+Es que las hay independientes?, preguntarán. Y, en efecto, muy pocas pues, como era lógico, echaron de Yugoslavia a los periodistas occidentales ùque no es que no mientan sino que no conspiran para mentir y si uno engaña o exagera, otros reducen los hechos a sus dimensiones realesù; por su parte, el dictador Milosevic ha cerrado los escasos medios independientes que había en Yugoslavia. Así que la información ha quedado en manos de los aparatos de la llamada inteligencia: los de Milosevic, tan consumados maestros de la mentira y la propaganda como los de la OTAN y los de Estados Unidos, que se baquetearon en el arte de engañar y dirigir la información en la Guerra del Golfo y lo perfeccionaron en los anteriores conflictos de los serbios (quizá sería mejor decir ½serbos+, lo mismo que de los habitantes de Rusia decimos ½rusos+ y no ½rusios+, pero, en fin…) De modo que conviene poner en cuarentena la información especialmente ésas de fuentes turbias destinadas a enternecer el coraz¢n y sustituir el razonamiento por la visceralidad. S¢lo es fiable totalmente la informaci¢n procedente de Cruz Roja y otras ONGs sobre el terrreno, pues su inter’s es la paz y la verdad al margen de causas y efectos del conflicto.
Paz. Es el inter’s prioritario de todos. Pero tan evidente es que Milosevic no ha querido mantenerla para completar la limpieza ‘tnica de Kosovo como que, impulsada por una opini¢n occidental harta de la impunidad de los cr¡menes, a la OTAN no le quedaba m s remedio que defender a los kosovares del genocidio. Pero ya se sabe que decir OTAN en el contexto occidental, como decir aqu¡ Gobierno -de igual cu l-, es decir: h ganse dos bandos. Acaso sea natural, pero lo sorprendente en este caso es que buena parte de los progresistas y humanistas de fiar de este pa¡s se ha dejado llevar de principios primarios -antiatlantistas y antianorteamericanos-, para apoyar indirectamente al tirano Milosevic. A pesar de lo plausible de defender desde la no injerencia al bienestar del pueblo yugoslavo, extra_a la actitud blanda con un s trapa cuyos cr¡menes empalidecen los de su colega chileno Pinochet, al que la humanidad se empe_a en llevar ante la justicia. Y aunque el d’spota Milosevic tampoco se puede asomar a una ventana del mundo libre sin que una legi¢n de jueces le ajuste las cuentas con el g’nero humano, en un ejercicio no s’ si de mala memoria o de olvido voluntario, ignoran o eluden recordar que el impresentable nacionalista inventor de la limpieza ‘tnica fue verdugo de croatas, bosnios y musulmanes y exterminador de Sarajevo y Gorazde, ciudades m rtires. Que de no mediar la intervenci¢n de la OTAN, tras agotar una inotil y larga exhibici¢n de paciencia negociadora, Milosevic hubiera finalizado la limpieza ‘tnica de Kosovo con el ‘xito de Croacia y Bosnia. Y, en fin, que de momento impide que los kosovares deportados en masa a Albania, otro crimen contra la humanidad, lleguen sin vida.
Esa actitud no es lo onico lamentable de esta lamentable guerra. Ni siquiera lo principal, que es, no hace falta decirlo, lo que la OTAN llama hip¢critamente «efectos colaterales indeseados», es decir, el sufrimiento y la muerte de civiles. Se suman a los insoportables que la ciudadan¡a yugoslava lleva soportando. Aunque ni es la que m s ha sufrido de la regi¢n ni es ajena al criminal impulso nacionalista que la siembra de sangre y fuego desde hace diez a_os. Por eso, la actitud patriotera de los futbolistas serbios en Europa produce malestar. Millonarios que no dudan entre la tranquilidad europea y el incierto futuro de su pa¡s y famliares, dicen que su trabajo es lo mejor que hacen por su pa¡s. Comprensible y correcto, pero a continuaci¢n se declaran en huelga de protesta contra la OTAN. Incoherencias que, tras el silencio c¢mplice anterior y actual ante las limpiezas ‘tnicas, convierten la protesta en quejas inc¢modas de oir.
En fin, no terminar’ este art¡culo sin aludir a Javier Solana, que estos d¡as, tras tomar una decisi¢n pol¡tica dif¡cil y personalmente dura, pasea su f¡sico maltrecho por la sede de la OTAN. Que sea pararrayos de todas las protestas e insultos es tan natural como injusto: esta intervenci¢n -o guerra, +qu’ m s da el nombre?- no es la invasi¢n de Panam ni la de Granada ni pol¡tica de ca_oneras sino una misi¢n internacional solidaria con un pueblo indefenso ante una agresi¢n injustificada. Lo que, adem s, es la onica justificaci¢n de la existencia de la OTAN. Los asuntos internos, como dicen rusos, chinos e izquierda irreflexiva, no existen si se trata de satrap¡as. Ni que los conflictos turco-kurdos, israel¡-palestinos, marroqu¡-saharahuis, chino… sigan sin soluci¢n justifican cruzarse de brazos ante ‘ste.
Esta es una posici¢n progresista y humanista, segon lo que sabemos y que no compromete futuros matices o cambios si se revelaran intereses econ¢micos del complejo industrial-militar norteamericano o imperialistas de la OTAN. Aunque, la verdad, ni siquiera tan tremendos futuribles cambian la realidad desp¢tica de Milosevic y la inocencia indefensa de Kosovo.