En 1987 en el basurero de la ciudad de Goiania, en uno de los estados más pobres de Brasil, dos recuperadores de basura encontraron un tubo de metal abandonado en un solar. Lo rompieron a martillazos y descubrieron una piedra con luz blanca. Los dos hombres, fascinados, ofrecieron pequeños fragmentos a sus vecinos. La luz mágica que brilla en la noche también devora y mata. Se trataba de cesio 137, material radioactivo. La clínica que arrojó el tubo de metal sigue funcionando normalmente. Ninguno de los responsables fue detenido. Se contaminaron 129 personas, 20 fueron hospitalizadas y 7 murieron (*).
Bhopal, población de la India de 700.000 habitantes, año 1984. Una de las catástrofes más grandes de este siglo sangriento provocada por una fuga masiva de metil-isocianato, utilizado para la fabricación de plaguicidas. Tres mil muertos y 400.000 víctimas que aún no han recibido ninguna compensación por parte de la Union Carbide, empresa transnacional propietaria de la planta. No se determin¢ ningon responsable.
Y la historia continoa: el 5 de noviembre de 1997 explot¢ un almac’n de la multinacional Hoechst en Tananarive, Madagascar. El 29 de diciembre de 1997 otro dep¢sito de plaguicidas en Surabaya (Indonesia) corri¢ la misma suerte. El 3 de mayo de 1991, en C¢rdoba (M’xico) explot¢ y se incendi¢ una f brica de agrot¢xicos causando una gran contaminaci¢n en zona habitada (157 muertos adem s del aumento de c nceres y malformaciones).
Y recientemente el escenario es la ciudad del sudeste santiague_o Estaci¢n Bandera, departamento Belgrano, Argentina. Los campos sembrados de soja y cereales de una de las regiones m s ricas del pa¡s son fumigados con un producto t¢xico de extrema peligrosidad, el 2,4,5 T, conocido tambi’n como «agente naranja». Este producto fue empleado por el ej’rcito norteamericano en Vietnam para «fumigar» las selvas y de esta forma desfoliar los rboles, evitando que se ocultara el enemigo. Cuando el Pent gono lo prohibi¢ para usos militares y civiles por su extrema barbarie, los industriales del Norte decidieron exportarlo a los pa¡ses del Sur.
En los pa¡ses ricos la investigaci¢n, la utilizaci¢n de los m’todos de control integrados y la acci¢n de los ecologistas, han permitido reducir el impacto de los plaguicidas. Pero en el Tercer Mundo todo vale: como consecuencia de una pol¡tica de doble rasero, las normas que regulan estos productos en el mundo industrializado no se aplican en el Sur. Lo que se exige en los EE.UU. y tambi’n en la Uni¢n Europea en materia de toxicidad, efectos cancer¡genos y amenazas sobre el medio ambiente, no es aplicable en el extranjero.
Un pesticida que es peligroso en Suiza, no lo es en Am’rica Latina?
En Francia, Gran Breta_a y Suiza la exportaci¢n de medicamentos es libre. La firma suiza Ciba-Geigy vend¡a un medicamento en Am’rica Latina que estaba prohibido en la Confederaci¢n Helv’tica desde 1976, al haberse demostrado su gran toxicidad.
Gustavo Duch
Director de VSF (Veterinarios sin Fronteras)