Pero al pisaverde faltón de La Moncloa (invito a quien considere excesivos estos epítetos a tirar de hemeroteca y revisar los muchos que el aludido tiene por costumbre dedicar a quienes discrepan de sus principios, quizás empezando por la calificación de estúpidos a quienes creímos en la existencia de una trama mediática anti-PSOE, etc.) siempre le falta tiempo para soltar una u otra de sus tradicionales memeces. Otra vez ha vuelto a comparar la situación del País Vasco y los programas soberanistas de Xabier Arzalluz con la limpieza étnica en Kosovo. Más cerca de Kosovo que del euro, ha dicho el papanatas. De hecho lo que aprovecha cada vez que usa este símil, es la oportunidad para amenazar sutilmente a los vascos soberanistas, y no sólo a los vascos, con pasarles a sangre y fuego, pues es ésta y no ninguna otra la limpieza étnica practicada en Kosovo. Los servios, partidarios de la patria UNA, como los peperos en general y Aznar en particular, son los que ante las continuas «provocaciones» antipatri¢ticas (con respecto a su propio concepto de patria, por supuesto) de las distintas f¢rmulas del soberanismo kosovar, desde las s¢lo autonomistas hasta las m s alambicadas independentistas, optaron por asesinar de forma indiscriminada a los de esta etnia para impedirles autodeterminarse (los muertos no pueden hacerlo porque muerto el perro se acab¢ la rabia) y romper la sagrada unidad de la patria UNA servia. Como eso ni tan siquiera es una teor¡a, sino un hecho cierto, creo que ya va siendo hora que empecemos a entender el verdadero sentido del mensaje subliminal de tan conspicuo dem¢crata como ‘l. Lo mismo que los indonesios partidarios de la Indonesia UNA hicieron a los timore_os orientales una vez estos se autodeterminaron a favor de su independencia en un refer’ndum convocado bajo los auspicios de Naciones Unidas. Por esto creo que cuando el l¡der pepero sataniza los nacionalismos «disgregadores» en general en nombre de la constitucionalidad de la Espa_a UNA, compar ndolos con la «situaci¢n creada» por la misma clase de ideas antipatri¢ticas en Kosovo, tenemos que entender que amenaza al soberanismo vasco con aplicarles la limpieza ‘tnica si no dejan de provocar.
M s divertidas resultan las similitudes que no dejan de encontrar en otros pa¡ses, buscando legislaciones o resoluciones judiciales que les parezca que apoyen sus ansias unionistas. As¡ ahora mismo han celebrado con fruici¢n la sentencia de los tribunales unionistas canadienses recortando, matizando, las f¢rmulas de los habitantes del Quebec para acceder a su independencia, como si con esto les dieran a ellos unas bases incontestables en las que apoyarse, cuando lo cierto es que a cualquier soberanista se le da una higa si los unionistas canadienses tienen una buena predisposici¢n hacia la separaci¢n del Quebec, o un poco menos que eso, o nada.
El unionismo nunca ha dejado de hacer la guerra cada vez que ha considerado que peligraban sus m s sagradas esencias. Hace m s de cien a_os en los Estados Unidos hubo una desastrosa guerra de secesi¢n que la iconograf¡a unionistas ha querido vender al mundo, y hay que reconocer que lo ha conseguido casi del todo, como una guerra de los antiesclavistas contra los esclavistas para liberar a los esclavos, y que afortunadamente la ganaron los primeros. Es falso. Es cierto que las elites de los estados del sur, los confederados, propietarios de esclavos muchos de ellos, usaron en beneficio de su «derecho» a poseerlos el argumento de los derechos legislativos de cada uno de los estados frente al poder federal, pero lo es tambi’n que las masas de hombres libres que lucharon y murieron por la confederaci¢n no lo hicieron por defender los «derechos» de los propietarios a tener esclavos, sino el de cada estado a legislar sin las continuas interferencias del poder central y el de separarse de la Uni¢n si as¡ lo cre¡an conveniente.
Perdieron la guerra no porque no tuvieran raz¢n, o, como m¡nimo, sus razones, sino porque siendo como eran estados con econom¡as basadas en el predominio agr¡cola mientras los estados del norte lo eran industriales, lo que no ten¡an era fuerza suficiente para ello. Una situaci¢n parecida a la de aquel estrambote de Vital Aza que dec¡a «Vinieron los sarracenos/y nos molieron a palos/que Dios ayuda a los malos/cuando son m s que los buenos».