla por el voto femenino ya est iniciada.
Es probable que la casi totalidad de las ¡nfimas votaciones recibidas por Sara Larra¡n y Tom s Hirsch vayan a incrementar el monto de Lagos. La votaci¢n obtenida por Gladys Mar¡n ser tambi’n para ‘l, sin olvidar el efecto fuga que puede provocar si el comando opositor instrumentaliza publicitariamente esta transferencia, destac ndola como un contaminante condenable.
Lav¡n debiera recibir la exigua votaci¢n lograda por Arturo Frei Bol¡var. Su comando intentar , adem s, incrementar la fuga de simpatizantes DC (supuesto caudal concertacionista) detectada para el evento reci’n pasado. El equipo lavinista inicia esta segunda etapa con merecimientos. El resultado obtenido les confiere una solvencia que descarta cualquier cambio.
Valentin Marchant
Desde Santiago de Chile
LA ECUACION POLITICA CHILENA
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