Añade que Dante, en La Divina Comedia, lo convirtió en el primer círculo del infierno y situó allí los grandes espíritus de la antig³edad. La segunda entrada remite a la expresión estar en el limbo, y la considera apropiada para definir a quien no está informado en absoluto de una cuestión o a quien ignora noticias conocidas por todo el mundo, etc. Supongo que quien haya llegado hasta aquí en su paciencia de lector pensaráá: ése ahora nos va a hablar de las elecciones pasadas, y es cierto que resultaría verdaderamente adecuado, tanto por el poco tiempo transcurrido desde su celebración como porque a más de uno, a mí mismo sin ir más lejos, se le podría aplicar a ese respecto la segunda entrada mencionada. Pero si piensa eso se equivocará, porque al tema de hoy le resulta de mejor aplicación la primera de las entradas, aunque sin tener que moverse de la superficie de la tierra y sin que sea necesario morirse para ir a parar allí, a no ser que sea por aplicaci¢n de la expresi¢n muerto de asco. Hay un limbo bien cercano a nosotros, pero es un limbo burocr tico.
Si alguien tiene la desgracia de sufrir una enfermedad, a no ser que ya est’ jubilado o que aun no trabaje, visita a su m’dico, o recibe su visita, y ‘ste, aparte de extenderle alguna receta para que tome algon medicamento, le extiende un volante d ndole «la baja». Si su enfermedad dura m s de una semana, ‘l mismo o alguien de su familia tendr que ir al consultorio del m’dico a pedirle que le extienda otro volante, ‘ste «de confirmaci¢n», es decir, uno que confirma que la enfermedad persiste y por tanto no se est aun en condiciones de trabajar.
Si la enfermedad es grave, por ejemplo una trombosis pulmonar bilateral, es decir una de aquellas que, aparte de haber precisado de una estancia en una unidad de cuidados intensivos, o de cr¡ticos (o el nombre que usen para este tipo de servicio en el centro hospitalario donde te hayan llevado, normalmente de urgencia) y pasar all¡ unos cuantos d¡as, y unos cuantos m s en «la planta», cuando te mandan para tu casa, si la cosa ha sido suficientemente fuerte y, por ejemplo, no te han podido aplicar los remedios m s tradicionales (pongamos que tu cuerpo reacciona mal con ellos), te mandan all¡ de por vida, no por la trombosis sino por una secuela llamada s¡ndrome post-tromb¢tico que no definir’ aqu¡, porque aunque guarde relaci¢n con el limbo mencionado no es realmente su causa. Si lo que dec¡a es as¡, entonces aquello de la visita semanal al consultorio m’dico a buscar el volante «de confirmaci¢n» pasa a formar parte de la rutina familiar.
Pasan las semanas, los meses, despu’s se cumple un a_o, despu’s quince meses…, y un buen d¡a al ir a buscar el volante como cada semana se os dice que el pr¢ximo ser el oltimo, porque s¢lo se pueden extender setenta y ocho, es decir durante un a_o y medio, y que ser¡a cuesti¢n de solicitar la invalidez. Se dan los pasos oportunos y cuando se va a buscar el oltimo os dan un volante «de alta» en el que consta con claridad di fana que la causa del «alta» no es la curaci¢n, la defunci¢n, la inspecci¢n m’dica, la mejora que permite realizar el trabajo habitual, ni la incomparecencia, sino que una cruz situada estrat’gicamente entre las dos casillas que quedan informa que es por «propuesta de invalidez» y «agotamiento plazo».
Lo que ocurre con la pensi¢n de invalidez, y las maniobras del gobierno del PP para que le cuadren a su satisfacci¢n las cuentas de la seguridad social, es harina de otro costal y no es el tema de hoy. Pero mientras las instituciones sanitarias siguen pagando los gastos de tu tratamiento al centro hospitalario que te lo aplica y que sigue tu evoluci¢n, porque est s enfermo, la Seguridad Social te considera curado, es de suponer que «administrativamente curado», y te ves obligado a hacer una serie de cosas de las que estabas exento durante las setenta y ocho semanas que estuviste «de baja», como ir a sellar el carnet de paro si, encima, estabas en paro cuando ca¡ste enfermo, porque, segon la Seguridad Social, «tienes el alta». Como en tantas otras ocasiones no es la realidad la que cuenta, s¢lo el reglamento.
Entonces es cuando entiendes de una vez por todas qu’ es el limbo.
Jordi Portell