Por eso, del mismo modo que en un ayuntamiento no debe haber dos varas de medir, por poner un ejemplo, a la hora de la concesión de licencias de obras, una para los votantes propios y otra distinta para los demás, sino una exquisita neutralidad y una exigencia estricta para el cumplimiento de las normas que resulten aplicables, huyendo de la tradicional tentación de tomar atajos bajo criterios ramplones tipo «toda la vida se ha hecho así» o «tampoco hace falta ser tan meticuloso», etc., es necesario hacer lo mismo en todos los actos de gobierno y de representación por respeto a la neutralidad ideológica propia del estado de derecho que los recipiendarios de su acción de gobierno, en tanto que ciudadanos libres en un estado libre, nos hemos otorgado y que ellos, en tanto que autoridades, representan.
No es pues adecuado en absoluto que un programa de fiesta mayor organizado y publicado por una ayuntamiento empiece dando voz al representante local de una iglesia determinada, ni que entre sus actos oficiales se programe una misa solemne, a la que incluso se ha convocado oficialmente a los concejales para que asistan en calidad de tales, del mismo modo que tampoco ser¡a correcto que otro acto oficial de esos fuera un mitin de partido – del gobierno o de la oposici¢n -, de un sindicato, o de cualquier otra confesi¢n religiosa, etc. No forma parte del papel de ningon ayuntamiento apadrinar esta clase de eventos, y aun mucho menos darles este cariz de oficialidad que parece que les confiera esta conducta. Si el alcalde, o un concejal, quiere asistir al acto en cuesti¢n, tiene que hacerlo como feligr’s y en uso de su soberana libertad individual para profesar una religi¢n si as¡ le apetece, o simplemente porque le da la gana, pero no en representaci¢n del conjunto del pueblo. El pueblo, es decir todos y cada uno de sus ciudadanos, si quieren ir ya lo har n solos y si no, pues no, sin que sea adecuado que nadie les represente.
Que no se pretenda darnos gato por liebre queriendo dar a eso un cariz de «tradicional». En otros tiempos fue tradicional el feudalismo y la servidumbre, y su pariente m s moderno el caciquismo, pero la sociedad se ha esforzado en sacarse de encima esas y otras lacras, incluida la tan ominosa del nacional-catolicismo, y no hace ninguna falta intentar darle la vuelta a la conquista civil del laicismo ni por acci¢n – haciendo apolog¡a de una religi¢n de forma deliberada -, ni por omisi¢n – ampar ndose por dejadez en el cl sico t¢pico «toda la vida se ha hecho as¡». Guardar las formas, contra lo que parecen opinar algunos, es important¡simo para la buena salud del sistema democr tico. Detr s de la m s nimia falta de respeto por estas formas, que no son en absoluto un problema de mayor¡as y minor¡as sino de neutralidad activa exigible en los poderes del estado, asoma la oreja la sombra de la imposici¢n i el fascismo.
La sociedad civil, entendida como el conjunto de todos los ciudadanos sin excepci¢n, es laica por su misma naturaleza, por el simple hecho de que es plural. Las convicciones de todo tipo, tanto religiosas como pol¡ticas o sindicales – o cualesquiera otras como opci¢n sexual, etc. – corresponden a la esfera de lo individual, no de lo colectivo, por eso colectivamente una sociedad democr tica no puede ser otra cosa que laica, indefinida en estos aspectos, y sus representantes tienen que actuar en todo momento, sin excusa ni pretexto, de forma consecuente con este mismo principio.
Tambi’n quiero aprovechar la oportunidad para recordarle a quien estuvo expoliando, royendo como la rata que es, los fondos de la biblioteca poblica de mi pueblo (Sant Vicenz de Montalt), que por muchos oficios solemnes de fiesta mayor, repletos de cl’rigos, a los que haya podido asistir lleno de aparente piedad, no habr perd¢n para sus pecados, de acuerdo con los principios m s tradicionales de la religi¢n de los oficios, sin restituir antes que nada todo lo que ha robado al mismo lugar del que nunca debi¢ sustraerse. Para que no diga que no se le dan facilidades, voy a hacerle una sugerencia. +No ha pensado que despu’s de todo lo podr¡a restituir bajo secreto de confesi¢n?

