Curiosidades aparte, no era para ver eso que yo había encendido el televisor, sino el debate de investidura del candidato a President de la Generalitat de Catalunya a quien el presidente del Parlament había hecho el encargo de intentar obtenerla, lleno de curiosidad como estaba para contemplar el cambio político que, después de lo que había estado cayendo estos días pasados, estaba seguro del todo que tenía que visualizarse de forma claramente perceptible, y especialmente para oír las respuestas del candidato a las exigencias de clarificación que, desde uno y otro lado del arco parlamentario, estaba convencido que se le harían, desde la derecha centralista por parte del PP y desde el centro izquierda nacionalista por la de ERC. Si desde el punto de vista político quedé desencantado, no fue así desde el teatral. Ni el más aventajado discípulo del genial Konstantin S. Stanislavskij, de los que usan como libro de cabecera el suyo «La construcción del personaje», hubiera pasado por encima de ella sin apreciar de forma adecuada la representaci¢n, llena de golpes de efecto dram ticos, a ratos realmente impresionantes, con que nos obsequiaron tanto el candidato y los l¡deres de los partidos antes mencionados, como otra gente del grupo del primero haciendo como aquellos personajes mudos que s¢lo salen a escena para subrayar con sus aspavientos de satisfacci¢n, indignaci¢n, preocupaci¢n o estupor, el papel que hacen los protagonistas en el centro mismo del escenario.
Tengo que reconocer que la «mise en scSne» estuvo muy trabajada, y que se improvis¢ m s bien poco. Yo supongo que se han basado en aquellas representaciones que se realizan entre diversos d¡as y en varios escenarios, a caballo entre los estilos teatrales m s o menos antiguos, como los autos, los misterios o los actos sacramentales, pasando por las pasiones y belenes vivientes, y las otras propuestas m s modernas, con injertos de conceptual y de «happening». El uso tambi’n de medios diversos, como la televisi¢n, la radio y la prensa, escenificando tanteos, amores y desamores, estuvo conseguido del todo, y suficientemente dotado de realismo, bien alejado por tanto del distanciamiento «brechtiano», como para que algon ingenuo, yo mismo sin ir m s lejos, hubiera podido creerse que esta vez aquello iba de veras.
El papel de los peperos catalanes, haciendo como que estaban muy ofendidos porque el candidato les hab¡a ninguneado, con aquel brote de ataque de cuernos por la parada nupcial de los agentes de CiU rondando a ERC, y su sobado discurso neo-lerrouxista dando pie al candidato para escenificar a modo el catalanismo que se le supone, acompa_ado de aquellas dos caras de f’rrea preocupaci¢n de los ilustres al¢patas, hasta que apenas un segundo antes de la votaci¢n hicieron como aquel que firma unos papeles con una especie de acuerdo-placebo, del todo inocuo, como es l¢gico obviamente inc¢gnito para los diputados, comparsas de la comedia representada a la hora de votar, y todav¡a m s desconocido por los espectadores que lo estabamos contemplando, les qued¢ tan perfecto como para hacernos olvidar un buen rato que el voto del PP ya estaba decidido desde que el onico de sus l¡deres que pinta algo, la noche misma de las elecciones, y una vez conocidos los resultados, solt¢ que Pujol pod¡a contar con sus votos.
Como el l¡der de ERC, recostado sobre la tribuna de oradores, exigiendo con toda energ¡a que el candidato se mojara sobre la reforma del estatuto, indispensable segon la doctrina de su partido, y afirmando que ellos estaban dispuestos para el servicio, siempre listos, remach¢, como los «boy scouts». Dicen que, despu’s de tanto ruido, fue por patriotismo que se abstuvieron en la votaci¢n, lo que es tanto como tachar de malos patriotas a los que votaron en contra, y de heroicos a los peperos, que desde la misma posici¢n de minor¡a que ERC, encima votaron que s¡. Claro que una vez sabido desde el mismo d¡a 17 de junio que los del PP garantizaban la investidura en primera votaci¢n, +qu’ pod¡an hacer para diferenciarse ?
Pero uno piensa que quiz s un poco menos de teatro y de sentido del espect culo ser¡a m s estimulante para la participaci¢n pol¡tica del personal que todo esto.