Según los medios de información chilenos, el canciller Juan Gabriel Valdés se mostró sorprendido ante la reciente postura adoptada por el gobierno británico en el caso Pinochet. Insólito, por decir lo menos ya que, mostrar sorpresa ante una respuesta buscada desesperadamente con todos los recursos, confesables e inconfesables, sólo cabe en el ámbito de la hipocresía.
El Ministerio del Interior de Gran Bretaña señaló que están dispuestos a dejar en libertad al ex dictador Augusto Pinochet sólo si España retira la petición de extradición. Esto es obvio a menos que otro país lo reclame, de entre varios postulantes, incluído Chile si logra ameritarlo. La información liberada disponible contiene suficientes argumentos como para que Pinochet responda ante la faz del Mundo y no sólo ante Chile. Antes, el gobierno chileno había manifestado su complacencia por el eco que sus planteamientos estaban teniendo en el gobierno español, cuestión deducible de las declaraciones del canciller español, Abel Matutes.
La descarada presi¢n pol¡tica chilena sobre el gobierno espa_ol, exigida a viva voz y en todos los tonos constantemente por los poderes f cticos y la derecha chilena en su conjunto empez¢ a rendir sus frutos a fines de Julio y, a comienzos de Agosto, provoca una ola de reacciones de todos los sectores del resto del mundo que espera, al menos, una soluci¢n judicial conforme a Derecho Internacional y, en el mejor de los casos, el debido sometimiento a proceso del ahora octogenario Dictador. Fue una metodolog¡a que apel¢ a gestiones secretas y al intercambio precalculado de recados que constitu¡an verdaderos emplazamientos a trav’s de la prensa internacional. Diarios espa_oles y chilenos de amplia cobertura fueron empleados espec¡ficamente como recaderos.
Pero el procedimiento completo empleado por las autoridades chilenas, desde la detenci¢n misma ocurrida en Londres, es un compendio antol¢gico de truculencias, zigzagueos, falacias, mentiras, dilaciones, hipocres¡a y abuso de la buena fe de los sistemas judiciales y aparatos de gobierno de dos pa¡ses europeos, Espa_a e Inglaterra. La historia inconclusa del caso Pinochet es, hasta ahora, el relato de un intento sostenido del gobierno chileno, plet¢rico de evidencias, por escarnecer y corromper a los aparatos jur¡dicos y pol¡ticos de esos dos pa¡es y que, por lo mismo, pasar a ser hist¢rico. Una rica fuente que evitar vac¡os legales a cualquiera jurisprudencia internacional futura.
Para los chilenos, toda la metodolog¡a local empleada, gestiones, declaraciones y comportamiento de los diversos actores pol¡ticos, judiciales, gubernamentales y cuerpos armados, no constituye novedad alguna. Es y ha sido siempre as¡, al interior de Chile. Los extranjeros (el Mundo) s¢lo est n constatando una realidad tradicional chilena.
Todo aquello visto desde afuera como vicios, corrupci¢n, coerci¢n, manipulaci¢n, tergiversaci¢n, ocultaci¢n, dilaciones indefinidas, aplicaci¢n arbitraria y forzada de procedimientos son parte del panorama t¡pico de Chile cuando se trata de juzgar a un intocable o a un miembro de familias intocables, independiente de la gravedad de los hechos a juzgar. Es tradicional el uso de la cu_a, del favor pol¡tico, de la intermediaci¢n fraudulenta en favor de un protegido por las castas de Poder. Ser¡a injusto decir que este fen¢meno es privativo de Chile. Es parte de las «relaciones sociales» y de la forma de vida latinoamericanas. La palabra «corrupci¢n» se aplica en otros casos de menor trascendencia hist¢rica. Evidentemente, es preciso guardar las apariencias de buena crianza.
Como esto oltimo ha sido anormalmente dif¡cil en el caso Pinochet, dadas sus lapidarias caracter¡sticas, la aplicaci¢n de estas costumbres tradicionales y el intento por exportarlas a Europa han dado como resultado un comulo de contradicciones grotescas y un perfil caricaturezco a todo el asunto.
Para beneficio del inventario hist¢rico se ha podido rescatar el eco del caso y la abanderizaci¢n de los sectores pol¡ticos en cada pa¡s del mundo que ha vibrado con el proceso. No es casual la coincidencia metodol¢gica y discursiva de quienes postulan la liberaci¢n de un Pinochet inocente, injustamente vejado y «secuestrado» en virtud de una «confabulaci¢n marxista» por un puro y simple acto de «venganza».
En el fondo y a fin de lograr ‘xito en este rescate hist¢rico, se han puesto de relieve dos visiones humanas antag¢nicas del Mundo. Todos quienes no desean la libertad irrestricta de Pinochet y exigen su comparescencia ante Tribunales de Justicia ser¡an marxistas o pro socialistas, estar¡an confabulados contra un indefinido «Mundo Libre» y tendr¡an a un peque_o pa¡s indefenso sometido a vejaci¢n por los «poderosos». Se postula entonces que Chile deber¡a ser el lugar adecuado para juzgarle.
