Es una lástima que algo tan simple esté tan poco extendido entre todos los que nos gobiernan, sólo hace falta ver como, en cada campaña electoral, o cada vez que se acerca alguna, nos explican con todo detalle todo lo que «ellos» han hecho por nosotros. Siempre olvidan que eso se lo explican a los que en definitiva somos quienes pagamos la totalidad del gasto, incluidos sus sueldos, sus gastos de representación y dietas, toda la propaganda que ellos denominan de forma indebida «institucional», las subvenciones electorales a sus partidos, pasando lógicamente por los sueldos de todos y cada uno de los funcionarios y trabajadores de todas y cada una de las varias administraciones de todos los niveles, cada litro de gasolina de los coches oficiales, cada billete de avión para ir de acá para allá a representarnos, cada kilómetro de carretera, cada metro de calle asfaltada, cada cama de hospital, cada contenedor de los que algunos bestias nos obligan a pagar dos veces de tarde en tarde, cada centro de recursos, cada silla de cada escuela de cualquier nivel, etc. La lista que puede hacerse es tan larga que, aunque no me faltan ganas de enumerar las cosas que pagamos entre todos una por una, sin dejarme nada en el tintero, tengo que parar aqu¡ porque no tendr¡a espacio suficiente en toda la web, y estoy seguro que tampoco me iban a permitir monopolizarlo todo.
Es por eso que me parece esperanzador que a un alcalde le salga de forma tan autom tica poner sobre la mesa esta obviedad, incluso en algo tan simple como un pu_ado de casta_as asadas y un poco de vino moscatel, y me hace pensar que, por lo menos en el pueblo en cuesti¢n y si este talante persevera, ahora s¡ que van a ir bien, y no como van en este otro ente de rango superior protagonista de la coletilla de autobombo aznarista «Espa_a va bien». S¢lo hace falta que comparemos este tipo de discernimiento con el de la caterva del gobierno del PP, cada vez m s obsesionados en demostrarnos con pelos y se_ales que son eso que he escrito y no el gobierno de todos los habitantes del pa¡s. La degenerada campa_a puesta en marcha por esa gente, comport ndose talmente como si estuvieran fuera del gobierno y pretendieran acceder a ‘l a base de demagogia barata, queriendo hacer de oposici¢n al candidato del PSOE que es el onico que, poca o mucha, les puede hacer sombra (parece ser que sobre todo despu’s de las elecciones al Parlament de Catalunya), usando con extrema bajeza el tema de las pensiones, mintiendo de forma descarada sobre los tiempos en que Joaqu¡n Almunia era ministro de Trabajo, adem s de ser un incumplimiento flagrante por su parte del Pacto de Toledo (donde entre otras cosas se pact¢ dejar este tema fuera de las campa_as electorales), es tambi’n una manera bastante estulta de hablar por hablar, tom ndonos a los ciudadanos por lo que no somos. El bigotudo hombrecillo de La Moncloa y los suyos no parecen haberse dado cuenta de que las pensiones, lo mismo que aquella retah¡la de cosas que he escrito m s arriba, no las da ningon gobierno, ni las quita ningon otro, por muchos juegos en blanco y negro y tecnicolor que de forma demag¢gica quieran hacerse. Las pensiones, todas ellas, nos las pagamos de nuestro bolsillo los que despu’s las tenemos que cobrar, tanto las que llaman contributivas como las motejadas de asistenciales, la unas a trav’s de nuestras cotizaciones y de los otros conceptos que en doctrina de derecho del trabajo son salario (como por ejemplo las cuotas patronales a la seguridad social, que lo son porque forman parte del coste real del puesto de trabajo), y las otras mediante el pago de los impuestos directos e indirectos, que tambi’n pagamos entre todos.
Es por esto que el hecho de que un gobierno haga bandera del tema es una verdadera apropiaci¢n indebida. S¢lo desde aquella visi¢n del r’gimen anterior de que todo esto lo hace el gobierno de turno, y lo hace con dinero de esa entelequia conceptual por encima del bien y del mal a la que ellos se refieren cuando mencionan al «estado», se puede mantener este tipo de discurso. Con qu’ facilidad olvidan, seguramente porque en su autoritario caletre, impermeable a los m s elementales principios del liberalismo pol¡tico por m s banderas «centristas» que quieran enarbolar, nunca ha entrado de forma clara que en un estado de derecho como el que se consagra en nuestra Constituci¢n, el «estado» somos los ciudadanos, todos y cada uno de nosotros.
