Las muy diferentes posturas que están apareciendo en los medios estos días respecto de la movida coinciden en que ésta, tal como está planteada actualmente, provoca graves desórdenes en los jóvenes y en el resto de la ciudadanía, y en que no se puede seguir obviando el problema. Hemos escuchado y leído análisis de la situación desde el punto sociológico, psicológico, moral, etc. Pero tengo la impresión de que no se quiere tocar fondo en lo que se refiere a sanear el caldo de cultivo que favorece estos desórdenes.
En efecto, parece evidente que la causa inmediata por la que nuestros jóvenes alcanzan el nivel de descontrol que les conduce a lo que lamentamos, es la ingestión desmesurada de excitantes. Y +qué les lleva a esta falta de moderación? Pienso que, de una parte, causas internas: fisiológicas (no hay a quien el cuerpo le aguante en pie hasta esas horas, sin acabar recurriendo a excitantes) y psicológicas (necesitan compensar el aburrimiento de ese tipo de diversión tan insustancial, con estimulantes artificiales). Pero tambi’n hay causas externas, que repercuten en las anteriores: lo f cil y barato con que pueden desmadrarse y molestar a los dem s, y la impunidad con que pueden hacerlo.
Por eso, me parece que, junto a otras medidas de tipo positivo, resulta imprescindible que nuestras autoridades abandonen el permisivismo con los j¢venes en materia de orden poblico. En el momento en que no les sea posible molestar con impunidad, los interesados y sus padres agudizar n el ingenio para encontrar otras movidas m s c¡vicas y menos gravosas para sus bolsillos.
Marcos Guti’rrez Sanju n
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