Los jiennenses, como el resto de andaluces, manifestamos en las encuestas nuestra preocupación por la conservación del Medio Ambiente. El orden de preferencias ha sido: terrorismo, narcotráfico, desigualdades, medio ambiente, delincuencia, inflación…
Jaén tiene gran parte de su superficie protegida, en proporción superior a la media andaluza (17%) y muy por encima de la media de la Unión Europea (8%).
Nos interesa el medio ambiente sin olvidar el derecho paralelo de la población al desarrollo.
Los andaluces hemos desarrollado marcos legales a partir de Directivas comunitarias y Leyes nacionales que integran dos conceptos: Espacios Protegidos y -reas de Influencia, en forma de Parques Naturales y Planes asociados de Desarrollo Sostenible. Sin embargo desde que en 1989 se aprobó la Ley de Conservación de Espacios Naturales, hasta ahora no existe más Plan de Desarrollo Sostenible que en Doñana. Lo que provoca recelo en la población de las áreas protegidas que no alcanza a comprobar el efecto dinamizador esperado sobre la zona.
En Andaluc¡a la gesti¢n del medio ambiente participa de las caracter¡sticas de la gesti¢n espa_ola: muchos gestores, divididos y no bien avenidos. A nivel nacional cuencas hidrogr ficas, a nivel auton¢mico espacios protegidos, y a nivel local reas periurbanas.
No existe la separaci¢n topol¢gica de las reas, y los responsables presentan dificultades de frontera ideol¢gica. Servidumbre que se supera con visi¢n de Estado.
En nuestros Espacios Protegidos, Cazorla o M gina, encontramos que comparten debilidades, potenciales, amenazas y oportunidades. La debilidad se materializa en poblaciones envejecidas, con bajo nivel cultural y econ¢mico, y grandes diferencias sociales.
El potencial se constata en que esa poblaci¢n ha vivido la experiencia de la emigraci¢n, y ha vuelto enriquecida en el saber hacer tambi’n en otros sectores; esta movilidad social da personajes influyentes desde el nivel nacional al comunitario: literatura, vida judicial, vida universitaria, iniciativas sociales etc. Sierra M gina cuenta adem s con la ventaja de su accesibilidad a una gran v¡a de comunicaci¢n.
Tanto Cazorla como M gina est n amenazadas por las reducciones en la financiaci¢n de la Comunidad Europea, el deterioro ambiental y la crisis de mercados internacional. Estas «dificultades» tienen apareadas unas «oportunidades»: las sinerg¡as de la cuenca del Guadalquivir con las poblaciones Cazorla, +beda, Baeza, Mancha Real y Ja’n.
El negativo de nuestra gesti¢n medioambiental se reduce a reconocer la capacidad reducida de la sociedad, escasa confianza en la valoraci¢n medio ambiental, la obsolescencia de nuestras estructuras, la falta de articulaci¢n comarcal.
El positivo a todos ellos reside en nuestra vocaci¢n por ser nosotros mismos los gestores de nuestro medio ambiente. Contamos con la confianza en la Junta de Andaluc¡a y en sus programas de mejora de infraestructuras, de diversificaci¢n productiva, de articulaci¢n comarcal, mantenimiento de la calidad ambiental, fomento de actividades econ¢micas y cooperaci¢n institucional.
Ahora bien, se suele decir: «ya hemos pintado la paloma, ahora s¢lo falta que coma y eche a volar». Aunque encontramos que cada cual tiende a ir por su lado. Esperamos, que en gesti¢n medioambiental o nos salvamos todos juntos o nos ahogaremos por separado.
J. Manuel Molina Vald’s