Estoy confuso ; me sorprendo intentando averiguar dónde empieza mi percepción de la realidad y dónde termina el rechazo que me producen los peperos en general y mi endémica falta de respeto por las opiniones y discursos del mediocre hombre del bigote y la sonrisa tenebrosa, actual ocupante temporal de La Moncloa, en particular. Como uno de sus antecesores en el cargo ôpuedo prometer y prometoö que hago lo posible por comprenderles, a él y a los suyos, sin prejuicios. Pero hay situaciones en que mis esfuerzos por ser ponderado se estrellan contra el muro de la situación concreta, y esa de ahora es una de ellas.
La simultaneidad de su apoyo entusiasta y sin reservas a las actuales operaciones militares de la NATO en Serbia y Kosovo y la crítica (dedicando un guiño al integrismo de la ôEspaña UNAö) de lo que él llama ônacionalismo excluyenteö , me hace pensar que ese hombre, obnubilado por la emoción de haberse tomado un café con Clinton y otros líderes mundiales (y también, por qué no, porque se le ha aguado el discurso neoliberal y ha tenido que practicar un poco de intervencionismo para frenar el repunte inflacionista), ha perdido los papeles. Claro que quiz s sea yo quien los ha perdido, y no me estoy enterando de lo que ocurre realmente. Vamos a ver. Yo ten¡a entendido que hay un lugar de lo que ahora es Serbia llamado Kosovo, con una mayor¡a de poblaci¢n de etnia albanesa, que ten¡a un r’gimen aut¢nomo suprimido por Milosevic, y que, al pretender los kosovares ejercer su derecho a la autodeterminaci¢n, estaban siendo v¡ctimas de la limpieza ‘tnica para hacer inviable su proyecto (los kosovares muertos no pueden autodeterminarse) y mantener as¡ la sagrada unidad de la patria serbia ( la «Serbia UNA», para que nos entendamos); y que la NATO interven¡a para salvaguardar los derechos de esa gente y su integridad f¡sica. Eso es lo que me parece entender cuando leo el peri¢dico o veo las noticias, excepto si el que opina es Anguita u otro de su misma cuerda confesa o disfrazada. Por lo tanto, a no ser que est’ equivocado, no entiendo qu’ quiere decir Aznar. Si ‘l es partidario de la «Espa_a UNA», como tambi’n ten¡a entendido hasta hoy, +qu’ est haciendo plet¢rico de entusiasmo apoyando una intervenci¢n militar contra la bestial determinaci¢n unitarista de los serbios ?+ No ser¡a m s l¢gico que, como Anguita, lo considerara una agresi¢n contra su soberan¡a ? Quiz s es que no se entera y, mientras se limita a repetir como un loro las tesis de la NATO (por puro seguidismo y sin entender nada), aprovecha la oportunidad de que «el Pisuerga pasa por Valladolid» para exhibir la obsesi¢n tradicional de los partidarios compulsivos de la «Espa_a UNA» contra los dem s nacionalismos.
Porque aunque sea cierto que, por estos andurriales, lo que m s se parece a la limpieza ‘tnica de Milosevic es la clase de fascismo «de baja intensidad» que practican los «ultras» vascos, tambi’n lo es que son los nacionalistas del bloque de Lizarra los que han sugerido que las Naciones Unidas tengan un papel intermediario en el proceso de normalizaci¢n del Pa¡s Vasco, totalmente al contrario que los serbios. Y si en Catalunya supongo que aon se podr¡an encontrar media docena de energomenos partidarios de la imbecilidad del «charnegos fuera», se necesita mucha ignorancia y mucha mala fe para intentar encontrar algon paralelismo entre el nacionalismo catal n m s o menos soberanista y el unitarismo serbio.
Claro que quiz s es que no ha sabido explicarse y, haciendo un resumen entre sus entusiasmos y su conocido d’ficit oratorio, lo que nos quer¡a decir con su desafortunada frase era que, como es la gente la que tiene que decidir con toda libertad lo que quiere ser, si acaso algon partidario de la «Espa_a UNA» quisiera imitar a los serbios y volver a escenificar aquellas largas colas de refugiados huyendo de «ellos» por la frontera francesa, como la oltima vez que nos lo hicieron (enero-febrero de 1939), ser¡a bueno que la NATO no se lo consintiera y, en consecuencia, bombardeara Madrid.
Jordi Portell