El Ed’n de la Justicia hecha a la medida de un dictador y en previsi¢n de su longevidad. El lugar donde impera la Constituci¢n impuesta por ‘l, donde las Fuerzas Armadas lo consideran su l¡der natural, su General Benem’rito, para qui’n concibieron el t¡tulo especial de Capit n General.
El lugar donde el presunto juzgable se autoconfiri¢ el t¡tulo de Senador Vitalicio, donde los cuerpos armados deliberan y ejercen sin contrapeso ante el Poder Civil, donde el Congreso cuenta con una bancada de Senadores Designados espec¡ficamente para evitar una mayor¡a fortuita por actos eleccionarios, donde el Poder Judicial debe ser especialmente cauteloso ante el juzgamiento de un uniformado y considerar una Ley de Amnist¡a dictada espec¡ficamente con el fin de institucionalizar la impunidad. El lugar donde las opiniones de los Generales en Retiro tienen mayor peso y trascendencia que la de aquellos en ejercicio activo.
En Chile, su gobierno, sus pol¡ticos de derechas, sus cuerpos armados, y algunos de sus voceros empresariales han agotado el descaro como herramienta. La manera m s simple de comprobar esta afirmaci¢n es observar el uso del argumento «razones humanitarias». Se habla, abiertamente, en la prensa, sobre la conveniencia de hacer lucir a Pinochet m s o menos vigoroso, m s o menos achacoso, m s o menos capaz de soportar un juicio de extradici¢n. Se hacen afirmaciones francas sobre la ventaja o desventaja de permitir a Pinochet hacer declaraciones a la prensa mundial. Diversos voceros hablan desvergonzadamente sobre lo que «ayuda o perjudica» el retorno de Pinochet.
Se ha silenciado forzada y poblicamente a representantes electos de corrientes pol¡ticas para que no boicoteen las gestiones por su regreso. Se intentaba mostrar a un Poder Judicial eficiente e «independiente» para juzgar pero, cuando la Corte Suprema evacu¢ un acuerdo que debilita los efectos de la Ley de Amnist¡a, las presiones surgieron de inmediato.
El viernes 23 de julio, en la reuni¢n con el ministro de Defensa, Edmundo P’rez Yoma, los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas no s¢lo plantearon su «molestia e inquietud» por el fallo de la Segunda Sala de la Corte Suprema que dictamin¢ el delito de secuestro como imprescriptible y no amnistiable y lo aplic¢ en el caso de la Caravana de la Muerte. Los jefes castrenses hablaron de un quiebre institucional y de riesgos en el estado de derecho por el respaldo judicial a la doctrina del ministro de fuero Juan Guzm n Tapia.
Hasta ahora no se debe culpar a Espa_a o a Inglaterra por sus reacciones frente al comportamiento del gobierno chileno y de los defensores de Pinochet. Las declaraciones diplom ticas y de buena crianza de voceros gubernamentales ingleses y espa_oles, independiente de su elegancia y transparencia, se utilizan en Chile, de inmediato, forzando sus alcances y tergiversando sus contenidos hasta asemejarlas a un triunfo de las posturas gubernamentales y pro pinochetistas. Estos retorcidos procedimientos chilenos han logrado poner un jaque al gobierno espa_ol. Matutes y Aznar se han visto envueltos en una virtual promesa y compromiso de hacer «todo lo que est’ a su alcance» para abortar la extradici¢n de Pinochet a Espa_a. Este virtual compromiso constituye una implantaci¢n del modelo corrupto chileno de hacer justicia en el seno del gobierno espa_ol. De prosperar con ‘xito este intento, Inglaterra deber¡a ceder. El juez Garz¢n no ha hecho otra cosa que visualizar correctamente estos intentos y actuar en consecuencia. Garz¢n apela a la transparencia e independencia del procedimiento judicial y expone los hechos constatados y sospechados ante la faz del Mundo Civilizado. Inteligente jugada. Sobre el gobierno de Aznar pesa ahora la decisi¢n de proceder imitando a la corrupta metodolog¡a chilena y atenerse a sus consecuencias o sentar un precedente de honestidad pol¡tica ante los electores espa_oles y la conciencia mundial. Para facilitar su decisi¢n y medir adecuadamente sus pasos siguientes, Aznar no deber¡a confundir a Chile con su administraci¢n actual corrompida por los chantajes internos. Adem s deber¡a considerar que la Historia de nuestros d¡as se escribe y conoce a la misma velocidad con que transcurre. Todo el equipo pol¡tico de Aznar podr disfrutar o sufrir las consecuencias de sus actos en plazos inmediatos. El gobierno espa_ol est , ahora, en condiciones de rendir ex men sobre lecciones de corrupci¢n o dictar una c tedra sobre la validez del ejercicio judicial independiente.
Valentin Marchant
Desde Santiago de Chile