En eso van de la mano de todos los demás partidarios de las grandes causas, siempre ambiguos en su condena de los sistemas autoritarios – perdón, quise decir: siempre rotundos en la condena de los de sus adversarios, siempre ambiguos (por lo menos ambiguos) con los de su propia cuerda -, siempre dejando abierta una puerta al voluntarismo conceptual de que a veces se dan condiciones objetivas que justifican que…
He dicho a favor de las dictaduras, porque poner al mismo nivel la democracia y la dictadura es, lo quieran vender como lo quieran vender, un manifiesto a favor de ésta ; es justificarla, comprenderla. Negarse por sistema a incorporar a su sistema de pensamiento que la guerra civil fue causada por un golpe de estado fascista, es apoyar la idea de que ese golpe de estado era necesario, como defienden incluso a cara descubierta muchos de sus partidarios (incluidos los que, no hace mucho, y desde sus altos cargos del estado, defin¡an ese tipo de golpes como simples suspensiones temporales del orden constitucional, en teor¡a refiri’ndose al del gloriosamente preso, y a disposici¢n de la justicia internacional, general Pinochet, en la pr ctica, intentando hacernos tragar (aun hoy d¡a) la p¡ldora de lo que predicaba la famosa Causa general, aquella colosal mentira que se sac¢ de la maga el franquismo para demostrar que, pobres !, no hab¡an tenido m s remedio que dar el golpe para salvar cosas sagradas como la civilizaci¢n cristiano-occidental y la unidad de Espa_a.
Ahora lo han vuelto a hacer al negarse a apoyar en el parlamento un texto legal, votado por todos los dem s partidos, sobre los exilados de la guerra civil, porque la define como un golpe fascista. El diputado socialista Caldera opina que es porque no est n dispuestos a aceptar que no todos tuvieron la misma culpa en aquellos hechos, y yo estoy muy de acuerdo con esa opini¢n, pero, como dec¡a un poeta, avec un soupzon de r’serve toutefois… Ocurre que, aunque no tenga ni la m s m¡nima sombra de duda sobre la responsabilidad onica de la derecha espa_ola m s reaccionaria en la planificaci¢n, financiaci¢n (incluidas las garant¡as financieras para los generales golpistas, como la del financiero Juan March al general Franco en una banca de Londres) y ejecuci¢n del golpe de estado, en la elaboraci¢n de listas de elementos desafectos y subversivos a liquidar, etc., a ratos me sobresalta la visi¢n que parece tener mucha gente del otro bando de que los que tuvieron que marchar eran, todos y cada uno de ellos sin excepci¢n, unos tiernos corderitos exilados por sus ideas y por no haber querido aceptar la dictadura fascista ; que se hubieran quedado en casa tan tranquilos si no hubiera sido por el golpe de estado militar al servicio de la derecha m s reaccionaria. Creo que quien me conoce sabe que no abrigo simpat¡a alguna por las religiones en general, ni por la cat¢lica en particular (es uno de mis derechos civiles y constitucionales, y hago el distingo porque no todos mis derechos civiles son recogidos por la actual constituci¢n), pero el Asesinato indiscriminado de sacerdotes, religiosos en general y simples creyentes, la quema de iglesias y objetos de culto, por mucho que el apoyo de la mayor¡a de sus jerarqu¡as a las ideas de los autores del golpe fuera entusiasta, o tambi’n el de gente de derechas s¢lo por serlo, o de empresarios por lo mismo, o de fascistas ideol¢gicos, etc., no me permite creer en una historia de buenos y malos, tampoco desde el otro bando.
Es por eso que considero tan necesaria la desmitificaci¢n de todo lo que se refiere a este desdichado episodio de nuestra historia, cada d¡a un poco menos reciente ; pero a diferencia de los peperos no creo que eso sea necesario hacerlo callando, ocultando, olvidando, sino hablando sobre ello, analiz ndolo sin pasi¢n hasta el l¡mite en que eso sea posible, desinfectando las heridas para que puedan cicatrizar, para que les d’ el aire, no mirando hacia otro lado como si no estuviesen ah¡. Tambi’n creo que una buena parte de lo que ocurri¢ entonces fue responsabilidad de todos los que desde los partidos, sindicatos, organizaciones pol¡ticas y sociales (incluida la iglesia cat¢lica) predicaron por sistema contra una formas plurales, democr ticas, de vida en comon, y tambi’n que, aun hoy, hay demasiada gente, no toda en el PP, que no acaba de digerir algo tan b sico.
Jordi Portell